Curso de Monitor de Actividades Acuáticas para Discapacitados y Embarazadas (CARNÉ FEDERADO)
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Aunque es un proceso natural, los cambios que ocurren durante el embarazo, tanto en la mujer como en el desarrollo del bebé, son realmente fascinantes. Es paradójico que todavía existan muchas preguntas sin respuesta sobre este fenómeno. Afortunadamente, las investigaciones continúan avanzando y en 2024 se ha publicado un estudio muy interesante sobre los cambios en el cerebro de las embarazadas durante el embarazo y después del parto.
Según la Organización Mundial de la Salud, cerca del 85% de las mujeres experimentarán al menos un embarazo a lo largo de su vida. Quienes han vivido esta experiencia conocen la montaña rusa de emociones y transformaciones que trae consigo. Durante el embarazo, se producen importantes cambios hormonales y modificaciones que permiten y favorecen el desarrollo del bebé. Por ejemplo, el sistema inmunológico se adapta para tolerar la presencia del feto, que es genéticamente distinto a la madre, evitando así un rechazo inmunológico.
Además, el útero se expande considerablemente, los riñones trabajan más para eliminar los desechos de ambos organismos, se incrementa el consumo de oxígeno y el corazón bombea más sangre para satisfacer las demandas metabólicas. También pueden presentarse cambios en la piel, el cabello, el peso y la digestión.
Por primera vez, se ha llevado a cabo una investigación que ha analizado los cambios en el cerebro de una mujer antes, durante y después de la gestación. Los resultados fueron publicados en la prestigiosa revista Nature Neuroscience.
La mujer analizada fue una neurocientífica de la Universidad de California llamada Liz Chrastil. Junto a su equipo de investigación, liderado por la científica Emily G. Jacobs, han trabajado en dos proyectos llamados "28 and Me", que analiza los cambios cerebrales durante un ciclo menstrual, y "28 and He", que estudia los cambios hormonales diurnos en varones. Motivada por los resultados obtenidos y su decisión personal de convertirse en madre, Chrastil decidió postularse para ser analizada antes de la concepción, durante el embarazo y en el periodo de postparto y lactancia.
La científica Liz Chrastil, de 38 años, logró su embarazo mediante fertilización in vitro (FIV). Aunque estudios previos no han encontrado diferencias significativas entre los embarazos naturales y los logrados con FIV en cuanto a cambios cerebrales, la FIV ofreció una forma controlada de seguimiento.
Así, antes de la concepción, comenzaron los monitoreos cerebrales. La participante no presentó complicaciones durante su embarazo y dio a luz a término por parto vaginal. Tras el nacimiento, amamantó a su hijo hasta los 16 meses. No tenía antecedentes de trastornos neuropsiquiátricos o endocrinos.
El estudio incluyó 26 sesiones de resonancia magnética (RM), desde tres semanas antes de la concepción hasta dos años después del parto. Estas sesiones permitieron obtener imágenes detalladas del cerebro en diferentes momentos del embarazo y el posparto.
Se utilizaron avanzadas técnicas de imágenes, con escáneres de alta precisión, para asegurar la consistencia de los resultados.
Las imágenes revelaron cambios significativos en el volumen de la materia gris y otras estructuras cerebrales, como la corteza cerebral, a lo largo del embarazo. Específicamente, el estudio de Chrastil mostró una reducción de más del 4% en la materia gris de su cerebro durante el embarazo, un cambio que se mantuvo incluso dos años después del parto. Además, descubrieron que el 80% de las regiones cerebrales se redujeron. Estas regiones están vinculadas con áreas relacionadas con las relaciones sociales o la cognición social.
A lo largo del estudio, la participante también proporcionó muestras de sangre para analizar las concentraciones de hormonas. Uno de los hallazgos clave fue la relación entre los cambios cerebrales de la materia gris y las fluctuaciones hormonales típicas del embarazo. Específicamente, estos cambios se relacionaron con el aumento de las hormonas sexuales del estradiol y la progesterona.
Aunque la "disminución" puede parecer negativa, las autoras han explicado que realmente se trata de un proceso adaptativo en una mujer embarazada. De hecho, cambios similares ocurren durante la adolescencia, otro periodo de grandes transformaciones.
Un hallazgo sorprendente fue que mientras la materia gris disminuía, la materia blanca en el cerebro de la futura madre experimentó un crecimiento acelerado, alcanzando su pico en el segundo trimestre del embarazo. Aunque las/os investigadores/as aún no comprenden completamente las implicaciones de este aumento, estudios en adolescentes apuntan a una posible conexión con un mejor desempeño cognitivo.
Por otra parte, aunque se observó una pequeña correlación entre niveles de ansiedad y ciertos cambios cerebrales, el estudio concluyó que, en general, no hubo una relación significativa entre el estado de ánimo y las modificaciones neuronales durante el embarazo. No obstante, continuar explorando el "cerebro de embarazada" puede ser clave para comprender la depresión postparto y otras situaciones. De hecho, este estudio demuestra que el cerebro adulto también puede experimentar grandes modificaciones estructurales.
Además, se controlaron factores externos como el estrés, el sueño y la calidad de vida para descartar que estos pudieran influir en los resultados.
Los datos obtenidos son cruciales para futuras investigaciones que busquen entender cómo los cambios hormonales y físicos durante el embarazo afectan el cerebro humano a largo plazo. De hecho, el grupo de investigación ya ha comenzado a monitorear el cerebro de mujeres embarazadas voluntarias que desean contribuir con los estudios.
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