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La microbiología cuenta con un gran campo de aplicación con respecto a la Industria Farmacéutica, ya que permite llevar a cabo el control de la esterilidad en los medicamentos y la inocuidad. ¿Quieres saber cómo trabajan los analistas de control microbiológico de la Industria Farmacéutica? ¿Te gustaría convertirte en un experto de las pruebas microbiológicas? ¡Vamos a seguir leyendo los siguientes apartados!
La microbiología es una rama que está relacionada y que apoya el trabajo que se lleva a cabo en la industria farmacéutica. Debemos saber que esta profesión es un pilar imprescindible para que se de el buen desarrollo de productos biológicos y de vacunas que son destinadas a la aplicación en las personas.
Es de vital importancia, ya que juega un papel clave para el proceso de producción de los medicamentos y los análisis que garantizan la buena calidad de los productos.
¡Vamos a continuar conociendo al trabajador!
Entre las aplicaciones más importantes de la microbiología en la farmacia actualmente, podemos encontrar:
Bajo la supervisión de un técnico, el trabajador se encargará de ejecutar los ensayos microbiológicos y funciones relacionadas, como son:
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Los microorganismos que son de interés para la industria farmacéutica incluyen las levaduras, hongos filamentosos y bacterias. Todos estos microorganismos de los que hablamos tienen la característica de tener un gran impacto en esta industria ya que se encuentran muy distribuidos en la naturaleza, tienen capacidad de permanecer en buen estado en ambientes desfavorables y se reproducen rápidamente cuando las condiciones vuelven a ser favorables, se adaptan al medio y tienen la habilidad de subsistir con poca cantidad de agua e incluso en temperaturas extremas.
Es por todo esto que cualquier cosa que esté relacionado o tenga cualquier tipo de contacto con el proceso de fabricación o el producto, es considerada una fuente de contaminación.
En este apartado podemos resaltar la materia prima, donde se incluyen el material de empaque y el envase, los utensilios y los equipos, el ambiente (tanto aire como agua) y el personal. En el último nombrado conforma la fuente contaminante más importante y más complicada de tener bajo control, ya que cada persona contiene carga microbiana en: saliva, piel, cabello, uñas, mucosas...
Controlar los microorganismos consiste en: evitar que lleguen al producto, por lo que el ambiente debe estar controlado durante la producción y usar barreras físicas. También se debe evitar la reproducción microbiana haciendo uso de inhibidores antimicrobianos o ingredientes que supongan la protección del producto. Por último, destruir los posibles microorganismos mediante la esterilización terminal, irradiación o tratamientos químicos.
Es necesario tener un programa de Gestión de Riesgos, ya que ayudará a conocer las posibles causas de contaminación que se dan durante el proceso. Igualmente, es fundamental llevar a cabo un monitoreo ambiental, que se realice mediante un plan, donde se añadan puntos de muestreo, métodos y medios de cultivo, que incluya estudios de validación para realizar ese monitoreo y análisis en las superficies, sistemas, materias primas, personal, etc.
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