Técnico Profesional en Análisis Ambiental de Producto: ACV, Ecoetiquetado y Huella de Carbono e Hídrica
Índice
La huella hídrica es un indicador medioambiental que permite medir el consumo de agua dulce –ya sea directo o indirecto– por parte de personas, productores o empresas que dependen de los recursos hídricos para sostener sus actividades. En tanto indicador, permite conocer la cantidad de agua utilizada durante el ciclo de vida de una persona o un producto. De esta manera, se erige como un instrumento y herramienta para la gestión del agua, puesto que su cálculo contribuye a la comprensión, control y optimización de su uso no solo en el consumo diario, sino también en todo proceso de producción industrial.
En este sentido, la huella hídrica no solo permite la cuantificación de la demanda de agua, sino también la identificación de áreas en las que se puede reducir su consumo. En efecto, este indicador ha adquirido relevancia en la gestión sostenible del agua –sobre todo, en regiones con estrés hídrico o riesgo de sequía–; tanto es así que personas, comunidades y organizaciones recurren a ella para conocer la manera en la que sus acciones impactan en las diferentes fuentes y reservas de agua. Como consecuencia, se pueden plantear medidas para un uso más responsable.
Este tipo representa el volumen de agua fresca –tanto superficial como subterránea– que se utiliza para producir bienes y servicios. En este ámbito, la agricultura y la industria son sectores que demandan una considerable cantidad de agua. La huella azul hace referencia, por ejemplo, al agua necesaria para el riego de cultivos o para los procesos industriales.
Corresponde al agua procedente de las precipitaciones –lluvia o nieve– que se almacena en la zona radicular del suelo y se consume durante el proceso de evapotranspiración de las plantas. Es predominante en productos agrícolas, donde el agua de lluvia es la principal fuente de abastecimiento.
Se refiere al volumen de agua necesaria para diluir los contaminantes y alcanzar estándares de calidad específicos. Este tipo de huella hídrica se asocia con el tratamiento de aguas residuales y la gestión de los contaminantes generados en los procesos productivos.
Uno de los primeros pasos para reducir el consumo de agua es gestionar eficientemente el uso de este recurso en las actividades cotidianas del hogar. Esto incluye controlar cómo se utiliza el agua en determinados electrodomésticos (lavadoras o lavavajillas), corregir las posibles fugas en tuberías rotas, arreglar llaves con goteras, limitar cantidad de agua durante las duchas, controlar el volumen utilizado para regar plantas, entre otros. De hecho, una manera de contribuir con esto es implementar dispositivos ahorradores en grifos y duchas, así como recolectar el agua de lluvia –cuando sea posible– para los jardines. El impacto es claro: cuanta menos agua se utilice, menor será la cantidad filtrada y canalizada para el consumo en casa.
Un dato que es poco conocido es la cantidad de agua que se requiere para la producción de carne. Según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), en la industria cárnica, se necesitan hasta 20 mil litros de agua para un 1 kg de carne de ternera, una cifra que contrasta claramente con el menor volumen requerido para la producción de cereales. En este sentido, reducir el consumo de carnes y optar por una dieta más basada en plantas puede contribuir significativamente a reducir la huella hídrica personal.
Junto con la industria cárnica, la industria textil es una de las más contaminantes, ya que no solo utiliza grandes cantidades de agua, sino que también contamina ríos, lagunas y aguas subterráneas con el vertido de aguas contaminadas. Expresado en cifras, este impacto se puede calcular en una cifra bastante elocuente: hasta el 20 % del agua contaminada de todo el mundo proviene de la industria de la ropa. Esto explica la necesidad de optar por marcas que promueven la sostenibilidad a través de prácticas responsables en la gestión del agua. ¿Cómo saberlo? En muchas ocasiones, las etiquetas cuentan con información relacionada como, por ejemplo, la utilización de materias primas orgánicas o teñido natural.
Los alimentos orgánicos y de temporada recurren a fuentes naturales y sostenibles de agua, como la lluvia o el riego controlado. De ahí que se recomienda comprar y consumir alimentos provenientes de granjas locales y sostenibles, en las que no intervienen procesos industriales de mayor envergadura que requieren transporte y otros procesos que pueden implicar mayor volumen de agua. Asimismo, hay que tomar en cuenta evitar el desperdicio de alimentos, es decir, no contribuir con la sobreproducción.
Las fuentes de energía renovable, como la solar y eólica, implican menos consumo de agua tanto en su producción como en su distribución. Al compararlas con fuentes de energía tradicionales, los beneficios son claramente reconocibles. Por su parte, la economía circular promueve la reutilización, reciclaje y recuperación de productos, lo que reduce la demanda de recursos naturales y, por ende, la huella hídrica asociada con la producción de nuevos bienes.
Nuestra Formación
Nuestro porfolio se compone de cursos online, cursos homologados, baremables en oposiciones y formación superior de posgrado y máster.
Ver oferta formativa¡Muchas gracias!
Hemos recibido correctamente tus datos. En breve nos pondremos en contacto contigo.