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El Día Internacional de la Lengua Materna es una efeméride que celebra la diversidad y riqueza de los idiomas nativos, pilares de identidad y tradición. Establecido por la Unesco, este día nos invita a reflexionar sobre la importancia de preservar y promover la lengua aprendida en la infancia. En un mundo globalizado, mantener viva nuestra lengua materna fortalece la interculturalidad y la preservación de todas las lenguas, lo que impulsa el respeto por la diversidad. Esta celebración inspira esfuerzos en países de todo el mundo y reafirma la lucha por conservar las lenguas originarias.
La lengua materna, en términos sencillos, es aquella que una persona aprende en su primera infancia, casi siempre parte de su madre, núcleo familiar o cuidadores, quienes comparten la misma lengua que permite la interacción verbal; de hecho, esta se erige como fuente para el desarrollo del pensamiento y la comunicación. Puede recibir otras denominaciones, como lengua nativa, según la perspectiva desde la que se estudia, ya sea a través del prisma de la enseñanza de lenguas, que la opone a la lengua extranjera (LE), o la sociología del lenguaje, que aborda su adquisición, estatus y prestigio en sociedades multilingües.
Desde la perspectiva del desarrollo durante los primeros años de vida, la lengua materna adquiere protagonismo en la vinculación con la realidad circundante y la interpretación de esta, así como en la creación de un sentimiento de pertenencia a la comunidad que la habla. Así pues, en este periodo, dicha lengua establece los cimientos cognitivos para el perfeccionamiento de las competencias lingüísticas fundamentales (expresión oral y comprensión auditiva), la adquisición de conceptos complejos y, posteriormente, el aprendizaje de otras lenguas, sin dejar pasar el aprendizaje escritura y la lectura durante la formación básica (educación formal).
No olvidemos que la lengua materna no solo es importante por su protagonismo en el establecimiento de las bases de la identidad cultural, sino que también resalta la necesidad de reconocer la diversidad lingüística, cuya mayor demostración se encuentra en la existencia de 7106 lenguas en todo el mundo. Asimismo, llama la atención en torno al multilingüismo, es decir, la protección y defensa de las lenguas nativas frente a lenguas más prestigiosas (como las imperiales, a saber, español, francés, portugués, inglés, entre otros), que suelen ganar terreno a lenguas minoritarias, las mismas que pueden ingresar a la lista de lenguas en peligro de extinción (al menos 4450 lenguas).
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El Día Internacional de la Lengua Materna incide en reconocer la importancia de la diversidad lingüística, así como la necesidad de desplegar medidas para proteger las lenguas de todo el mundo en un contexto global multilingüe. Sin embargo, junto con esta pretensión, también se encuentra el interés por reivindicar el derecho de todas las personas a expresarse –incluso a formarse en la escuela y centros superiores en la medida de lo posible– en su propia lengua. Este objetivo se enmarca en la defensa y demanda por el reconocimiento de la identidad lingüística de comunidades que, históricamente, han estado sometidas a poderes coloniales, políticas discriminatorias con respecto a lenguas nativas u originarias, y la imposición de abandonar la lengua materna como lengua vehicular, legal y literaria (véase como ejemplo la censura del euskera durante el franquismo).
Aprobado en 1999 por la Conferencia General de la Unesco, el Día Internacional de la Lengua Materna fue ideada y propuesta por Bangladés, país en el que, el 21 de febrero de 1952, vivió la protesta social en defensa de la lengua local frente a la imposición del urdú como lengua nacional. Se le conoce como Movimiento por la Lengua Bengalí, que tuvo como epicentro a la ciudad de Daca. Con este antecedente de por medio, sumado a una historia compleja y repleta de casos de imposición lingüística, la Unesco tomo la propuesta de dicho país y fijo, en consecuencia, el 21 de febrero como fecha internacional para conmemorar la lucha por la protección de la lengua materna.
De lo anterior, de hecho, se desprende una premisa interesante con respecto a este día: frente a la homogeneización cultural que promueve la globalización de la mano de la tecnología y el incremento de hablantes de lenguas mayoritarias (inglés, chino mandarín, hindi, español, francés, portugués, bengalí, ruso, urdú, entre otros), el día de la lengua materna pretende concienciar sobre la desaparición de sistemas de comunicación verbal cuyos orígenes se remontan incluso a los albores de las primeras civilizaciones avanzadas. Cada idioma, con independencia de su cantidad de hablantes o ubicación geográfica, es igual de valiosa, por lo que merece protección y promoción de su enseñanza.
Actualmente, muchos países abogan por políticas de educación intercultural/bilingüe, pero además por la descripción y rescate de lenguas indígenas para insertarlas en la educación formal en comunidades en las que perviven. Estados, universidades, instituciones y organismos internacionales despliegan proyectos de fortalecimiento de la lengua materna en tanto hablar, formarse y relacionarse con la administración en ella se reconoce como un derecho fundamental de las personas.
En este punto, es posible mencionar de manera esquemática la importancia de hablar tu lengua materna. Entonces, hablándola,
fortaleces tu identidad cultural y conectas de manera más profunda con tus raíces, ya que gracias a ella comunicas ideas, sentimientos, pareceres y transmites tradiciones de una generación a otra, de ahí que una lengua materna sea un patrimonio cultural invaluable;
fortaleces las bases para el aprendizaje de otras lenguas, lo que tiene que ver con el desarrollo de habilidades y competencias lingüísticas avanzadas, sobre todo, en la comprensión de estructuras y la interiorización de inventarios fonológicos, muy importantes en el estudio de una lengua extranjera (LE);
contribuyes a la integración social, la cohesión comunitaria y la puesta en valor de una lengua compartida por los miembros de un grupo social, lo que favorece el diálogo intercultural, el respeto por la diversidad y la creación de un contexto propicio para la expresión libre, inclusiva y tolerante;
alcanzas altos niveles de rendimiento, sobre todo, en tareas que exigen una alta complejidad intelectual y de razonamiento, lo que te permite expresarte con claridad con estructuras y léxico apropiado según la situación comunicativa; al mismo tiempo, experimentas confort al utilizar la lengua que más dominas y cuyo conocimiento te sitúa como un hablante altamente competente.
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Ya hemos comprendido la importancia de la lengua materna para fortalecer la identidad de diversas comunidades, donde el idioma es un elemento imprescindible para la comunicación, cohesión y transmisión de conocimientos. Si bien su preservación alcanza una perspectiva global, es decir, incluye a todos los idiomas nativos hablados en los cinco continentes, la lucha por su promoción y recuperación resuena en países de Latinoamérica, donde las lenguas nativas han perdido espacio frente al español o portugués desde el siglo XVI.
De ahí la relevancia del Día Internacional de la Lengua Materna en México, el Día Internacional de la Lengua Materna en Guatemala, el Día Internacional de la Lengua Materna en Perú y en otros países como Brasil. Con al menos 560 lenguas indígenas en América Latina, donde al menos el 33 % está en riesgo de desaparecer, el enfoque de este día mundial se orienta a la puesta en valor de las lenguas indígenas o lenguas originarias.
Lenguas como el náhuatl y el zapoteco en México; el quechua y el aimara en Perú; el maya-quiché en Guatemala; o decenas de lenguas indígenas en Brasil, pueden pervivir gracias a la educación intercultural/bilingüe, sobre todo, para garantizar que las hablen las nuevas generaciones. Un ejemplo modélico de este esfuerzo es el euskera en el País Vasco, que ha sido revitalizado exitosamente y sirve de ejemplo (político, metodológico y educativo) para la preservación de otras lenguas.
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