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Todos, en algún momento, hemos escuchado, leído o usado alguno de los recursos literarios que de nuestro idioma. Pero ¿sabes cómo se definen y cómo se utilizan en la escritura? En lo que sigue, te contamos en qué consisten estos recursos y cuáles son los principales según su tipo. Luego, te contamos los beneficios de unirte a Euroinnova. ¿Quieres saber más sobre literatura? ¿Quieres descubrir la definición de recursos literarios? ¡Sigue leyendo!
Los recursos literarios –también conocidos como figuras retóricas o literarias– son herramientas que sirven para enriquecer la escritura, lo que permite no solo dotar de mayor expresividad al verso o la prosa, sino también captar la atención de los lectores, quienes pueden notar el uso de aquellos en la lectura en voz alta, como ocurre en la aliteración.
Así, al autilizar los recursos literarios en lengua española, los escritores, pueden lograr que los textos sean más eficaces en la transmisión de sus mensajes, al mismo tiempo que convertirlos en más bellos por la sugerencia de imágenes, la evocación de sonidos e ideas, o el énfasis en determinadas características de los elementos referidos. También se usan en los textos periodísticos, el lenguaje cotidiano y los discursos políticos.
Antes de descubrir cuáles son los principales tipos y cuáles recursos literarios se pueden emplear, queremos explicarte cuántos recursos literarios puedes encontrar.
Pues bien, debes saber que existen tres tipos de recursos literarios en lengua española: los recursos fónicos, los recursos morfosintácticos y los recursos léxico-semánticos. Si te formas con un curso de escritura, podrás conocer, de primera mano, en qué consisten y en qué se diferencian cada uno de los tipos de recursos literarios.
Si quieres saber más sobre para qué sirven los recursos literario y cuál es el recurso principal de la literatura, te invitamos a seguir leyendo. ¡Te sorprenderá!
Existen varios tipos de recursos literarios que los autores utilizan para enriquecer sus obras. Estos se pueden clasificar en tres grandes grupos:
La aliteración, en retórica, alude a la repetición de sonidos, ya sea en un verso o un enunciado, con el objetivo de crear un efecto musical. Un claro ejemplo de esto se encuentra en un poema “En un aire suave, de pausados giros...” de Rubén Darío. Se trata del famoso verso “bajo el ala aleve / del leve abanico”. Como puede notarse, se repiten los sonidos [l], [a], [b] y [e]. Al tratarse de una figura de dicción, los sonidos pueden ser vocálicos o consonánticos.
Este recurso literario recurre a vocablos similares en el sonido, pero con significados diferentes. De ahí que su uso sea muy común en la creación de trabalenguas o juegos de palabras. Esto puede apreciarse en “tres tristes tigres tragan trigo en un trigal” o en “un chismoso tiene un gran sentido del rumor”, donde esta última palabra hace juego con humor.
La onomatopeya es un recurso que imita sonidos a través de la formación de una palabra, de tal manera que haya una correspondencia entre ambos, como ocurre con el canto del gallo (kikiriki) o el ruido al tocar una puerta (toc-toc). Asimismo, se puede utilizar este recurso en aliteraciones para sugerir un sonido, como ocurre en “El ruido con que rueda la ronca tempestad”, de José Zorrilla, donde la [r] alude al sonido del trueno.
Este recurso literario compara dos elementos a través de la utilización de palabras o frases como como, cual, tal como, igual que, entre otros. Esta es, en principio, la característica que lo diferencia de la metáfora. Un claro ejemplo de esto es “tus cabellos son como el sol” (alude al pelo rubio) o “tus dientes son como perlas” (alude a la blancura).
La antítesis, según el Diccionario de la lengua española (DLE), se define como la “oposición de una palabra o una frase a otra de significación contraria, como en te amo porque me odias”. Los siguientes versos de Pablo Neruda ilustran lo anterior: “Es tan corto el amor / y tan largo el olvido”. Se debe diferenciar este recurso literario de la paradoja (contradicción) y el oxímoron (contradicción que crean un nuevo sentido).
Se trata de un adjetivo que enfatiza una característica inherente de quien es aludido. Aunque no añade información relevante, como ocurre en blanca nieve, estas palabras o frases pueden utilizarse para caracterizar a una persona o cosa, como “Aquiles, el de los pies ligeros”.
Veamos la definición que aporta el DLE: “Tropo que consiste en designar algo con el nombre de otra cosa, tomando el efecto por la causa o viceversa, el autor por sus obras, el signo por la cosa significada”. Un ejemplo de esto es leer a Cervantes, es decir, las obras escritas por Cervantes. En tomarse una copa, se entiende que se bebe el contenido de esta, como ocurre con beber un vaso de agua.
Este recurso literario combina imágenes o sensaciones de diferentes sentidos, como ocurre con aroma ácido o escuchar con los ojos. Su uso se extiende tanto a la prosa como al verso.
Esta figura incrementa o reduce de manera exagerada las características de lo descrito. Su uso se centra en el énfasis; es decir, pretende exagerar para que la frase sea más expresiva. Ejemplos comunes de esto son más tengo que una tortuga, me comería una vaca y te llamé un millón de veces.
Se trata de una pregunta que no espera respuesta y que, por lo tanto, incentiva la reflexión en el lector u oyente. Por ejemplo, la pregunta ¿Cuándo terminará mi sufrimiento? No admite una respuesta inmediata porque su intención es, precisamente, resaltar la imposibilidad de hacerlo. En otros casos, se utiliza para enfatizar una idea, como en ¿Cuántas veces más te lo tengo que decir?
A continuación, te mostramos los mejores recursos literarios morfosintácticos ejemplos. ¡Vamos!
Este recurso consiste en la utilización repetida de las conjunciones con el objetivo de brindarle mayor expresividad a lo que se quiere transmitir. Véase el siguiente ejemplo en un poema de Juan Ramón Jiménez: “Hay un palacio y un río y un lago y un puente viejo, / y fuentes con musgo y hierba alta y silencio”.
Este recurso repite la última palabra o cláusula de un verso en el inicio del siguiente. Por ejemplo, busco un camino, un camino que me lleve hacia ti. Aquí se aprecia el uso de la frase “un camino” de manera concatenada.
Dentro de los recursos literarios, este se caracteriza por la repetición de una palabra o cláusula al inicio y al final de un verso o frase. Por ejemplo, el caso más conocido en español es el verso de Federico García Lorca “Verde que te quiero verde. /Verde viento, verdes ramas”.
Este recurso literario repite palabras o frases al final de versos sucesivos. Esto puede verse, por ejemplo, en otro poema de Federico García Lorca: “Es inútil callarla. / Es imposible callarla”.
Los recursos literarios han sido utilizados a lo largo de la historia por numerosos autores para dar vida a sus obras. Un ejemplo destacado es Antonio Machado, quien utilizó abundantemente la anáfora y la metáfora en su poesía. En su obra "Campos de Castilla", Machado emplea estos recursos para evocar la belleza y la melancolía del paisaje castellano.
Otro ejemplo es el uso de la sinestesia en la obra de Rubén Darío, donde combina colores y sonidos para crear una experiencia sensorial única en sus poemas.
Los recursos literarios son esenciales para la creación de textos literarios impactantes y memorables. Ayudan a los autores a expresar sus ideas de manera más efectiva, a transmitir emociones profundas y a conectar con los lectores a un nivel más íntimo. Además, estos recursos enriquecen el lenguaje, haciéndolo más dinámico y versátil.
Los recursos literarios también enriquecen el lenguaje al introducir variedad y dinamismo.
En lugar de utilizar siempre las mismas palabras y estructuras, los autores pueden jugar con diferentes técnicas para mantener el interés del lector. Esto no solo hace que el texto sea más agradable de leer, sino que también fomenta un uso más amplio y creativo del idioma.
La importancia de los recursos literarios radica en su capacidad para enriquecer el lenguaje, clarificar el mensaje, establecer conexiones emocionales y desarrollar un estilo personal único.
Los recursos literarios son herramientas fundamentales en la escritura creativa. Ya sea a través de recursos fónicos, morfosintácticos y léxico semánticos, estos elementos permiten a los autores dotar a sus textos de una riqueza expresiva única. Al explorar y utilizar estos recursos, los escritores pueden crear obras que no solo comunican ideas, sino que también evocan emociones y experiencias profundas en sus lectores.
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