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Aunque el sueño es un componente esencial para el desarrollo físico, emocional y cognitivo de los niños, existen diversos factores que pueden interferir en la capacidad para descansar adecuadamente. Entre los trastornos del sueño en estas edades tan tempranas, podemos encontrar el insomnio infantil, el síndrome de piernas inquietas, la apnea del sueño o terrores nocturnos.
El trastorno del sueño en niños es un problema de salud que afecta a muchos/as niños/as y también a sus familiares, generando estrés y preocupación en sus progenitores. Pueden ser varios los factores genéticos, ambientales o psicológicos los que afecten al sueño en los niños. Por ello, la detección temprana y su correspondiente intervención pueden reducir los efectos negativos de los problemas de sueño en estas edades.
El trastorno del sueño en niños representa un problema de salud pública por su alta prevalencia. Supone un tercio de los niños y adolescentes quienes sufren en algún momento alteraciones del ritmo del sueño. El sueño es aquel resultado de la interacción de distintas áreas a nivel troncoencéfalo, diencéfalo y corteza cerebral durante el proceso evolutivo desde la forma prenatal y poco a poco va a abarcando factores madurativos, genéticos y constitucionales. Las fases de un ciclo de sueño en la edad de adulto son:
Al nacer se identifican dos fases de sueño: sueño activo (movimiento oculares con ojos cerrados o movimiento faciales con sonrisas y muecas, entre otros) y sueño tranquilo (conducta tranquila, sin movimientos corporales y con respiración regular). Hasta que cumple los 3 meses de edad, el bebe pasa de la vigilia al sueño activo directamente. En este momento, los hábitos de sueño son polifásicos y se distribuye durante el día y la noche, con una duración de sueño entre 2-3 horas. Aquí su único factor limitante principal es el estímulo hambre-saciedad.
Ya entre los 3 y 12 meses aparecen los estadios del sueño NREM (N1 a N3), que alternándose con el sueño REM, constituyen los ciclos del sueño. Más tarde, entre el 4º y 6º mes aparece el ritmo circadiano, consolidándose así un periodo de sueño nocturno más prolongado y desarrollándose un ritmo multimodal, dividiéndose una siesta por la mañana, otra por la tarde y un largo sueño nocturno. Ya en los 8-10 meses, el sueño se va pareciendo al de un adulto. Y cuando cumplen el año y medio de edad, se retira la siesta matinal y persiste una siesta a medio día, así se podrá consolidar el largo sueño nocturno.
Entre los años 2 y 5 años de edad, se acaban los periodos de sueño cortos y se consolida un único periodo de sueño con supresión de las siestas diurnas. Y ya entre los 5 -10 años de edad, los patrones del sueño adquieren cierta estabilidad y se parecen a los del adulto. Luego, en la pubertad se observa una tendencia fisiológica de retrasar el inicio nocturno del sueño. Esto puede provocar que aparezca el síndrome de retraso de fase.
La siguiente clasificación del trastorno del sueño en niños se caracteriza por valorar principalmente el síntoma principal y centrarse en las enfermedades del sueño en los niños:
Ante la sucesión de estos episodios, lo más recomendable es visitar al pediatra para tratar cuanto antes este trastorno del sueño en niños y otros. En la exploración física, hay que buscar sospechar una patología que esté relacionado con estos problemas de sueño. Como prestar atención a la presencia de reflujo gastroesofágico, alteraciones dermatológicas, obstrucción de la vía aérea, por ejemplo.
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