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Existen documentos, fotografías u otros materiales necesitan ser conservados y mantenerse alejados de líquidos, humedad, manchas o rasguños. La laminadora en frío se encarga de lograr una conservación óptima de estos documentos de especial valor y prolongar así su vida útil. Más allá de eso, además logrará darle a todos estos documentos un aspecto limpio, profesional y cuidado. Ahora bien, además de la laminadora en frío existe la de calor que veremos más adelante cuando realicemos una comparativa entre ambas máquinas.
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La laminación o plastificación puede realizarse en frío o en caliente. En uno u otro caso, tendrá como objetivo la protección de la documentación con una lámina de plástico. Ahora bien, la plastificación se llevará a cabo con bolsas adhesivas en el caso de la laminación en frío y con rodillos de calor, en el caso de la laminación en caliente.
Este tipo de laminación, tiene una ventaja en cuanto a la seguridad a la hora de utilizarla, ya que, se reduce considerablemente el riesgo de sufrir cualquier tipo de quemadura. Aquí la laminadora se encarga de plastificar en frío utilizándose plástico autoadhesivo. Es decir, los rodillos de la máquina aplican presión sobre las láminas exteriores que van a servir de protección al documento, fotografía o similar.
Como consecuencia de este sistema, son muchas las laminadoras que no necesitan de energía eléctrica, siendo esto además una de las ventajas de la laminación en frío. Junto con esto, tampoco requiere de un calentamiento previo a la plastificación del primer documento.
Se requerirá para utilizar la laminadora las fundas autoadhesivas o rollos de film adhesivo en función del modelo de laminadora que se utilice.
Habitualmente, las oficinas hacen un uso más generalizado de las laminadoras en caliente. Este sistema funciona insertando el documento en una bolsa de plástico, que se introduce en la boca de la laminadora por el lado que está cerrado. A continuación los rodillos de la laminadora alimentarán el documento y sellarán el plástico hasta lograr que se derrita de forma ligera.
Al contrario que sucedía con la laminadora en frío, existe más riesgo de sufrir quemaduras, ya que, el documento sale caliente, necesitándose reposarlo unos segundos, lo que evitará que se arrugen.
La laminación en caliente, sí que necesita un precalentamiento para poder plastificar el primer folio. Además necesitará de un número de rodillos de calor acorde al grosor. Es decir, a mas grosor, más rodillos serán necesarios emplear.
Quedarse con uno u otro sistema no sería justo, ya que, cada ninguno es superior al otro. Ahora bien, para tomar una decisión salomónica, existe la posibilidad de hacerse con una laminadora mixta, que aúna ambos sistemas.
No obstante, tanto la laminación en frío como la caliente tienen sus pros y sus contras. Por un lado, la laminadora en frío tiene un funcionamiento más sencillo y es más segura, por lo que, puede ser utilizada hasta para un uso escolar. Ahora bien, también tiene como inconveniente su alto coste con respecto a la laminadora en caliente.
Al respecto, la laminadora en caliente cuenta con sensores que pueden detectar el grosor del papel, lo que permite su ajuste automático a la hora de plastificar el documento, lo que logra una plastificación óptima. Pero en cambio, existe un mayor riesgo en cuanto a sufrir quemaduras y requieren de un número de rodillos de calor que incrementa su precio.
Los pasos a seguir en cuanto al uso de una laminadora en frío son los siguientes:
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