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Las patologías maxilofaciales aluden a los problemas derivados de infecciones bacterianas, traumatismos, condiciones congénitas, quistes u otras complicaciones asociadas a los dientes, las estructuras faciales, los tejidos de la boca, entre otros.
Pueden afectar gravemente al habla, la respiración y la deflución adecuada de alimentos. Además, más allá de estos aspectos funcionales, impactan también en la estética del paciente, sobre todo, cuando estos presentan malformaciones. El diagnóstico temprano y un tratamiento adecuado son esenciales para manejar estas patologías.
En lo que sigue, te presentamos las patologías más recurrentes, así como los tratamientos comúnmente aplicados para curarlos y corregirlos.
Las patologías maxilofaciales poseen etiologías y sintomatologías que varían según la gravedad del caso. Estas son las más recurrentes:
Estas infecciones pueden afectar, en diversos grados, la cavidad bucal y a las estructuras maxilofaciales. Se clasifican en dos: infecciones odontogénicas e infecciones no odontogénicas. Las primeras se originan, como lo indican su nombre, en las zonas periodontales y los dientes, por lo que pueden llegar a extenderse a estructuras óseas adyacentes. Las complicaciones más comunes son la fascitis cervical necrotizante, la sinusitis odontogénica y, en casos más graves, absceso cerebral. Por su parte, las infecciones no odontogénicas encuentran su etiología en otros factores. En ambos casos, el tratamiento incluye la administración de antibióticos y otros procedimientos como el drenaje o la cirugía.
Los tumores o quistes maxilofaciales pueden tener origen odontogénico o no. Se trata de neoplasias que pueden ser catalogadas como benignas o malignas según sus características, sintomatología y progresión. Se desarrollan, usualmente, como ameloblastoma (benigno), quiste dentígero, queratoquiste, mixoma, odontoma y granuloma. Los tratamientos varían y se centran en la extracción del cuerpo extraño; asimismo, cuando son malignos, esto se suma a tratamientos con radioterapia o quimioterapia en función de la patología. La detección temprana y el descarte de neoplasias cancerosas es fundamental para abordar estas patologías.
En estos casos, las patologías se originan a partir de traumatismos que dañan no solo a los dientes y estructuras óseas, sino también a los tejidos blandos. Los daños son generados por fracturas mandibulares, traumatismos dentoalveolares y otros tipos de fracturas en el tercio superior del rostro. Los médicos, tras evaluar a los pacientes con métodos como las radiografías o las reconstrucciones 3D, determinan la necesidad de intervenciones quirúrgicas para fijar los huesos. Esto implica el restablecimiento de la función adecuada de las zonas comprometidas, así como la restitución de la estética facial.
Se trata de una anomalía congénita que afecta el desarrollo facial de los neonatos y que encuentra lugar durante la gestación. Se describe como una abertura en el labio superior que alcanza la base de la nariz. En todos los casos, el tratamiento quirúrgico es el más recomendado debido a los resultados tanto funcionales como estéticos de la operación. Asimismo, tras la intervención, se deben implementar las terapias de hablar y alimentación para garantizar el desarrollo integral del niño.
Esta malformación también congénita puede coincidir con el labio leporino y se presenta como una hendidura profunda que se extiende por todo el paladar. De hecho, puede presentarse dos casos: labio leporino con paladar henido y labio leporino bilateral con paladar hendido. El tratamiento es quirúrgico: el objetivo es cerrar la fisura y normalidad la función del paladar y del labio superior si fuera el caso. El tiempo adecuado para realizar la intervención oscila entre los 10 y 12 meses desde el nacimiento, y pueden requierirse varias operaciones según el caso.
Estos problemas, conocidos como disfunciones de la articulación temporomandibular (ATM), pueden expresarse a través de dolores faciales, dolores de oído, dificultad para morder, entr eotros. Esto ocurre por el desgarse del disco de la articulación, el dañó en el cartílago o el daño por algún traumatismo. Aunque las molestias son temporales en la mayoría de los casos, se puede llegar a necesitar tratamientos que incluyen cirugías.
Cada una de las patologías maxilofaciales requiere un abordaje especializado que a menudo involucra a un equipo interdisciplinario. Si bien el diangóstico temprano es fundamental, cuando la patología se encuentra en un alto nivel de avance, se deben aplicar diversos tipos de tratamientos adaptados a las necesidades del paciente.
Las intervenciones quirúrgicas para tratar patologías maxilofaciales abarcan una amplia gama de procedimientos, entre ellos la extirpación de tumores, la reparación de fracturas faciales y la corrección de malformaciones congénitas como el labio leporino y el paladar hendido. Las tecnologías avanzadas, como la cirugía asistida por computadora y los implantes personalizados, han mejorado significativamente los resultados estéticos y funcionales.
Las opciones no quirúrgicas son preferibles en la gestión inicial de ciertas patologías maxilofaciales. Incluyen el tratamiento farmacológico, como antibióticos para infecciones o analgésicos para el manejo del dolor en casos de disfunciones de ATM. También se consideran terapias complementarias como la fisioterapia, la terapia con dispositivos de avance mandibular y las modificaciones dietéticas.
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