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Seguramente hayas oído hablar de la importancia de mantener los aires acondicionados limpios y desempolvados. Fue muy sonado el brote de legionelosis que tuvo lugar en 2001 en Murcia, debido al mantenimiento deficiente de cuatro sistemas de refrigeración de negocios en el centro de la ciudad. Aunque la legionelosis haya existido durante toda historia de la humanidad, no fue hasta 1990 que unos científicos de Atlanta confirmaron la existencia de la legionella neumophila, agente infeccioso causante de la legionelosis.
La legionella es una bacteria que puede encontrarse en la flora bacteriana de masas de aguas como lagos, ríos y estanques y que se transmite a otros seres vivos a través de los sistemas de distribución de agua. La característica más destacable de este agente infeccioso es su excelente capacidad de adaptarse a diferentes hábitats con condiciones químicas y físicas muy dispares. Además, esto la convierte en una bacteria complicada de erradicar y con unas dotes de supervivencia extraordinarias. Según el Ministerio de Sanidad, la legionelosis es la tercera causa en frecuencia de neuomonía bacteriana.
La legionelosis suele desarrollarse desde 2 a 10 días después de estar expuestos a la legionela. Los primeros síntomas que suelen notarse son dolores de cabeza, molestias musculares e incluso fiebre por encima de los 40 °C. Al tercer día, los infectados pueden experimentar una sintomatología más avanzada y específica de la legionelosis:
La mayor parte de personas que contraen la legionelosis se infectan al inhalar gotas de agua microscópicas que contienen legionela. Así pues, no es necesario sumergirse en un río o lago para entrar en contacto con la bacteria, por lo que podemos contagiarnos de legionelosis en cualquier lugar de la forma más inofensiva. Por tanto, solo basta con aspirar unas gotas de agua contaminada con legionela en una ducha, un aspersor, un grifo o, muy comúnmente, un sistema de ventilación. Los brotes de legionelosis suelen asociarse con:
Aunque la forma más directa de desarrollar legionelosis es mediante la aspiración de gotas diminutas contaminadas con legionela, no es la única vía por la que este agente infeccioso puede penetrar en nuestro cuerpo. Además, la legionela puede transmitirse al aspirar agua accidentalmente en los pulmones, normalmente al atragantarnos bebiendo. También podemos pillar legionelosis si trabajamos en jardinería con tierra contaminada.
La cantidad exacta de legionela necesaria para infectarse se desconoce, pero se sospecha que debe ser muy reducida, ya que hay contagios registrados por exposición durante un período de tiempo muy breve. Además, también se sabe de casos en los que se han contagiado personas a 3 km a la redonda desde el origen del brote. La probabilidad mayor o menor de contraer legionelosis depende de la concentración de legionela en el agua, la producción y diseminación de aerosoles, el estado de salud de cada persona, su edad y la virulencia de cada cepa de legionela.
Es necesario especificar que la legionelosis NO se transmite por vapor, por consumir agua o por ingerir comida, ya que la legionela ha de entrar en contacto con el sistema respiratorio, no el digestivo. De igual forma, los contagios entre personas o entre animales y personas son imposibles.
Curiosamente, por razones no muy claras los niños tienen un riesgo excepcionalmente bajo de contagiarse de legionelosis. Por tanto, si un niño sufre de alguna afección respiratoria, podemos afirmar que no se trata de una infección por legionela. Aunque sí se hayan registrado casos contados de infecciones graves por legionelosis en niños pequeños, se pueden considerar una excepción estadística.
De igual forma, el riesgo de que un recién nacido se contagie de legionelosis es igual de mínimo. De contagiarse, la enfermedad podría pasar desapercibida por completo, ya que en niños la legionela no cursa con sintomatología apreciable. Los casos de legionelosis diagnosticados en recién nacidos se han producido porque el agua del hospital estaba estancada.
El 2 de enero de 2023 entró en vigor la nueva norma para la prevención y el control de la legionelosis mediante el Real Decreto 487/2022. Esta actualización legal incorpora conocimientos científicos y técnicos más avanzados por los que se imponen nuevas medidas para prevenir y controlar la proliferación y diseminación de la legionela.
En esta normativa se establece la obligación de establecer un Plan de Prevención y Control de Legionella (PPCL) en todas las instalaciones en función de sus propias características y requisitos. Adicionalmente, las empresas también pueden elaborar un Plan Sanitario frente a Legionella (PSL), aunque esta alternativa es facultativa.
En el Plan de Prevención y Control de Legionella han de figurar un diagnóstico y descripción inicial del estado de las instalaciones, puntos de toma de muestra, programa de mantenimiento, procedimientos de revisión, tratamiento y análisis del agua, así como formación del personal en prevención de legionelosis.
Por su parte, la institución que decida realizar un Plan Sanitario frente a la Legionella se basará en la evaluación del riesgo, medidas de control y verificación, gestión y comunicación y actualización continua del itinerario por seguir para prevenir la legionelosis. Esta planificación más extralimitada y específica se suele llevar a cabo en instalaciones frecuentadas por personas en situación de vulnerabilidad, como centros sanitarios y penitenciarios.
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