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Aunque, sobre todo tras la pandemia, los centros sanitarios hayan desarrollado unas fuertes medidas de seguridad, ninguno de los que acudimos a un hospital estamos exentos de contraer una infección nosocomial. No importa si vamos como acompañantes o como pacientes, todos debemos guardar precaución y ser conscientes de que, en los centros de salud, es muy común contagiarse de algún virus.
No obstante, en este post, hablaremos de algunas de las medidas para la prevención de infecciones nosocomiales y de los métodos más punteros para que, tanto enfermos, como el personal y visitantes, se sientan seguros en los hospitales.
Las infecciones nosocomiales no solo suponen un problema de salud, sino que también significan un costo económico. ¿Sabías que, de coste medio, una noche de hospital cuesta a las arcas públicas unos 1.000€?
Las enfermedades nosocomiales pueden ser endémicas o epidémicas. La primera tipología es la más común, mientras que las epidémicas ocurren solamente durante brotes como el del COVID-19.
Las infecciones nosocomiales, también conocidas como infecciones hospitalarias, son aquellas que se desarrollan durante la estancia de una persona en un centro de atención médica. Estas infecciones pueden no estar presentes o ser incubadas en el momento de ingreso del paciente, pero se desarrollan como resultado de la atención médica recibida.
Las infecciones nosocomiales pueden ser causadas por diversos microorganismos, como: bacterias, virus, hongos u otros agentes infecciosos. Estos agentes pueden ser transmitidos de persona a persona o mediante otras vías que veremos a continuación.
Para prevenir el contagio de enfermedades nosocomiales, los profesionales de la seguridad clínica, deben prestar especial atención a las siguientes vías:
Vías urinarias: los baños son un perfecto caldo de cultivo para virus y bacterias. La desinfección continua es primordial en estos espacios.
Vías aéreas: los microorganismos pueden ser liberados al ambiente cuando una persona infectada tose, estornuda o habla, y luego son inhalados por otras personas en la misma área. Por eso es muy importante mantener limpios los conductos de ventilación.
Lugares de intervención quirúrgica y curas: la exposición del personal a la sangre, la contaminación de los instrumentos, la piel o el contacto con superficies contaminadas suponen un riesgo para la salud. El quirófano es el punto donde más resulta prevenir las infecciones, ya que, alrededor de un tercio de la población es portadora de la bacteria estafilococo áureo en la piel y en las fosas nasales. Esterilizar y desinfectar todas las superficies e instrumentos es básico para la prevención de infecciones nosocomiales.
Vía vectorial: algunas infecciones nosocomiales pueden ser transmitidas por vectores, como mosquitos o garrapatas, que se encuentran en el entorno hospitalario. Estos vectores pueden portar microorganismos patógenos y transmitirlos a los pacientes.
Vía enteral: Ocurre cuando los microorganismos ingresan al cuerpo a través del sistema digestivo. Esto puede suceder debido al consumo de alimentos o agua contaminados, o mediante la manipulación inadecuada de sondas de alimentación o catéteres. Almacenes y cocina son dos espacios que también deben someterse a estrictos controles.
Lo más importante para la prevención de infecciones nosocomiales es interiorizar las prácticas básicas de higiene, como son: el lavado de manos frecuente, la desinfección de superficies, el uso de barreras protectoras (como guantes y mascarillas) y el cumplimiento de protocolos de control de infecciones en los entornos hospitalarios.
Además, existen otras medidas para la prevención de infecciones hospitalarias más exhaustivas y especializadas:
Parece un poco irónico que en los centros médicos sea donde más opciones de contraer virus tengamos, pero no es nada sorprendente si nos paramos a pensar en los cientos de pacientes con afecciones que acuden a ellos cada día.
A continuación, mencionamos algunas de las infecciones más graves y comunes sobre las que tenemos que ser conscientes para tomar las medidas de prevención oportunas:
Infecciones del torrente sanguíneo asociadas a catéteres intravasculares: pueden provocar infecciones graves, sepsis y complicaciones potencialmente mortales.
Neumonía asociada a la ventilación mecánica: se desarrolla en pacientes que requieren ventilación mecánica y es una infección grave que puede ser difícil de tratar.
Infecciones del tracto urinario asociadas a sondas urinarias: pueden desencadenar complicaciones renales y aumentar el riesgo de sepsis.
Infecciones de heridas quirúrgicas: pueden darse después de una cirugía y causar complicaciones graves, como infecciones profundas en los tejidos, retraso en la cicatrización de la herida y necesidad de intervenciones quirúrgicas adicionales.
Infecciones por bacterias resistentes a los antibióticos: las infecciones nosocomiales causadas por bacterias resistentes a múltiples antibióticos, como las bacterias del género Staphylococcus aureus resistente a meticilina (SARM) y Enterobacterias resistentes a carbapenémicos (ERC), son especialmente peligrosas. Estas infecciones pueden ser difíciles de tratar y limitar las opciones de tratamiento efectivo.
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