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Seguro que has oído hablar de las metodologías de aprendizaje alternativo y, en concreto, del método Reggio Emilia, pero ¿sabes quién fundó este innovador sistema basado en la observación, la experiencia y la experimentación con el medio? Su nombre es Loris Malaguzzi, educador y pedagogo nacido en 1920, cuyas ideas abrieron nuevos caminos en la enseñanza.
Loris Malaguzzi creó la teoría del juego infantil, que entiende la acción de jugar como un proceso por el cual se aprende del entorno y mediante la experiencia.
Este educador afirmaba que los niños son curiosos por naturaleza y que los primeros años de vida resultan cruciales para su desarrollo posterior, pues aprenden mejor explorando su alrededor. La teoría establece que la forma más efectiva para que los educadores ayuden a los niños a aprender es crear un ambiente en el que se sientan libres para explorar, experimentar y jugar con diferentes materiales cotidianos, dándoles un enfoque creativo. Así, desarrollarán una conciencia sobre el mundo que les rodea mientras adquieren habilidades psicomotrices.
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Como sabemos, el método Malaguzzi se enfoca en la creatividad, la autoexpresión y la colaboración, por lo que la escuela es entendida como un lugar de expresión y experimentación. A principios del siglo XX, Giuseppe Malaguzzi era profesor en la Accademia di Belle Arti de Florencia, Italia, donde desarrolló una visión de la enseñanza basada en la autoexpresión y el descubrimiento personal. Creía que los niños debían ser libres de explorar sus propios intereses sin restricciones. Este método enfatiza la creatividad y la expresión personal.
Como ya sabemos, Malaguzzi fue un educador (aparte de otras muchas cosas) cuya principal premisa partía de una educación libre, creativa y basada en la exploración. Más tarde fundó una escuela de arte, con sede en Italia, que tuvo gran influencia en el desarrollo de la educación artística.
Aunque esta corriente fue impulsada previamente por M. Montessori, Malaguzzi creó el concepto de «el lenguaje del niño», que hace referencia a la creencia de que los niños tienen su propio lenguaje, diferente al idioma hablado, y que este les ayuda a procesar la información que reciben del exterior y a entenderla mejor. Por decirlo de alguna manera, es como cuando en el colegio te explicaban un nuevo concepto y te pedían que lo expresaras con tus propias palabras para asimilarlo mejor. Por otro lado, esta premisa busca ayudar a los educadores a comprender el mundo del niño y sus procesos mentales.
Hay tres áreas de conocimiento lingüístico en esta teoría: vocabulario, semántica y sintaxis. El vocabulario se refiere al significado de las palabras y al modo en que se usan en una oración; la semántica implica comprender cómo se emplean las palabras en oraciones para transmitir significado, y la sintaxis consiste en entender las reglas que rigen la combinación de palabras en unidades más grandes que tienen sentido, como oraciones y párrafos.
En 1968, Loris Malaguzzi fundó el enfoque Reggio Emilia, que se centra en el propio niño como elemento principal de la educación primaria.
El enfoque Reggio Emilia sostiene que los niños participan activamente en su propio proceso de aprendizaje y que este puede ser apoyado por los adultos que trabajan con ellos. La finalidad de este método era proporcionar un enfoque más práctico y centrado en el niño.
La pedagogía Reggio Emilia surgió en Italia tras la Segunda Guerra Mundial como una propuesta educativa del pedagogo Loris Malaguzzi. Este defendía que el conocimiento que adquiere el alumnado debía obtenerse a través de la observación y la experimentación, potenciando así su creatividad.
También se basa en la pluralidad de cada niño, en sus capacidades y características, destacando que existen múltiples estilos de aprendizaje y que cada uno debe adaptarse a la persona. La motivación desempeña en esta pedagogía un papel fundamental, ya que un alumno interesado muestra mayor predisposición para asimilar conceptos.
Se trata de una metodología que no parte de un currículo con materias y objetivos establecidos. Su forma de enseñar está dirigida a los centros de interés que van marcando los alumnos a lo largo de su desarrollo. Además, el maestro debe crear un clima de confianza entre ambos para que, en todo momento, se den las condiciones más adecuadas que propicien la adquisición de los contenidos.
Por su parte, el método Montessori forma parte de una corriente filosófica de la educación basada en el respeto por la psicología natural del alumno.
Se prepara al estudiante para un desarrollo del que se le hace responsable a través de la cooperación con el adulto, que sustituye la imposición de tareas. Se crea un entorno adaptado a su aprendizaje y el alumno dispone de libertad para decidir hacia dónde quiere dirigir su actividad.
La primera escuela de esta naturaleza se inició a fines del siglo XIX. Era un centro para niños con necesidades especiales en el que se combinaron principios de la Psicología y la Ecología. Más tarde, en la década de 1970, se fundó una escuela en Inglaterra que utilizó estos fundamentos para educar a niños de 3 a 14 años.
El enfoque ecopsicológico de la educación se basa en tres ideas fundamentales:
El aprendizaje es mejor cuando es activo, no pasivo.
El aprendizaje debe estar enraizado en el mundo natural.
El medioambiente debe formar parte integral del currículo.
Actualmente, muchas escuelas y preescolares, a partir de las aportaciones de Malaguzzi, han incorporado estos principios en sus programas educativos.
Dentro de esta metodología se considera el medioambiente que se ofrece al niño en las aulas. El espacio físico debe propiciar la comunicación entre alumnos y profesores para fomentar su relación.
Un punto fundamental y una técnica útil en este tipo de aulas es contar con decoración elaborada por los propios alumnos y educadores. Esto ayuda a crear un ambiente de motivación, pues los estudiantes verán y sentirán, siempre que entren al aula, que su trabajo y esfuerzo son reconocidos.
Cabe destacar que este sistema pedagógico no excluye a los padres de los alumnos ni a la familia. Todo lo contrario: ellos forman parte del proceso de enseñanza. Al igual que el docente, los padres deben apoyar y escuchar a sus hijos. De este modo se construye un entorno propicio para su correcto desarrollo cognitivo.
Los métodos de enseñanza alternativos son cada vez más populares. Estos sistemas están siendo utilizados por los maestros para ayudar a los estudiantes a aprender de forma autónoma y creativa. Es importante que los docentes aprovechen estas técnicas, ya que permiten a los alumnos desarrollar las competencias que necesitan para el mundo real.
Aunque estos métodos comenzaron hace varias décadas, no han dejado de evolucionar y la tendencia es que se trasladen al plano digital para que el alumnado desarrolle habilidades tecnológicas. Por esta razón, metodologías como Montessori o Malaguzzi resultan aplicables en cualquier centro educativo, desde aulas infantiles hasta educación especial.
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