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El aumento de la población mundial supone uno de los mayores impactos a los que se enfrenta el medio ambiente. El consumo de recursos asociados a esta población, evidentemente, también está creciendo. A esto podemos añadir la producción de residuos...
Podemos imaginar el sometimiento que sufre el medio debido a dichos impactos. ¿Es posible tener una actuación ambientalmente sostenible frente a esto? En este artículo veremos los principales impactos sobre el medio ambiente derivados del aumento de la demanda de alimentos, cómo reducirlos y cómo podemos participar en ello. Identificaremos los principios de la alimentación ambientalmente sostenible y los beneficios sobre el planeta y, por tanto, sobre nosotros.
Estamos en un planeta sometido a un cambio global que viene de la mano del aumento de la población y de cómo esta actúa sobre el medio. Aumento de temperatura, especies invasoras y sobreexplotación de recursos son algunos de estos cambios. Nos centraremos en este último.
El aumento de la población va de la mano del aumento en el consumo de alimentos. Además, consumimos productos de todas partes del mundo. La especialización en el cultivo de ciertos productos en algunas zonas para abaratar costos y la demanda de estos productos durante todo el año son algunas de nuestras exigencias.
Por ejemplo, queremos disponer de tomates durante todo el año, pero no siempre se dan las condiciones para ello en nuestra zona. Esto se soluciona de varias maneras: cultivos en otras partes del mundo, con su transporte, o cultivos en invernadero. Lo mismo ocurre con los aguacates u otros productos.
Estas prácticas de alimentación no son ambientalmente sostenibles del todo, ya que la ausencia de diversidad en los cultivos y el transporte, por ejemplo, no son recomendables. Además, la sobreexplotación de recursos, los abonados excesivos y la aplicación de fitosanitarios para evitar plagas en monocultivos son factores adicionales.
Cabe preguntarse si existe alguna alternativa de alimentación ambientalmente sostenible a estas prácticas.
El problema son nuestras necesidades, como disponer de productos lejanos o que requieren de condiciones ambientales específicas. El problema son las grandes extensiones de monocultivos, responsables de que dispongamos de alimentos a precios razonables y fuera de la estación en la que deberían estar. El problema, claro está, es ambiental.
Para actuar, el primer paso sería conocer el problema y, por supuesto, estar dispuestos a cambiar hábitos. No es fácil, ni mucho menos.
Cambiar hábitos de consumo implica tomar decisiones. Por ejemplo, elegir alimentos de kilómetro cero: productos locales y, a ser posible, de temporada.
Los alimentos que recorren largas distancias para llegar a nuestros platos generan emisiones de GEI y contribuyen a la contaminación y al cambio climático. Consumir productos locales y de temporada reduce la huella de carbono de nuestra alimentación, apoya a las economías locales y nos permite disfrutar de alimentos frescos y con mejor sabor.
Los cultivos ecológicos y aquellos que minimizan el uso de fitosanitarios innecesarios también contribuyen a un sistema agrícola más sostenible, reduciendo la contaminación de suelos y aguas.
La ganadería intensiva es uno de los mayores emisores de gases de efecto invernadero, responsable de la deforestación masiva, la contaminación del agua y la degradación del suelo. Disminuir el consumo de carne roja y optar por fuentes de proteína alternativas como legumbres, cereales integrales y frutos secos puede tener un impacto significativo en la reducción de la huella ambiental de nuestra alimentación.
Por último, debemos evitar el desperdicio de alimentos, ya que se estima que un tercio de los alimentos producidos en el mundo se desperdician. Reducir el desperdicio es una forma sencilla pero efectiva de proteger el medio ambiente.
Pero no solo beneficia al medio ambiente, sino también a la salud humana.
Este grupo de medidas puede contribuir directamente a la lucha contra el cambio climático. Reducir y controlar el consumo de agricultura y la industria, principales fuentes de emisión de GEI, contribuirá directamente al problema global.
Además, se reducirá la contaminación del medio ambiente y su impacto en el sistema. Fomentar los cultivos heterogéneos hará que los sistemas sean menos vulnerables y se fomentará la diversidad biológica.
Relacionado con la salud y el bienestar humano, mejores hábitos reducen el riesgo físico y tienen un impacto positivo en la salud mental.
Podemos ver cómo la alimentación sostenible no solo es positiva para el medio ambiente, sino que también tiene un efecto sobre la salud y el bienestar.
Actúa local, resultado global El cambio global nos afecta a todos. Es importante ser conscientes de los problemas y sus causas. La producción de alimentos y el consumo desmedido, así como la necesidad de disponer de ellos durante todo el año, tienen un impacto negativo en el medio.
Conocer la situación y las causas es vital para combatirlo. Debemos cambiar hábitos y necesidades, pero estos cambios no deberían afectar negativamente a nuestro bienestar. Probablemente los cambios sean para mejor.
Acciones como consumir productos locales y de temporada son sencillas y tienen un impacto positivo potente. Lo mismo con la compra de productos envasados.
La conservación del medio ambiente es un tema que nos afecta a todos directamente. No debemos mirar hacia otro lado, sino actuar de forma contundente.
Actúa local para que el resultado sea global.
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