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Las acciones al portador son un tipo de título que han gozado de interés en el ámbito empresarial y financiero debido a sus características únicas, como la flexibilidad, la facilidad de transferencia y el anonimato. Sin embargo, estos mismos atributos también han suscitado preocupaciones regulatorias, dado su potencial para facilitar operaciones sin rastreo o transparencia. En este texto, se profundizará en la definición de las acciones al portador, sus características, usos y los problemas que presentan, tanto desde el punto de vista de la banca como de los gobiernos.
Una acción al portador (en inglés, bearer shares) es un tipo acción o título (share o stock) emitido por una sociedad; es decir, se trata de un documento que no lleva el nombre del propietario o, en términos más simples, no está nominativamente asignado. Por lo tanto, este tipo de acciones se caracteriza por la propiedad y derechos que recaen sobre él: quien lo posee o porta es el directo beneficiario. En pocas palabras, bastará con entregar el certificado para que se efectúe el cambio de titularidad, lo que permite, en definitiva, una transferencia sencilla.
La diferencia entre una acción al portador y una acción nominativa se encuentra en la identificación del propietario. Como se ha visto, la titularidad de las acciones al portador corresponde a quien posee físicamente el título; en cambio, las acciones nominativas cuentan con el nombre del propietario, lo que implica que se encuentra registrado en los libros de la sociedad emisora. En este sentido, este tipo de acciones ofrecen mayor transparencia y seguridad, ya que el nombre del propietario queda en el registro. Esto reduce significativamente el riesgo de actividades ilícitas.
Las acciones al portador son comunes en los siguientes campos y tipos de empresa:
Empresas constituidas como sociedades anónimas (por ejemplo, empresas familiares).
Administración de bienes muebles.
Administración de propiedades inmobiliarias.
Administración de participaciones en empresas.
Las acciones al portador poseen tres características: flexibilidad, transferibilidad y anonimato. Estas se desarrollan a continuación:
La principal característica de las acciones al portador es su flexibilidad. Como carece de registro de propietario, el proceso para transferirlo es rápido, fluido y no requiere pasos burocráticos adicionales. En otras palabras, el cambio de titularidad se opera directamente cuando el portador entrega el certificado o documento que acredita la acción no nominativa. Precisamente, esta particularidad las convierte en una opción muy valorada en mercados en los que se requiere diligencia en las transacciones.
La transferibilidad de este tipo de acciones es, siguiendo lo anterior, sencilla, rápida y simplificada. Esta característica alude a la transferencia de la propiedad del título. En términos más precisos, la titularidad cambia con el mero hecho de entregarlo a otro portador o persona. Como se ve, la transferibilidad no exige pasos adicionales como sí ocurre con las acciones nominativas, que requiere un registro.
Es anonimato es otro rasgo distintivo de las acciones al portado. De hecho, esto se basa en lo que se abordó anteriormente: en comparación con las acciones nominativas, en las cuales sí existe un registro oficial de los propietarios –de ahí su nombre–, el tenedor de una acción al portador no requiere ninguna acreditación salvo la posesión del título. Esto aporta discreción y altos niveles de privacidad a las transacciones tanto de la empresa como de sus integrantes.
En Gutiérrez & Ramos S.A., una empresa que gestiona propiedades comerciales, un edificio forma parte de los activos de la empresa, representados mediante acciones al portador. El propietario, para transferir la propiedad indirecta del edificio, entrega el certificado de las acciones al comprador, Soluciones Inmobiliarias Pérez. Este traspaso no requiere modificar los registros de la empresa, ya que las acciones al portador no llevan el nombre del titular. Al recibir el certificado, Soluciones Inmobiliarias Pérez adquiere automáticamente los derechos sobre el edificio de forma ágil y anónima.
Debido a sus características, las acciones al portador son objeto de restricciones por parte de la banca y los gobiernos.
A pesar de las ventajas de las acciones al portador –que se corresponden con sus características– muchos bancos y entidades financieras han impuesto limitaciones en cuanto a su aceptación. Así, la prestación de servicios a las empresas que emiten este tipo de títulos se ven reducidas debido, sobre todo, al anonimato de los portadores, cuyos datos no llegan a consignarse en los libros mercantiles. Las entidades bancarias, en este sentido, dispones un conjunto de trabas a este tipo de transacciones para incentivar el registro formal y prevenir acciones ilegales, como el blanqueo de capitales.
Los gobiernos también imponen restricciones a las acciones al portador debido a su potencial para facilitar el flujo de capitales sin registro y, por ende, sin trazabilidad financiera. Entonces, ¿qué es lo que se busca al limitar el flujo de títulos al portador? Por un lado, en alianza con la banca, los gobiernos procuran conseguir la localización de las acciones y, por otro lado, impedir la evasión fiscal. Esto explica que, en muchos países, las autoridades hayan dispuesto la no aceptación de estas acciones. La consigna de la prohibición de emitir acciones al portar es clara: reducir zonas opacas, incrementar la transparencia y fortalecer la fiscalidad. De hecho, muchos gobiernos han presionado a diferentes jurisdicciones a que establezcan limitaciones a sociedades offshore con sede en paraísos fiscales.
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