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La demencia senil es una enfermedad que aqueja a millones de adultos mayores en todo el mundo. Sus principales síntomas suelen confundirse con problemas propios del envejecimiento, pero son señales que deben recibir atención cuanto antes para evitar complicaciones o pérdida de la calidad de vida del paciente. En este sentido, la detección de la demencia senil en su primera fase puede determinar un acompañamiento oportuno y la administración de tratamientos específicos.
¿Quieres saber un poco más sobre la demencia senil, sus fases y sus métodos de diagnóstico? En este post, te contamos lo más importante de esta enfermedad. ¡Sigue leyendo!
La demencia senil –se prefiere el uso de trastorno neurocognitivo mayor– es una enfermedad que causa el deterioro de las funciones cognitivas en personas de la tercera edad. Los puntos más afectados son la conducta, el pensamiento, el habla y, desde luego, la memoria, lo que tiene un impacto significativo en la vida cotidiana. Esta afectación cognitiva conduce a la pérdida progresiva de autonomía, control de las emociones y sostenimiento de relaciones sociales. Conforme avanza, esta enfermedad deriva en la dependencia total de los adultos mayores, quienes requieren cuidados específicos.
Entre las causas de la demencia senil, se encuentran algunas enfermedades que afectan a las células nerviosas. Se reconocen la demencia con cuerpos de Lewy, por un lado, y la demencia frontotemporal, por otro. En ambos casos, el cerebro experimenta daños que impactan en la capacidad lingüística, motora y cognitiva (memoria, atención y concentración). Ahora bien, se debe mencionar a la enfermedad de Alzheimer como otra de las causas de la demencia senil junto con la demencia vascular (casadas por accidentes cerebrovasculares). Otras causas con la enfermedad de Pick, la enfermedad de Parkinson y la enfermedad de Creutzfeldt-Jakob.
El trastorno neurocognitivo mayor tiene una incidencia mayor en personas que superan los 65 años. Es necesario un pronto diagnóstico, la oportuna prescripción de un tratamiento integral y el acompañamiento tanto de familiares como de cuidadores para garantizar la calidad de vida de la persona afectada.
La demencia senil consta de tres fases que se detallan a continuación:
En esta fase, los síntomas aparecen progresivamente y pueden confundirse con el deterioro propio de la edad. Pero ¿cuáles son los principales indicadores de esta fase? Se cuentan los problemas con la memoria a corto plazo, dificultades con el lenguaje oral, cambios repentinos en el ánimo y variaciones en la manifestación de la personalidad. Podríamos resumir todo esto en irritabilidad, depresión y afectación de la autonomía en la vida diaria.
La fase modera se manifiesta mediante el empeoramiento de algunos síntomas antes vistos: tanto la memoria como la funcionalidad motora disminuyen, tanto es así que los adultos presentan dificultades para recordar eventos recientes y realizar tareas como vestirse o asearse. Asimismo, en esta fase, los adultos mayores presentan dificultades para articular palabras y crear frases con sentido: fallan en la pronunciación y la formulación de mensajes inteligibles. Por su parte, en cuanto a lo emocional, los adultos experimentan apatía y depresión.
La fase tardía o grave significa la pérdida total de autonomía, capacidades cognitivas y habilidades físicas, de ahí su nombre. Los adultos mayores con demencia senil en esta fase son completamente dependientes, no pueden comunicarse, pierden la memoria y presentan dificultades para comer. Como consecuencia, pueden surgir otras enfermedades, como infecciones u otras complicaciones médicas. En este momento de la enfermedad, tanto familiares como cuidadores deben garantizar que el adulto experimente una vida digna y reciba los cuidados necesarios para mantener una correcta nutrición y salud general.
El trastorno neurocognitivo mayor presenta una variedad de síntomas que afectan significativamente la vida diaria del paciente. Estos se mencionan a continuación:
Los síntomas de degeneración cognitiva se expresan a través de la pérdida de memoria a corto y largo plazo. Los pacientes no pueden recordar detalles como nombres, direcciones o hechos personales.
La demencia se manifiesta también mediante la dificultad para concentrarse y, por lo tanto, tomar decisiones en tareas comunes o interacciones con otros individuos. Esto se observa en cuestiones básicas como optar por uno u otro alimento para comer.
Otro síntoma es la pérdida de habilidades sociales, que suele estar acompañada con cambios repentinos de humor y personalidad. Los comportamientos derivados de esto pueden ser agresivos o, por el contrario, de aislamiento social.
El sueño también se ve afectado. Las horas de sueño de calidad se reducen y, en las noches, los adultos mayores podrían experimentar alucinaciones, lo que está relacionado con riesgo de cuadros psicóticos.
Debido a la pérdida cognitiva, se dificultan las actividades cotidianas como comer, vestirse o asearse. Como se mencionó, poco a poco esto deriva en dependencia total.
Los problemas de comunicación también son una señal inequívoca de la demencia senil. La dificultad para articular palabras y comunicarse mediante frases coherentes es una alerta que los médicos consideran como parte del proceso neurodegenerativo.
El diagnóstico de la demencia senil posee varias vías. Estas son:
Pruebas cognitivas. Estas buscan evaluar la capacidad cognitiva del paciente (pensar, razonar, memorizar, hablar, entre otros).
Evaluación neurológica. Esta evaluación, que incide en los aspectos de las pruebas cognitivas, busca conocer de manera general el estado neurológico del paciente.
Diagnóstico por imágenes. El diagnóstico por imágenes recurre, principalmente, a las tomografías, ya sea computarizada o por emisión de protones. Con estas pruebas, se busca identificar posibles sangrados, tumores, depósitos de amiloide, entre otros.
Análisis de sangre. Las analíticas son fundamentales para determinar deficiencias vitamínicas o problemas asociados a ciertas hormonas. Estas pruebas pueden estar acompañadas de análisis del líquido cefalorraquídeo.
Evaluación psicológica/psiquiátrica. Por último, la evaluación psicológica y psiquiátrica permite determinar la existencia de trastornos, como la ansiedad, que podrían incidir en el desarrollo del trastorno neurocognitivo mayor.
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