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La palabra "metodología", a primera vista, nos hace pensar en una serie de pasos para lograr algo. Y ese algo puede ser un proyecto, sea cual fuere su tipo. Pero si profundizamos un poco más en esta idea, esos pasos no pueden elegirse o planificarse al azar. Por el contrario, deben seleccionarse de manera rigurosa y según ciertos criterios alcanzar un resultado óptimo. Esa es la razón por la que es necesaria una metodología de gestión de proyectos. Y saber sobre sus métodos es aún más importante. ¡Quédate hasta el final para saber más!
A continuación, te contamos más sobre la metodología de gestión de proyectos y algunos de sus principales métodos. También, te ofreceremos la mejor oferta formativa 100 % online de mano de Euroinnova.
¡Vamos allá!La gestión de proyectos consiste en la planificación y puesta en marcha de un proyecto. Durante este proceso, la aplicación de un conjunto de técnicas, métodos y procedimientos es más que necesaria para cumplir con la elaboración u ofrecimiento de un productor/servicio de calidad. La metodología de gestión de proyectos es, por lo mismo, fundamental, ya que de esta depende el modo en que se aplicarán los pasos para concretar el proyecto.
La metodología, entonces, sirve para guiar ese proceso. De hecho, esta ayuda a fijar criterios y objetivos de trabajo. Solo así es posible tomar decisiones adecuadas, aun cuando haya condiciones adversas. Entonces, elegir entre una u otra metodología ayuda a mejorar las prácticas laborales, promover la comunicación, motivar a los trabajadores, y brindar más y mejores herramientas para asegurar un proceso eficiente y de alto rendimiento.
La metodología de gestión de proyectos hoy cuenta con diversos métodos, entre ellos los ágiles y los tradicionales.
Primero te presentamos los métodos ágiles, puesto que, actualmente, se aplican más.
Se entiende como un método de enfoque iterativo. Es decir, necesita ciclos cortos de desarrollo. Se caracteriza por priorizar la flexibilidad durante todo el proyecto, sobre todo para cambiar características de los productos o servicios, ya que estos se prueban/usan durante su desarrollo. Los sprints, por su parte, se entienden como fases o ciclos de corta duración. Entre sus fases, encontramos: el inicio, cuando se definen los objetivos del sprint; el desarrollo, que consiste en el seguimiento diario del trabajo; y el cierre, cuando se verifica el cumplimiento. Es más, gracias a estos ciclos, los objetivos del proyecto pueden cumplirse de manera paulatina, de modo tal que garantiza una labor funcional. Cada final de sprint es una oportunidad no solo para plantear otros, sino para ir ajustando los productos/servicios para generar mayor valor para el cliente.
Seguro has oído hablar de las tarjetas Kanban. Estas son herramientas del método homónimo, el cual consiste en priorizar, a través de una estructura sencilla, las tareas más importantes. Dichas tarjetas se disponen en el muro Kanban. Conforme se van cumpliendo procesos, se van retirando. De esta forma, permiten visualizar el flujo de trabajo y saber cuál es el desarrollo del proyecto.
Entre sus ventajas, la organización Kanban resalta por centrar la atención en procesos específicos sin distraerse en otros. Por otro lado, al ser una forma de planificación, permite crear un calendario secuencial. Esto incrementa la eficiencia, aumenta la productividad y la reducción de gastos.
Con este método, se crean ciclos en un proyecto. Es muy útil cuando se realizan trabajos grupales en corto tiempo o cuando el proyecto debe ser concluido con rapidez. Para lograrlo, el Scrum se basa en sprints (ciclos) cortos para mejorar el trabajo colaborativo y enfrentar requisitos cambiantes. La forma en la que se ejecuta considera, por lo tanto, tiempos acotados. Estos se denominan iteraciones y suelen extenderse, como mínimo, durante dos semanas y, como máximo, durante cuatro. Lo interesante de Scrum es que brinda resultados una vez concluidas las iteraciones, tiempo en el que el Scrum Master (facilitador) media el trabajo para conseguir los objetivos. Entre sus ventajas, sirve para hacer seguimiento al trabajo actual, promueve el trabajo autónomo y puede aplicarse a proyectos de gran escala.
La conjunción de las técnicas y pasos de Kanban y Scrum dieron origen al método Scrumban. Es así como se combinan las iteraciones con el flujo de trabajo propio de Kanban. Una particularidad es que incluye solo un sprint, pero con la oportunidad de agregar tareas individuales. ¿Y cuándo es idónea su aplicación? Lo es cuando se intenta combinar la optimización (por ejemplo, eliminación de residuos o gastos adicionales) con la generación de valor para los clientes, todo esto atendiendo al tipo de producto o servicio.
La premisa principal sobre la que trabaja este método es enfrentar tanto la incertidumbre como las limitaciones. Por lo tanto, procura que el proyecto tenga un desarrollo óptimo. Fue propuesta según la teoría de restricciones o theory of constrains (TOC), que intenta identificar obstáculos que podrían interrumpir objetivos y metas.
Este método se utiliza, con frecuencia, para mejorar procesos de impacto comercial, incumplimiento de un objetivo o gestión de riesgos del proyecto.
Por último, era necesario mencionar el método más tradicional. Waterfall o Cascada consiste en proponer el objetivo desde los inicios del proyecto para así planificarlo. La particularidad de su fórmula radica en que se plantean diversos procesos de manera secuencial. Esto se realiza así hasta que se cumple con los objetivos del proyecto. Las fases o secuencias son las siguientes:
Sin ir más allá, esta metodología combina los principios de los métodos tradicionales y de la metodología ágil. Esta metodología se aplica, con mayor frecuencia, mezclando la cascada con la flexibilidad provista por, por ejemplo, Kanban o Scrum. Ante un mercado cada vez más exigente, los proyectos deben adecuarse a los cambios y buscar la máxima eficiencia.
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