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El ámbito de los Recursos Humanos y, en general de la empresa, está evolucionando hacia una gestión mucho más humana de los equipos. Esto incluye: tener en cuenta el talento de cada trabajador, sus necesidades, la motivación por crecer profesionalmente, la mejora de la salud laboral, la conciliación familiar y a toda una serie de cuestiones que la dirección de Recursos Humanos debe hacer frente.
En los últimos años se han desarrollado muchos nuevos modelos de gestión de personal, entre ellos, la dirección por valores, que consiste en dirigir a la organización basándose en la cultura de la empresa. Es decir, todas las estrategias de Recursos Humanos se basan en la misión y visión de la empresa y en sus valores de marca.
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Cuando una empresa establece su imagen e identidad de marca, también define unos valores que la definen y que se trasladan al público. Esto hace que la entidad cobre personalidad propia y que establezca lazos con el consumidor mucho más duraderos que una simple transacción puntual. Para que estos valores sean reales y puedan beneficiar a la compañía a largo plazo, también deberán reflejarse en su cultura corporativa y con el trato hacia los trabajadores, ya que, de este modo, los trabajadores serán los mejores embajadores de la empresa.
La Dirección por valores es una herramienta renovada de liderazgo estratégico que humaniza el objetivo global de la empresa. Entre otras cosas, esto fomenta el compromiso de los trabajadores con la compañía y repercute directamente en la calidad y productividad.
Pero eso no es todo, la dirección por valores también persigue:
Aunque los nuevos modelos de gestión de plantillas traen cambios muy positivos, si queremos evitar el caos, no se pueden implementar todos de golpe y se deben realizar bajo una estrategia definida. Así, para comenzar a dirigir basándonos en los valores de empresa seguimos estas tres fases: Definición de objetivos, desarrollo de planes de acción divididos por etapas, análisis de los recursos necesarios, diseño de un sistema de control y medición de resultados, realización de revisiones periódicas, evaluación de resultados.
Se debe evitar sustituir las normas por valores subjetivos, la clave está en detectar en qué actividades y momentos se puede aplicar la dirección por valores o el nivel de libertad de actuación.
Entre otros muchos, esta novedosa metodología tiene estos beneficios:
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