Especialista en Psicología de la Emoción + Titulación Universitaria en Psicoterapia Emocional: Terapia Centrada en las Emociones (Doble Titulación + 8 Créditos ECTS)
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Seguro que alguna vez has oído hablar sobre la inteligencia emocional pero, ¿sabes realmente lo que significa? ¿Para qué sirve la inteligencia emocional? ¿Qué supone ser inteligente emocionalmente? ¿Qué importancia tiene en nuestro día a día? Todas estas cuestiones son las que vamos a aclarar en este artículo y en nuestra formación de inteligencia emocional y gestión de emociones. ¡Sigue leyendo!
Lo primero que debes saber, es la importancia que tiene la faceta emocional como elemento clave en la inteligencia. Las emociones son algo intrínseco a nuestro comportamiento y actividad mental y, por consiguiente, son un factor que debe ser estudiado para comprender cómo somos.
Así pues, la inteligencia emocional nos ayuda a entender de qué manera podemos influir de un modo adaptativo e inteligente tanto sobre nuestras emociones, como en nuestra interpretación de los estados emocionales de los demás. Este aspecto de la dimensión psicológica humana tiene un papel fundamental en nuestra manera de socializar y en las estrategias de adaptación al medio que seguimos. ¿Te interesa este ámbito? ¡Vamos allá!
La Inteligencia emocional (IE) es un constructo que se refiere a la capacidad de los individuos para reconocer sus propias emociones y las de los demás, distinguir sentimientos y etiquetarlos apropiadamente, utilizar información emocional para guiar el pensamiento y la conducta, y administrar o ajustar las emociones para adaptarse al ambiente o conseguir objetivos. Es decir, saber manejar tus emociones.
Por tanto, esta habilidad puede significar la diferencia entre comportarse de una manera socialmente aceptable y estar fuera de lugar en una situación social determinada. El concepto se relaciona con el auge de la ciencia de las relaciones humanas, que comenzó a darse con fuerza en el siglo XX. La expresión fue popularizada recién a finales del siglo por Daniel Goleman, quién asegura que el centro emocional tiene un poder mucho más fuerte del que se conoce para influir en el funcionamiento global del cerebro.
Gracias a la inteligencia emocional, los menores aprenden a regular sus emociones con el objetivo de lograr un desarrollo emocional sano y empático."
En definitiva, la inteligencia emocional es la capacidad de percibir, expresar, comprender y gestionar las emociones. Y es importante porque cuanto más comprendamos estos aspectos de nosotros mismos, mejor serán nuestra salud mental y nuestro desarrollo social. Asimismo, lo será el de las futuras generaciones. ¡Cuánto antes se empiece, mejor!
Es importante también saber, para después motivar la inteligencia emocional en la escuela, que el constructo psicológico de la Inteligencia Emocional se basa tanto en la observación del funcionamiento del cerebro como en información obtenida mediante la psicometría.
Las personas que poseen estas cualidades, suelen ser personas socialmente equilibradas, extrovertidas, alegres y que en lugar de preocuparse ven los problemas como oportunidades de crecimiento y mejora. ¿Fantasía verdad?
La idea de controlar tu inteligencia emocional no es alterar tu capacidad de generación de emociones, sino la reacción ante ellas, que muchas veces tiene igual o más impacto en la vida cotidiana que la emoción en sí. De esta forma, no es que sufras menos sensaciones negativas y más positivas, sino que eres capaz de dimensionar en su justa medida cada una de ellas.
Además, en situaciones donde la primera impresión es fundamental (conocimiento con parejas, entrevistas de trabajo...), la inteligencia emocional suele ser un punto clave en esos casos.
En definitiva, comprender esta habilidad psicológica significa desenvolverse de forma más capaz, más inteligente y en equilibrio.
Dentro de la inteligencia emociona, podemos distinguir cuatro ramas que explican toda la filosofía que subyace a este concepto. Estas son:
¿Sabes qué emociones y sentimientos experimentas, cómo impactan en tu día a día, con qué intensidad los sientes y por qué situaciones surgen? Cuando hablamos de inteligencia emocional lo primero a lo que suele hacer referencia es a la interpretación de las emociones de los demás, y aunque esto sea totalmente cierto, una parte importante de la inteligencia emocional es conocerse primero a uno mismo. Si no entrenas la inteligencia emocional sobre ti mismo, ¿cómo la ibas a aplicar en tu relación con los demás?
Es por ello que hay que realizar una introspección en nuestras emociones para destripar su esencia, sus porqués y sus cómos. Antes de gestionar tus emociones, debes saber qué conviene gestionar exactamente para poder establecer una hoja de ruta mental para mejorar.
En el día a día, y en un amplio rango de situaciones sociales, es necesario tener un autocontrol de las emociones. Por eso, una de las ramas troncales de la inteligencia emocional consiste en cribar nuestras emociones y decidir de forma calculada qué expresar y qué emociones reprimir. Cuando hablamos de reprimir emociones no significa que debas transmitir una imagen de positividad tóxica constante, pero sí saber cuándo toca expresar un pensamiento negativo y cuándo es mejor guardárselo para otro momento.
A su vez, la gestión de las emociones es primordial cuando se trata de situaciones desagradables, conflictivas o que suscitan emociones muy intensas que pueden llevarnos a tomar decisiones desacertadas. La inteligencia emocional también consiste en canalizar estos torbellinos emocionales para abonanzarlos.
Estudia cómo se sienten los demás y tenlo siempre en cuenta en cualquier declaración que hagas aunque sea bienintencionada. Una persona con inteligencia emocional ha de saber detectar las señales físicas como psicológicas en una persona que le dan pistas para saber a ciencia cierta cómo se siente en cada momento una persona independientemente de lo que transmita verbalmente.
Así pues, la inteligencia emocional te ayudará a pulir tu discurso, a disculparte y hacer las paces cuando sea necesario, a mejorar tu imagen como persona en el plano social, a llevarte a la gente a tu terreno y, eventualmente, a crear un ambiente agradable entre las personas que te rodean.
Puedes conocerte muy bien a ti mismo y ser consciente de los sentimientos de los demás, pero puede que te falle la inteligencia emocional en la manera en la que decides, consciente o inconscientemente, exteriorizar tus emociones. Esto es especialmente relevante a la hora de, por ejemplo, utilizar el humor o comunicar una queja cualquiera. En muchas ocasiones, podemos hacer bromas que den lugar a malentendidos o a comunicar un desacuerdo de forma demasiado personal o agresiva.
Es por ello que esta rama de la inteligencia emocional es la más difícil de entrenar, pero también la más esencial en el trato con los demás. Lo complicado es que muy poca gente te podrá definir cómo comunicas y se atreverán a señalar tus fallos, por lo que debes leer esos pequeños detalles significativos en el comportamiento y reacciones ajenas, u optar por preguntarle a alguien de confianza.
Podemos aumentar nuestra inteligencia emocional trabajando, principalmente, estas cinco competencias:
Como te decía... Nada fácil. Decirlo está muy bien, pero ahora hay que conseguirlo. Y para ello existen una serie de cursos y másteres especializados en este tema que te ayudarán a conseguir ser inteligente emocionalmente. ¡Echa un vistazo a nuestra formación online!
Las mejores respuestas a una pregunta tan amplia están detrás de una gran formación. Pero, para que llegues preparado a ese nivel, vamos a conocer las nociones más básicas de la inteligencia emocional. ¡Toma nota!
El gran teórico de la inteligencia emocional, el psicólogo estadounidense Daniel Goleman, señala que los principales componentes que integran la inteligencia emocional son los siguientes:
Se refiere al conocimiento de nuestros propios sentimientos y emociones y cómo nos influyen. Es importante reconocer la manera en que nuestro estado anímico afecta a nuestro comportamiento, cuáles son nuestras capacidades y cuáles son nuestros puntos débiles. Te sorprendería lo poco que te conoces a ti mismo. ¡Autoanalízate!
El autocontrol emocional nos permite reflexionar y dominar nuestros sentimientos o emociones, para no dejarnos llevar por ellos ciegamente. Consiste en saber detectar las dinámicas emocionales, saber cuáles son efímeras y cuáles son duraderas, así como en ser conscientes de qué aspectos de una emoción podemos aprovechar. Básicamente, restarle poder a eso que nos daña. ¡Ojalá fuera así de fácil! Requiere mucha inteligencia emocional y equilibrio.
Enfocar las emociones hacia objetivos y metas nos permite mantener la motivación y establecer nuestra atención en ellas, en vez de en los obstáculos. En este factor es imprescindible cierto grado de optimismo e iniciativa, de modo que tenemos que valorar el ser proactivos y actuar con tesón y de forma positiva ante los imprevistos.
La detección de estas emociones ajenas y sentimientos que pueden expresar mediante signos no estrictamente lingüísticos (un gesto, una reacción fisiológica, un tic), nos puede ayudar a establecer vínculos más estrechos y duraderos con las personas con que nos relacionamos.
Está muy relacionado con la inteligencia verbal. Una buena relación con los demás es una fuente imprescindible para nuestra felicidad personal e incluso, en muchos casos, para un buen desempeño laboral.
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