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El movimiento es una característica que influye en la movilidad del niño, en su personalidad y en su comportamiento, y es el principal medio de aprendizaje para los niños de temprana edad o bebes. La actividad física y la mente se conectan a través del movimiento, y esto estimula su desarrollo intelectual, y su capacidad para resolver problemas, nada mejor que las actividades psicomotrices para estimularlo.
Es importante destacar que cada niño lleva su propio ritmo de aprendizaje, y es algo que debemos respetar, sin embargo, si podemos ayudarle a desarrollar ciertas habilidades motrices con una estimulación temprana. También Las destrezas corporales y motrices que adquieren los niños, como gatear, correr, saltar favorecerán los sentimientos de seguridad y confianza en él, ya que se sentirá orgulloso de sus logros. Es por ello que las actividades psicomotrices cumplen un rol importante en la formación integral de los niños.
Si nos basamos en una visión global, el término psicomotricidad, compone las interacciones cognitivas, emocionales, simbólicas y sensoriales en la capacidad de ser y de expresarse en un contexto psicosocial. La psicomotricidad desarrolla un papel fundamental en el desarrollo armónico de la personalidad; si partimos de este pensamiento, se desarrollan diferentes maneras de intervención psicomotriz que encontraran en su aplicación, sin importar la edad, en los ámbitos preventivos, educativos y terapéutico.
De igual manera si hablamos de la psicomotricidad de los bebes, debemos tener en cuenta que el desarrollo psicomotor es uno de los primeros grandes avances que tendrá un bebe durante su primer año de vida. Sin duda También, es el más notorio, pues este involucra cambios y evoluciones muy visibles. Cuando hablamos de la motricidad del bebé, podemos referirnos a dos tipos: la gruesa y la fina.
Trabajar la psicomotricidad infantil y, sobre todo en la etapa de 0 a 3 años, es vital en el desarrollo motriz, cognitivo, comunicativo y afectivo. No hay que olvidar que niños crecen, juegan y aprenden mediante su relación con los demás y por medio del movimiento. No todos los niños tienen las mismas habilidades motrices, cada uno destaca en unos aspectos determinados.
Por esta razón, Los maestros son fundamentales en el desarrollo de la psicomotricidad del alumno, ya que deben ser capaces de detectar cuál es el punto fuerte y débil de cada niño y, partiendo de ahí, acompañarlo, estimularlo y darle las herramientas necesarias para que desarrolle sus capacidades. Los profesionales nunca deben subestimar al niño, siempre deben sugerirles actividades psicomotrices que los estimulen y le den confianza.
Conocida también como Psicomotricidad gruesa, es la habilidad para realizar movimientos generales tales como agitar un brazo o levantar una pierna. Dicho control requiere la coordinación y el funcionamiento apropiados de músculos, huesos y nervios. Es decir, se refiere a los cambios de posición del cuerpo y el uso hábil del cuerpo como un todo, incluyendo la postura, el equilibrio y la movilidad. La motricidad gruesa aparece antes que la motricidad fina.
Por lo general, los niños y las niñas en los primeros tres años de vida, logran realizar grandes movimientos del desarrollo motor grueso como ponerse de pie, saltar, caminar o sentarse. Con los años van perfeccionando estas habilidades que les permiten realizar acciones más complejas como lanzar objetos con puntería, montar bicicleta o realizar algún tipo de deporte.
Estos movimientos considerados globales y amplios del cuerpo se catalogan como motricidad gruesa y están directamente relacionados con la capacidad de mantener el equilibrio y cambiar con destreza la posición del cuerpo.
La motricidad gruesa permite con el tiempo mayor autonomía en acciones corporales a través de actividades psicomotrices necesarias para tener una vida funcional. La coordinación entre los músculos y el sistema neurológico de la psicomotricidad gruesa están relacionadas con el equilibrio, la capacidad de determinar dónde está nuestro cuerpo en el espacio y cómo se mueve, y el tiempo de reacción de los músculos entrenados ante los estímulos del ambiente. Por ejemplo, atrapar una pelota, bailar o patinar.
El desarrollo de la psicomotricidad infantil en su motor grueso en las primeras etapas del crecimiento es fundamental para el neuroaprendizaje estableciendo conexiones entre los dos hemisferios cerebrales que generan la adquisición de capacidades como la integración bilateral, orientación, lateralidad, equilibrio y coordinación necesarias para la exploración y reconocimiento del medio. Además con el desarrollo de actividades psicomotrices aumenta la confianza en sí mismo, su nivel de autoestima y la autonomía para desenvolverse en su entorno.
Conocida también como psicomotricidad fina, es la coordinación de los movimientos musculares pequeños que ocurren en partes del cuerpo como los dedos, generalmente en coordinación con los ojos, es decir, la coordinación de músculos, huesos y nervios para producir movimientos pequeños y precisos. Estos movimientos del cuerpo requieren una mayor destreza y habilidad, así como un mayor dominio de los movimientos especialmente de manos y brazos. Un ejemplo es, la grafomotricidad, esta requiere un buen desarrollo de la motricidad fina.
Del mismo modo, el desarrollo de actividades psicomotrices ayudan la motricidad fina para facilitar el desenvolvimiento de tareas cotidianas donde se utilizan de manera simultánea: ojos, manos, dedos, boca, lengua, pies, como vestirse, atarse los cordones, soplar, cepillarse los dientes, comer, rasgar, cortar, pintar, apilar objetos, colorear, escribir, entre otros.
De lo anterior, se puede evidenciar que muchas de estas actividades psicomotrices que realizan los bebés son espontáneas, otras son actividades psicomotrices dirigidas y sobre todo la mayoría vienen dada por el modo de juego.
La psicomotricidad fina en adultos va a permitir que podamos aprender estrategias nuevas y una serie de destrezas según nuestra edad. Aquí llevaremos a cabo, una serie de actividades psicomotrices con técnicas más activas como puede ser la musicoterapia, el baile, gimnasia suave, o manualidades. Con ellas conseguiremos poder expresar los que sentimos, la coordinación del movimiento, saber decidir dentro de un grupo, bajaremos nuestro nivel de ansiedad y conseguiremos desarrollar nuestras habilidades sociales y cognitivas.
La psicomotricidad fina en adultos, coordina toda una seria de actividades psicomotrices que impliquen capacidades afectivas, sociales, cognitivas, físicas y sensoriales, tanto del cuerpo como de la mente. Tendremos que tener en cuenta existen tres niveles dependiendo de lo que queramos conseguir o a que rango de edad va dirigido.
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