Máster en Medicina Nuclear y Radiodiagnóstico + Titulación Universitaria
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La medicina nuclear es una especialidad médica que utiliza pequeñas cantidades de materiales radiactivos llamados radiofármacos para diagnosticar y tratar diversas enfermedades. Los radiofármacos son sustancias que contienen un isótopo radiactivo utilizado tanto para el diagnóstico como para el tratamiento de diversas enfermedades. Estos compuestos combinan una molécula portadora que dirige el isótopo radiactivo a un órgano, tejido o célula específica, permitiendo así la visualización y evaluación de funciones fisiológicas o la entrega de terapia a una zona precisa del cuerpo.
En este post hablaremos sobre las diferentes pruebas que se pueden realizar con este tipo de sustancias, y cuáles son sus principales implicaciones clínicas.
En el ámbito del diagnóstico, los radiofármacos, al ser administrados al paciente, se acumulan en el área de interés y emiten radiación detectable mediante cámaras especializadas, como la gamma cámara, PET o SPECT. Esta emisión de radiación es convertida en imágenes detalladas que reflejan la estructura y la función de órganos y tejidos.
Según la Sociedad Española de Medicina Nuclear e Imagen Molecular, son varios los radiofármacos que se utilizan para esta finalidad.
Uno de los más comunes es el Flúor-18-FDG (fluorodesoxiglucosa), que se utiliza en la tomografía por emisión de positrones (PET). El Flúor-18-FDG es una molécula de glucosa marcada con un isótopo de flúor radiactivo. Debido a que las células cancerosas tienen un metabolismo glucolítico elevado, absorben más FDG que las células normales. Esto permite a los médicos identificar y localizar tumores malignos en el cuerpo, así como evaluar la extensión de la enfermedad y monitorear la respuesta al tratamiento.
Otro radiofármaco ampliamente utilizado es el Tecnecio-99m (Tc-99m), que se emplea en una variedad de estudios gammagráficos debido a sus propiedades favorables, como su corta vida media (alrededor de 6 horas) y la emisión de radiación gamma de alta calidad. El Tc-99m puede marcarse con diferentes compuestos para dirigirlo a distintos órganos y tejidos. Por ejemplo, el Tc-99m-MDP (metilendifosfonato) se utiliza en gammagrafías óseas para detectar fracturas, infecciones y metástasis óseas de cáncer. Además, el Tc-99m-sestamibi se utiliza en estudios de perfusión miocárdica para evaluar el flujo sanguíneo al corazón y diagnosticar enfermedad arterial coronaria.
El Yodo-123 (I-123) es otro radiofármaco notable, utilizado principalmente en estudios de tiroides. El I-123 se administra al paciente y se concentra en la glándula tiroidea, permitiendo la evaluación de su función y estructura mediante la captura de imágenes. Es muy útil para diagnosticar trastornos tiroideos como el hipertiroidismo, el bocio y el cáncer de tiroides. Su emisión de radiación gamma permite obtener imágenes claras con mínimas exposiciones radiactivas al paciente.
Galio-68 (Ga-68) es un radiofármaco utilizado en la PET para la detección de tumores neuroendocrinos y el rastreo de ciertos tipos de cáncer, como el cáncer de próstata. El Ga-68 se une a moléculas específicas, como el DOTA-TOC, que tienen una alta afinidad por los receptores de somatostatina en los tumores neuroendocrinos. Esto permite una visualización precisa de estos tumores y ayuda en la planificación del tratamiento.
En el diagnóstico de enfermedades pulmonares, se utiliza Xenón-133 (Xe-133) para estudios de ventilación pulmonar. El Xe-133 es inhalado por el paciente y su distribución en los pulmones se observa con una cámara gamma, proporcionando información sobre la función pulmonar y ayudando a diagnosticar condiciones como el enfisema, la embolia pulmonar y otras enfermedades obstructivas pulmonares.
En medicina nuclear, los radiofármacos se pueden emplear para el tratamiento de diversas enfermedades. Estas terapias aprovechan las propiedades radiactivas de los compuestos para destruir células malignas o modificar la actividad de tejidos específicos. Según la Sociedad Española de Oncología Médica, existen diferentes tipos de procedimientos en donde se pueden emplear estas sustancias.
El Yodo-131 es uno de los radiofármacos más utilizados en el tratamiento de trastornos tiroideos, especialmente el hipertiroidismo y el cáncer de tiroides. Dado que la glándula absorbe el yodo, el tratamiento se dirige de manera específica al tejido tiroideo, minimizando el daño a los tejidos circundantes. Este tratamiento es efectivo para reducir el tamaño de los nódulos tiroideos y para eliminar células cancerosas restantes tras una cirugía.
El Lutecio-177 es utilizado en la terapia dirigida para tratar ciertos tipos de cáncer, como el cáncer de próstata metastásico. Se une a moléculas que tienen afinidad por receptores específicos en las células tumorales, como el PSMA (antígeno de membrana específico de próstata). El Lu-177 emite radiación beta que destruye las células tumorales una vez que el radiofármaco se ha unido a los tumores.
El Ytrio-90 es otro radiofármaco empleado en la terapia de tumores, especialmente en el tratamiento de linfomas no-Hodgkin y tumores hepáticos. Se utiliza en forma de un anticuerpo monoclonal que se dirige a las células tumorales. El Y-90 emite radiación beta que destruye las células malignas al irradiar el área del tumor de manera precisa. Esta terapia es útil para tratar cánceres que no responden adecuadamente a otras formas de tratamiento.
En algunos tratamientos, los radiofármacos se utilizan junto con radiosensibilizadores, que son sustancias que aumentan la sensibilidad de las células tumorales a la radiación. Un ejemplo es el Ioduro de radio-223 (Ra-223), utilizado en el tratamiento del cáncer de próstata metastásico que se ha diseminado a los huesos. El Ra-223 se acumula en las áreas de crecimiento óseo anormal y emite radiación alfa, que es altamente efectiva para destruir células tumorales en los huesos, reduciendo el dolor óseo y mejorando la calidad de vida de los pacientes.
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El Samario-153 se emplea en la terapia del dolor óseo causado por metástasis en cánceres como el de próstata y el de mama. El Sm-153 se une a los huesos y emite radiación beta que ayuda a reducir el dolor óseo y a controlar el crecimiento de las células tumorales en el tejido óseo. Este tratamiento es útil para manejar los síntomas en pacientes con metástasis óseas.
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