Función educativa de la danza

¿Cuál es la función educativa de la danza?

Seguramente te has preguntado para qué sirve la danza. Y, como respuesta, habrás pensado casi inmediatamente en la palabra "expresión". Precisamente, una función educativa de la danza es no permitir que quienes la ejecutan puedan transmitir, sobre todo, emociones. La danza en la escuela, entonces, contribuye con que los niños y adolescentes conozcan más sobre sí mismos y sobre otros, ya que dentro de los beneficios de la danza en el aprendizaje está también la socialización, no como una mera actividad individual.

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La función educativa de la danza

Como profesión, la danza requiere de una formación rigurosa, comúnmente adquirida en institutos, academias, universidades y otros centros destinados a la educación artística. En estos espacios, los/as candidatos/as a corógrafos/as, bailarines/as, entre otros, adquieren conocimientos teórico-prácticos. Estos permiten recurrir al cuerpo como medio de transmisión de un sinfín de elementos que pueden ingresar en diferentes categorías, como sentimientos, tradiciones, innovaciones, etc. Al tratarse de una función educativa de la danza circunscrita a la profesionalización, sienta sus bases en el perfeccionamiento de técnicas, dominio de géneros y versatilidad. 

No obstante, en el ámbito de la enseñanza escolar, la danza cobra otra tipo de relevancia. Por lo tanto, la orientación y la enseñanza de la danza recae en otros actores que no necesariamente son profesores/as dedicados exclusivamente a la danza, aunque cada vez es más común que lo sean. De hecho, la danza se enseña como parte o complemento de la educación física, puesto que en ella se atiende al desarrollo motriz y control del cuerpo. Por esta razón, los docentes suelen estar especializados en ciencias del deporte o carreras técnicas afines. Pero ¿cómo impacta la danza más allá de la educación física?

La danza, en términos generales, fomenta la creatividad a través de su sentido artístico, es decir, la proposición de movimientos en música y teatro, por ejemplo. Es más, al conocer la manera en que la danza constituye una forma de expresión en principio individual, contribuye con el reconocimiento del talento y creatividad de los otros. Por esta razón, la función educativa de la danza excede los límites personales. En otras palabras, permite apreciar el trabajo de los otros así como fomentar la socialización sana. De hecho, yendo un poco más allá, la danza fomenta la interculturalidad en tanto que promueve la valoración y aceptación no solo del legado de danzas tradicionales de cualquier parte del país o del mundo, sino también de nuevas tendencias y de otras que se van.

La danza como parte de la educación física

La danza, como disciplina artística, combina movimiento, música y expresión para crear una forma de comunicación no verbal. Pero, precisamente, se enfoca en el movimiento como parte del desarrollo de un conjunto de habilidades, en principio, físicas y luego creativas. De esta manera, la diversión, el involucramiento con los deportes y sus reglas (por ende, la consciencia del trabajo individual o grupal), así como el aprendizaje de danzas permiten desplegar procesos comunicativos complejos. DE ahí que sea positiva su implementación para mejorar la salud física y mental.

Ahora bien, como parte de la educación física, ¿con qué contribuye la danza? Lo comentamos a continuación:

• habilidades básicas
• desarrollo motriz
• capacidad de coordinación
• habilidades de percepción y movimiento
• control corporal
• atención y memoria
• pensamiento
• creatividad
• interacción entre individuos

La danza en las relaciones sociales

Dentro de la función educativa de la danza, esta contribuye con las relaciones sociales de calidad en las que resaltan el respeto, la tolerancia, la crítica constructiva y la valoración positiva de las cualidades tanto propias como ajenas. En este sentido, el autoconocimiento fomentado a través del movimiento físico promueve tomar consciencia de las posibilidades del cuerpo y su expresividad, así como conocer su lugar y límites en el espacio. De esta manera, con la creatividad desplegada en el baile, la danza e, incluso, en el juego, niños y niñas pueden comunicar sentimientos, sensaciones, preferencias, así como estimular la imaginación y la capacidad de transmitir ideas sin sentirse juzgados.

Entonces, ¿puede prevenirse el surgimiento de conflictos a través de la danza? En efecto, las dinámicas propias de la danza, sobre todo en contextos grupales, puede contribuir con la prevención de conflictos, problemas o violencia en aulas de clase. A través del lenguaje corporal y la exploración de las posibilidades de la comunicación no verbal, la transmisión de sentimientos, por ejemplo, puede ser más espontánea. Es así como puede lograrse que el desarrollo de la capacidad de entenderse y entender al otro, lo que permite desarrollar un alto sentido de empatía y fortalecer la autoestima.

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