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El impuesto sobre beneficios es un elemento fundamental en la estructura fiscal de la mayoría de los países. Este impuesto grava los beneficios obtenidos por las empresas, desempeñando un papel crucial en la generación de ingresos para el Estado en la regulación económica.
En este blog, vamos a conocer en profundidad el concepto de impuesto sobre beneficios, qué tipos hay y cómo se calcula. ¡Acompáñanos en este camino dentro de la contabilidad!
El impuesto sobre beneficios, también conocido como impuesto sobre las ganancias o impuesto de sociedades (IS), es una figura tributaria que se calcula en función de las ganancias netas que las empresas y corporaciones han generado en España durante un período fiscal determinado.
Este tipo de impuesto es muy importante en los sistemas tributarios modernos y tiene como objetivo principal recaudar ingresos para el Estado. Además, busca promover la equidad fiscal, ya que las entidades con mayores beneficios contribuyen en mayor medida al financiamiento de los servicios públicos.
La tasa de imposición puede ser fija o variable, dependiendo del marco legal de cada país. En algunos casos, se establecen escalas progresivas donde la tasa aumenta conforme los beneficios de la entidad son mayores, incentivando así una distribución más equitativa de la carga tributaria.
Hay que destacar que, la correcta aplicación del impuesto de beneficios requiere de una contabilidad transparente y detallada por parte de las compañías, así como de un sistema de fiscalización eficaz por parte del país para evitar la evasión y la elusión monetaria.
El impuesto de sociedades cumple varias competencias clave:
Recaudación: Proporciona fondos necesarios para que el gobierno puede llevar a cabo sus funciones y servicios públicos.
Redistribución: Ayuda a redistribuir la riqueza y a financiar políticas sociales.
Regulación: Incentiva o desincentiva ciertas actividades económicas mediante exenciones o créditos fiscales.
Es fundamental que las empresas mantengan una contabilidad precisa y cumplan con sus obligaciones fiscales para garantizar la justicia y eficiencia del sistema tributario. Del mismo modo, es crucial que las autoridades fiscales dispongan de mecanismos adecuados para combatir la evasión y elusión fiscal, asegurando así que todos los agentes económicos contribuyan de forma equitativa al desarrollo y bienestar social.
Aunque el principio básico de los impuestos sobre beneficios es universal, la aplicación y estructura de estos puede variar significativamente. Así, algunos de los tipos más comunes de impuestos sobre beneficios que existen en diferentes sistemas fiscales alrededor del mundo son:
Es el más conocido y se aplica directamente sobre los beneficios netos de las empresas. Las tasas pueden ser fijas o progresivas y a menudo se ofrecen deducciones y créditos para fomentar ciertas actividades económicas.
Este impuesto se aplica a los beneficios distribuidos a los accionistas en forma de dividendos. Puede ser retenido en la fuente y a menudo existe un tratado para evitar la doble imposición.
Grava las ganancias obtenidas por la venta de activos o participantes empresariales. La tasa puede variar dependiendo del tiempo que se haya mantenido el activo y de la naturaleza del mismo.
Diseñado para asegurar que las empresas que se benefician de deducciones y créditos fiscales significativos paguen al menos una cantidad mínima de impuestos.
Algunos países implementan impuestos dirigidos a sectores específicos con alta rentabilidad como el sector financiero, extractivo o digital.
Son contribuciones temporales o permanentes destinadas a financiar necesidades sociales urgentes o proyectos de gran envergadura.
Cada uno de estos impuestos tiene sus propias reglas y regulaciones, que buscan equilibrar la carga fiscal entre las diferentes entidades y garantizar una contribución justa y equitativa al financiamiento de los servicios públicos. La elección del tipo de impuesto y su estructura depende de la política fiscal del país y de sus objetivos económicos y sociales.
El cálculo del impuesto sobre beneficios es un proceso detallado que requiere de una comprensión clara de la legislación fiscal vigente y de los principios contables aplicables. El método que tienen las empresas para calcular esta cuantía es el siguiente:
Determinación de la base imponible
Primero se calcula la base imponible. Para ello, se ajusta el resultado contable del ejercicio, lo que implica sumar los ingresos y restar los gastos permitidos por la ley.
A continuación, se realizan ajustes por diferencias temporales y permanentes, que pueden incluir amortizaciones, provisiones, ingresos exentos, y gastos no deducibles.
Aplicación de deducciones y bonificaciones
En este segundo punto, se aplican las deducciones fiscales por inversiones, donaciones, y otras bonificaciones que la ley permita. Además, se consideran los créditos fiscales disponibles, como por ejemplo, los provenientes de doble imposición internacional o local.
Cálculo del impuesto bruto
Aquí es donde empieza el cálculo verdadero. La tasa impositiva se aplica correspondientemente a la base imponible. Esta tasa puede ser fija o variable según la legislación de cada país.
Compensación de bases imponibles negativas
Si la empresa tiene bases imponibles negativas de ejercicios anteriores, puede compensarlas en este punto, reduciendo así la base imponible actual.
Cálculo del impuesto neto a pagar
Finalmente, se resta de la cuota íntegra las retenciones y pagos a cuenta realizados durante el período fiscal.
El resultado es el impuesto sobre beneficios a pagar. Es importante señalar que este es un esquema general y que cada país tiene particularidades en su legislación que pueden afectar significativamente el cálculo final del impuesto. Además, las empresas deben estar al tanto de las actualizaciones fiscales que puedan surgir, ya que estas pueden implicar cambios en las tasas, deducciones, y otros aspectos relevantes del cálculo del impuesto.
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BOE-A-2014-12328. Ley 27/2014, de 27 de noviembre, del Impuesto sobre Sociedades. Boletín Oficial de Estado, número 288, de 28 de noviembre de 2014. Recuperado el 14 de junio de 2024. Ver aquí
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