Máster en Peritaje Judicial en Entomología Forense + Titulación Universitaria
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La entomología forense cuenta con una serie de técnicas y métodos para desentrañar las circunstancias en las que falleció una persona. Con la identificación de los insectos o fauna cadavérica, se pueden determinar detalles necesarios para solucionar casos de homicidio. De ahí la importancia de la entomología forense. A continuación, se abordan los objetivos de esta disciplina, sus elementos y los tipos de insectos que estudia, así como casos reales que dan cuenta de su relevancia.
La entomología forense se dedica al estudio de la relación entre los insectos y los hechos que son materia de investigación penal. Esto hace que, por lo tanto, sea una disciplina imprescindible en el ámbito medicolegal, ya que sus especialistas permiten conocer detalles específicos sobre las circunstancias en las que acaeció una muerte. Para esto, utilizan técnicas y conocimientos avanzados para identificar no solo los insectos presentes en los cadáveres –conocidos también como fauna cadavérica–, sino también aquello que indica la ocurrencia de estos en la escena del crimen. Esto permite, asimismo, conocer el intervalo post mortem, es decir, el tiempo transcurrido desde la muerte hasta el hallazgo del cadáver.
La presencia de los insectos en los cadáveres atiende a un proceso y, en consecuencia, un orden específico; incluso, esta colonización puede ralentizarse o acelerase en función de las condiciones medioambientales. Entonces, los entomólogos forenses analizan a las especies y sus etapa de desarrollo para calcular el intervalo post mortem.
Algunos insectos son estacionales, por lo que su presencia puede indicar la época del año en el que ocurrió la muerte. De hecho, permite conocer si ocurrió en temporadas de calor o de frío intenso.
Otro objetivo de la entomología forense es evaluar la posibilidad de que el cadáver haya sido transportado de un lugar a otro. La información que brindan los insectos es fundamental: puede que el cadáver contenga especies que no son nativas del lugar en el que se halló el cuerpo.
La entomología forense también puede complementar otros estudios forenses. Por ejemplo, los insectos pueden transportar trazas de ADN, lo que puede ser útil para identificar a una víctima o a un sospechoso.
Los forenses –entre ellos, los entomólogos– estudian las causas de la muerte; es decir, buscan determinar cómo ocurrió el deceso. En algunos casos, los insectos pueden ayudar a develar esta información o, al menos, acercarse a ella.
Los insectos, como se dijo, pueden ser factores clave para determinar cuándo ocurrió la muerte. Esto es así porque los insectos aparecen y se desarrollan en un orden predecible desde que colonizan el cadáver.
Se trata de otro elemento crítico para la entomología forense. Los insectos, de hecho, pueden proporcionar información sobre si un cuerpo ha sido movido después de la muerte, ya que diferentes especies de insectos habitan diferentes áreas geográficas.
En la entomología forense, se estudian diversas especies de insectos, cada una con un papel específico en la descomposición de un cadáver.
Este tipo de insectos se alimentan directamente de los tejidos del cadáver. Se incluyen las moscas o dípteros (Calliphoridae), así como los escarabajos o sílfidos (Silphidae), entre otros.
Aquí se incluyen las especies de insectos que se alimentan de las especies necrófagas antes mencionadas. Un claro ejemplo de esto es el escarabajo peludo o Creophilus maxillosus, un insecto que se alimenta de larvas de moscas.
Estos insectos tienen como alimento al cuerpo en descomposición y a otros insectos. Las hormigas son los insectos que ilustran ese caso.
Las especies accidentales son aquellas que no se alimentan del cadáver pero que pueden encontrarse en él por casualidad. Estos pueden incluir insectos que se alimentan de polen o néctar, como las abejas, arañas, ácaros y mariposas, que pueden haber aterrizado en el cuerpo, pero no contribuyen a su descomposición.
Este es uno de los primeros casos documentados en los que la entomología forense tuvo un papel relevante. En 1935, en Escocia, el asesino de dos mujeres, tras intentar desaparecer las pruebas de su delito, arrojó los cuerpos sin vida a un arroyo. Gracias a la investigación forense, se pudo determinar que criminal había sido Buck Ruxton, esposo de una de las mujeres y patrón de la otra, quien era trabajadora del hogar. Ruxton fue ejecutado en 1936.
En Argentina, un joven recluta de 18 años perdió la vida durante su servicio militar obligatorio. Este suceso, que generó un gran revuelo mediático, llevó al presidente Menem a abolir el servicio militar obligatorio en el país en 1995. La entomología forense tuvo un rol destacado en este caso, ya que permitió establecer el intervalo post mortem, lo que permitió aclarar las circunstancias de la muerte del joven.
En 2011, el Cuerpo de Investigaciones Fiscales de Salta, en Argentina, se enfrentó a un crimen que conmocionó a la provincia: el asesinato de dos turistas francesas, un caso que tuvo repercusión internacional. Una entomóloga forense logró aportar información para la resolución del caso gracias al análisis de las larvas encontradas en los cuerpos.
Estos casos subrayan la importancia de la entomología forense en la resolución de crímenes y la búsqueda de justicia.
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