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Cuando decidimos dedicar nuestra vida profesional al cuidado de los demás, estamos asumiendo que dedicaremos la mayor parte de nuestro esfuerzo, energía e ilusión a hacer que otros consigan una mejor calidad de vida. Esto es exactamente lo que hacen los expertos en terapia ocupacional y, más allá de estudiar técnicas y aplicarlas a los pacientes, deben trabajar su inteligencia emocional para no dejarse llevar por las situaciones más difíciles. Existen programas de Psicología para cuidadores que estos deben conocer para mantenerse firmes y continuar con su vida profesional y personal.
No es fácil dedicar tu vida al cuidado de otros, pero con la profesionalidad y Psicología suficiente es posible dar un servicio brillante. A diferencia de las personas que se dedican profesionalmente al área socio sanitaria, los que sí lo hacen, deben tener la capacidad de abstraerse de sentimientos de pena o estrés y mantener en todo momento una visión profesional. En este post veremos algunas de las técnicas psicológicas que usan los terapeutas para afrontar los días más delicados.
Si ya tienes experiencia como especialista en terapia ocupacional, no cabe duda de que eres una persona empática que ha dedicado du carrera profesional a ayudar a los demás, pero, ¿qué pasa con los cuidadores? ¿Quién los cuida?
Estudiar terapia ocupacional es fascinante. Cada paciente presenta unas necesidades específicas y es de lo más satisfactorio cuando consigues detectarlas y cubrirlas con tus conocimientos. No obstante, es muy importante desarrollar técnicas de Psicología para cuidadores que mantengan a estos con el ánimo y la entereza óptimos para continuar con su labor.
Para experimentar mejoras físicas es esencial tener una salud mental cuanto menos estable. El terapeuta ocupacional debe saber transmitir esto al paciente y conseguir que vea la terapia como una oportunidad de mejora y no cómo una consecuencia de su discapacidad. ¿Cómo hacer esto? Dependiendo de la discapacidad o patología que tenga el paciente, la vertiente psicológica a aplicar será diferente, pero veamos qué áreas reforzar en los casos más comunes de deficiencia mental, adicción o dificultades motrices.
Trabajar las capacidades cognitivas: el objetivo es potenciar las capacidades cognitivas y compensar el deterioro ralentizando la enfermedad.
Estimulación neurosensorial: consiste en realizar determinadas actividades con la información que se recibe a través de los sentidos. Por ejemplo, realizar juegos con espejos o reaccionar cuando se oiga un aviso, distinguir diferentes texturas… con estos ejercicios se pretende que el paciente sea más consciente de su entorno y sea capaz de interactuar con él.
Rehabilitación funcional: el objetivo es que la persona mantenga las habilidades motrices básicas para poder desenvolverse en su rutina diaria. También se busca ofrecer alternativas a movimientos o actividades que, a causa del deterioro cognitivo, ya no pueden ser realizadas con la misma agilidad o de la misma forma que se hacía antes. Esta terapia es muy útil cuando se trata a pacientes que han sufrido algún tipo de accidente que ha mermado repentinamente su movilidad.
Interacción y tiempo libre: a través de ejercicios donde el paciente esté relajado y se sienta libre para expresarse e interactuar con el terapeuta. Se le pueden mostrar noticias, historias, desbloquear recuerdos para fomentar el habla. Si estos ejercicios se hacen en grupo, también se desencadenarán emociones y se fortalecerán relaciones sociales. Por ejemplo, talleres de fotografía o teatro son muy eficaces para estos objetivos.
Acompañamiento familiar: sobre todo, al principio de la terapia es beneficioso para el paciente sentirse arropado por personas cercanas en las que confía. Además, el terapeuta tendrá un nexo entre los momentos de terapia y la vida personal del paciente para comprobar que los avances realmente están siendo asumidos y aplicados a la rutina. La familia puede ser fuente de información y un agente de refuerzo externo a la terapia.
El síndrome del cuidador quemado se refiere a la sobrecarga psicológica padecen las personas que, durante un largo periodo de tiempo, han asumido el cuidado de una persona dependiente o que necesitan atención constante. Es importante que, si decidimos dedicar parte de nuestra vida a esta valorable labor, sepamos poner límites y mantener nuestra salud mental.
¿Cómo podemos evitar sufrir el síndrome del cuidador quemado?
Los psicólogos ofrecen estos consejos para mantener la paz mental de los cuidadores:
Conocer la enfermedad: si estamos al tanto de los efectos que produce la enfermedad en el paciente, otras posibles patologías asociadas, su evolución y efectos secundarios de la medicación, será más fácil controlar la situación y transmitir calma al enfermo.
Pedir ayuda cuando sea necesario: no te tomes como un reto personal el cuidado de las personas, ya que, el único objetivo al que se debe atender es a mejorar su calidad de vida, no importa si lo haces solo o con ayuda de otros profesionales.
Reconocer y comunicar tus emociones: soltar estrés y expresar emociones es una herramienta de que nos facilita continuar. Hablar con otros terapeutas o asistir a sesiones ayuda afrontar las situaciones desde otro punto de vista.
Dedica tiempo a cuidarte: siempre debes buscar huecos en los que tú seas el protagonista de tu vida y en los que puedas dedicarte cuidado y atención. El autocuidado es importante porque si tú no te cuidas, tampoco podrás continuar cuidando a los demás. Duerme las horas necesarias, mantén una alimentación saludable, intenta desconectar mentalmente realizando otras actividades y practica técnicas de relajación.
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