Especialista en Psicología de la Emoción + Titulación Universitaria en Psicoterapia Emocional: Terapia Centrada en las Emociones (Doble Titulación + 8 Créditos ECTS)
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Las emociones son un aspecto inherente a la vida de los seres humanos. Nos rodean y nos condicionan. Por ello, es importante prestarle atención a una serie de factores esenciales en este entorno y de técnicas que te ayudarán a ser un profesional altamente cualificado y a realizar un trabajo eficiente como psicólogo emocional. ¡Descubre la clasificación de las emociones!
Dentro de la psicología emocional contamos con un gran abanico de posibilidades y de salidas laborales. De hecho, los programas didácticos de la psicología son variados: existen cursos que te facilitan una visión más general de la psicología, y otros programas formativos de cursos y masters que te especializan en una rama concreta como la psicología emocional.
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Las emociones constituyen un aspecto de la vida psíquica innegable para todos los autores del sector. Por ello, la psicología de la emoción es una de las áreas de la psicología en la que existe un mayor número de modelos teóricos, pero quizás también un conocimiento menos preciso.
Las principales teorías de la emoción, que no son las dimensiones de la emoción en la Psicología, pueden agruparse en tres categorías principales: fisiológicas, neurológicas y cognitivas.
Lo ideal es una hábil combinación de estos diferentes modelos teóricos a la hora de entender en toda su complejidad el mundo de las emociones.
La psicología emocional se encarga de dar las herramientas necesarias al paciente para que este comprenda mejor sus emociones y aprenda a gestionarlas de manera óptima."
Las emociones son reacciones que todos experimentamos: alegría, tristeza, miedo, ira… Te suenan, ¿verdad? Son conocidas por todos nosotros pero son de lo más complejo. Aunque todos hemos sentido alguna vez ansiedad o nerviosismo, no todos somos conscientes de que un mal manejo de estas emociones puede acarrear un bloqueo o incluso una enfermedad. De ahí, la importancia de la Psicología emocional y su estudio de la clasificación de las emociones.
Hablamos de reacciones psicofisiológicas, modos de adaptación del individuo cuando percibe un objeto, persona, lugar, suceso o recuerdo importante.
Psicológicamente, las emociones alteran la atención, ciertas conductas y activan redes asociativas relevantes en la memoria. Los sentimientos son el resultado de las emociones, son más duraderos en el tiempo y pueden ser verbalizados.
Fisiológicamente, organizan rápidamente las respuestas de distintos sistemas biológicos, incluidas las expresiones faciales, los músculos, la voz, la actividad del SNA y la del sistema endocrino. Es decir, la función de las emociones en este sentido es establecer un medio interno óptimo para el comportamiento más efectivo.
Por último, es fundamental saber que los diversos estados emocionales son causados por la liberación de neurotransmisores u hormonas, que luego convierten estas emociones en sentimientos y finalmente en el lenguaje.
En la clasificación de las emociones, podemos encontrar los modelos de emociones básicas. Los cuales, proponen la existencia de emociones atómicas o discretas, a veces permitiendo que varíen en intensidad y que se combinen para generar emociones más complejas y matizadas.
Así, vemos seis emociones básicas que parecen ser biológicamente básicas y universales en todas las culturas:
La sorpresa es un fenómeno psicológico que se produce cuando una persona experimenta algo inesperado o inusual. Los síntomas de la sorpresa varían de una persona a otra, pero generalmente incluyen una respuesta fisiológica como el aumento de la frecuencia cardíaca, la respiración rápida y una mirada fija. En ocasiones y en función del contexto viene acompañada de otras respuestas emocionales como la confusión, la alegría o el miedo.
Desde una perspectiva evolutiva, se cree que la sorpresa como emoción ha evolucionado como una respuesta a situaciones nuevas o desconocidas que podrían ser peligrosas o beneficiosas para la supervivencia. Al sorprenderse, una persona se vuelve más consciente de su entorno y toma decisiones rápidas sobre cómo actuar.
Experimentamos asco ante estímulos desagradables, como olores, sabores o texturas repugnantes. Al entrar en contacto con alguna sustancia peligrosa o potencialmente tóxica, se activa una respuesta automática en el sistema nervioso que hace que el cuerpo intente evitar el contacto con el estímulo desagradable. Asimismo, está interconectado con otras emociones, como la aversión, el miedo y la repulsión.
Desde una perspectiva evolutiva, el asco puede ser una emoción útil para la supervivencia del ser humano. Al evitar los alimentos que huelen o saben mal, por ejemplo, se reduce el riesgo de intoxicación o envenenamiento.
Sin embargo, el asco también puede ser una emoción socialmente aprendida, ya que ciertos estímulos pueden considerarse desagradables en una cultura determinada y no en otra. Por ejemplo, en algunas culturas se considera normal comer insectos, mientras que en otras esta práctica se considera repugnante.
La tristeza es una emoción que responde a una pérdida, un cambio significativo o una situación estresante. Fisiológicamente, la tristeza se desencadena por una disminución en la actividad de ciertos neurotransmisores, como la dopamina y la serotonina, lo que puede causar una sensación de desánimo y apatía.
Los síntomas de la tristeza pueden incluir una sensación de vacío, llanto, pérdida de interés en las actividades cotidianas, insomnio o hipersomnia, falta de energía y concentración, y cambios en el apetito. En casos graves, la tristeza puede llevar a la depresión, afectando considerable a la calidad de vida de una persona.
Desde una perspectiva evolutiva, la tristeza resulta de una respuesta adaptativa y una fuerza sanadora para ayudar a las personas a procesar y superar situaciones difíciles y traumáticas. Cuando experimentamos tristeza, se abre una puerta para que reflexionemos sobre lo que hemos perdido y aprender a adaptarnos a los cambios en la vida.
La ira es una emoción humana que se desencadena en respuesta a una frustración, una amenaza o una injusticia percibida. La ira puede tener consecuencias negativas, tanto para la persona que la experimenta como para las personas que la rodean. La ira excesiva puede llevar a la violencia, la agresión y la destrucción.
Por otro lado, y desde el prisma evolutivo, la ira es una reacción humana que impulsa a las personas a defenderse ante amenazas y a proteger a sus seres queridos, por lo que también encaja en el instinto de supervivencia del ser humano.
Para identificar la ira en una persona, se pueden buscar señales físicas y emocionales, como aumento de la frecuencia cardíaca, sudoración, tensión muscular, rostro enrojecido, expresión facial de enfado, agresividad verbal o física, entre otros.
El miedo es una emoción humana y animal que surge ante una percepción de peligro o amenaza. Existen diferentes niveles del miedo, como el temor, el pavor, el espanto y el terror, cada uno con su propia intensidad y características específicas:
Cuando el miedo se convierte en una reacción exagerada y persistente ante situaciones que no suponen un peligro real, se puede hablar de una fobia.
Desde una perspectiva evolutiva, el miedo y sus niveles suscitan una respuesta fisiológica de lucha o huida que permite a la persona escapar del peligro o enfrentarse a él.
La felicidad es una emoción humana que se experimenta como una sensación de bienestar y satisfacción. Es una emoción positiva que se desencadena ante estímulos placenteros, como un evento feliz, un logro personal o una relación satisfactoria.
Desde un punto de vista fisiológico, la felicidad se produce a través de la liberación de neurotransmisores como la dopamina, que están asociados con el sistema de recompensa del cerebro.
La felicidad y la alegría tienen beneficios considerables para la vida de una persona, como mejorar su estado de ánimo, reducir el estrés y mejorar la salud mental. Sin embargo, cuando la búsqueda de la felicidad se convierte en una obsesión o una meta de vida incuestionable, puede darse una especie de adicción a la alegría de tinte hedonista o a la evitación de experiencias negativas, lo que afecta a la capacidad de afrontar problemas de una persona.
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