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La Directiva 1999/31/CE de 26 de abril estableció el marco legislativo de la UE por el que se eliminaban los vertederos controlados. Tras este punto de partida, fueron sucediéndose normativas estatales y europeas con un fin que es paliar los efectos negativos en el medio ambiente como consecuencia de los vertidos sin control de residuos.
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La primera normativa que comenzó a legislar los vertederos controlados de residuos fue la mencionada Directiva 1999/31/CE de 26 de abril de 1999. En su definición se establecieron los requisitos técnicos exigibles y los tipos de residuos adecuados para cada tipo de vertedero. Así como, la obligación de gestionarlos una vez que estos fuesen clausurados.
A continuación, esta directiva se derogó en favor del Real Decreto 646/2022 de 7 de julio que definición estos vertederos como instalaciones donde se eliminan los residuos depositándolos en la superficie o de manera subterránea. Se incluyeron además las instalaciones de residuos peligrosos que se producen dentro o fuera del lugar de producción y por un plazo que supera los 6 meses; o aquellos que no siendo peligrosos superen un año si se destinan a eliminarse o 2 si se trata de valorizarlos.
Existen en la actualidad dos tipos de vertederos: los controlados y los no controlados. En este sentido los vertederos controlados son aquellos que exigen unas condiciones de control reguladas legalmente en cuento a su explotación, control, vigilancia, clausura y postclausura. Además debe´ran de someterse a inspecciones técnicas que la misma legislación establece.
También, se puede realizar una clasificación de los vertederos teniendo en cuenta el tipo de residuo que se admite:
Recogidos también en el RD 646/2020 se establecen unos requisitos para conseguir la consideración de vertedero controlado que son los siguientes:
Se llevarán acabo estrictos controles de las características del vertedero y la climatología, con el fin de evitar que las aguas subterráneas o superficiales alcancen los residuos vertidos. También se almacenarán y gestionarán las aguas contaminadas y los lixiviados.
Para lograr que las aguas subterráneas y superficiales no contaminen el suelo se establecerá una barrera geológica que junto con un revestimiento artificial estanco bajo la masa de residuos logren su protección.
En los vertederos controlados, se puede producir una acumulación de gases que deberán ser tratados y aprovechados mediante su recogida y tratamiento.
Los vertederos de residuos suelen emitir olores, polvo, y un sinfín de materiales que trae el viento, el ruido, o incluso los insectos. Para tratar estas molestias se establecerán medidas focalizadas en su reducción.
Se deberán colocar los residuos de tal forma que se eviten desprendimientos, deslizamientos o movimientos peligrosos.
A las personas ajenas a la entidad explotadora y no autorizadas se evitará su acceso a las instalaciones a través de las medidas de seguridad pertinentes.
Como último recurso, los residuos que no pueden utilizarse, reciclarse o valorizarse de ningún modo o sean rechazados por los sistemas de tratamiento se podrán gestionar en los vertederos controlados.
La alternativa a lo que son vertederos controlados son las plantas de reciclaje. En estos centros, se pueden dar una segunda vida a los residuos a través de diferentes procesos químicos. Los plásticos podrán recuperarse y volver a utilizarse como envases; al igual que la materia orgánica que podrá reutilizarse como abono para la agricultura.
En las instalaciones de las plantas de reciclaje se dividen los trabajos del reciclado en las siguientes áreas:
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Cristina Polo Calvo
COPYWRITER
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