Máster en Intervención Psicológica en Trastornos de la Infancia y la Adolescencia
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El desarrollo de los niños depende en gran medida de la calidad de sueño establecida en su rutina. El descanso reponedor no solo permite la recuperación de energías, sino también la consolidación de aprendizajes, el fortalecimiento de la memoria y el desarrollo general del cerebro. Sin embargo, hay circunstancias que, al alterar los ciclos normales de sueño, impactan negativamente en su salud, actividad diaria y calidad de vida. Se trata de un conjunto de trastornos cuyas manifestaciones varían en frecuencia y severidad según el caso, y pueden representar problemas para conciliar el sueño.
Hay que considerar que el sueño en la infancia se desarrolla de manera progresiva. Esto implica que, desde el nacimiento hasta la adolescencia, los patrones del sueño evolucionan: durante los primeros años predomina el sueño activo que, luego, transita hacia el sueño tranquilo. Este establecimiento del ritmo circadiano definido es consecuencia de esto, por lo que, en comparación con edades tempranas, se abandonan los periodos de sueño diurnos y se establecen periodos nocturnos.
Sin embargo, los trastornos del sueño en niños pueden emerger en cualquier momento de este proceso de maduración y provocar problemas de estado de ánimo, cansancio crónico, dificultades conductuales y cognitivas, y otras consecuencias en los contextos formativos, como la escuela. Por esto, es fundamental comprender en qué consisten estos trastornos y cómo atenderlos oportunamente.
Este texto presenta información básica sobre los trastornos de sueño en niños, por lo que se recomienda agendar una cita con un pediatra y un psicólogo infantil, quienes pueden brindar un diagnóstico y tratamiento precisos.
Los niños que padecen este problema suelen levantarse y caminar durante la noche en horarios destinados al sueño. Afecta principalmente a niños en edad escolar y suele resolverse, sin mayores complicaciones, con la edad. Los episodios ocurren en la fase de sueño profundo, lo que deriva en que, aunque reciban estímulos externos, no los recuerdan. Los padres, tutores o cuidadores deben estar atentos a los casos de sonambulismo para evitar que los niños sufran lesiones.
Estos miedos o terrores se expresan a través de despertares repentinos acompañados de un pánico intenso, quejidos, gritos, llantos y movimientos que, incluso, pueden llegar a ser violentos. Frecuentes en la infancia, estos episodios pueden repetirse y coincidir con el sonambulismo. El niño no está completamente despierto, no nota la presencia de sus cuidadores y no recuerda los sucesos al despertar por la mañana.
Se trata de sueños vívidos que ocurren usualmente durante la fase del sueño REM. Al experimentarlos, los niños pueden llegar a despertarse por completo y recordar los detalles del sueño. Se asocian estos episodios a estrés, ansiedad y miedo, pero también pueden estar relacionados con estímulos experimentados durante el día, como la lectura, los contenidos audiovisuales o experiencias. El rol de los padres y cuidadores consiste en acompañar al niño, calmarlo y, si fuese necesario, buscar ayuda profesional para descartar cualquier problema subyacente.
Los problemas para conciliar el sueño pueden tener un origen conductual, como resistirse a la cama o esperar la presencia de los padres para dormir. Se relaciona, asimismo, con malos hábitos o falta de higiene del sueño; en efecto, en los últimos años, el uso de dispositivos electrónicos ha significado el surgimiento de trastornos del sueño relacionados con el insomnio y la baja calidad del descanso. Para solucionar esto, se recomienda establecer horarios y rutinas para mejorar el sueño.
En este trastorno, las piernas se mueven casi incontrolablemente durante el reposo o el descanso nocturno. Puede, por lo mismo, interrumpir el sueño del niño, lo que deriva en insomnio y cansancio diurno por falta de descanso de calidad. Se etología se vincula a componentes genéticos o insuficiencia de hierro, que en determinados casos puede ser señal de un mal subyacente, sobre todo, en adultos. Para manejar este síndrome, la administración de suplementos férricos es fundamental cuando se comprueba que esa es la causa.
Los niños, en ocasiones, pueden resistirse a ir a la cama a la hora establecida. La protesta, la demora y la asunción de conductas negativas pueden interrumpir la rutina de sueño y, por lo tanto, afectar el ciclo de sueño mínimo que deben tener los niños. Todo esto está asociado a malos hábitos de sueño o ansiedad. De ahí la importancia de la compañía y de ambientes calmados, relajantes y positivos.
La apnea obstructiva del sueño consiste en una obstrucción parcial o total de las vías respiratorias durante el sueño. Ronquidos, pausas respiratorias, sueño inquieto, sueño ligero y sensación de poco descanso demuestras su manifestación. Asociada a problemas respiratorios, amígdalas agrandadas y obesidad, este trastorno incide en la calidad del sueño, el comportamiento diurno, el desarrollo cognitivo y la regulación socioemocional del niño. Los tratamientos varían y siempre deben estar acompañados por pediatras y especialistas certificados.
Es un trastorno del sueño menos común en niños, caracterizado por somnolencia diurna excesiva y episodios repentinos de debilidad muscular (cataplejía). Los niños pueden tener dificultades para mantenerse despiertos durante el día, incluso después de una noche de sueño adecuada. Este trastorno afecta significativamente la vida diaria y el rendimiento escolar. El tratamiento generalmente incluye medicamentos y cambios en los patrones de sueño y estilo de vida.
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