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Más allá del mensaje literal que transmite una palabra o frase, este se puede ver reforzado, alterado o refutado por un estilo tipográfico. Por ejemplo, si se añade información escrita a un cartel de una feria medieval, esta irá escrita con tipografía de estilo gótico, por el contrario, si se pudiera en una letra de corte fino, sin serigrafías o elementos futuristas, habría una gran disonancia cognitiva en el diseño. Este solo es un ejemplo muy evidente de la gran importancia de la tipografía en el diseño gráfico.
¿Quieres saber más sobre el arte de componer con diferentes estilos de tipografías? ¡Quédate con nosotros en este post!
La tipografía es un componente esencial que tiene un gran impacto en la comunicación visual, aunque muchas veces no le demos importancia. Es el arte y la técnica de organizar las letras para que los textos sean legibles, atractivos y expresivos.
Los expertos en lettering se dedican a diseñar a mano tipografías únicas y especiales, con un estilo marcado y creativo. Esto es todo un arte que, más que en escribir, consiste en dibujar trazos mediante unas técnicas muy precisas para que se mantenga la coherencia en todo el abecedario.
La distribución de la información, la jerarquización del mensaje, el peso visual, la trasmisión de emociones que suman a la imagen… estas son algunas de las funciones principales que desempeña la tipografía en un diseño, ya sea digital, de cartelería, en los créditos de una película, en papelería, etc.
Cada fuente tiene unas características que asociamos a un estilo artístico, y, por lo tanto, a unos valores, a una época, a unas emociones determinadas, a una cultura… El diseño es una disciplina que abarca muchas áreas, entre ellas, la tipografía. Esta se encarga de materializar visualmente el lenguaje verbal, es decir, la escritura.
La importancia de la tipografía en el diseño gráfico reside en la forma en que se presentan las palabras y los mensajes en un diseño. Una tipografía bien elegida puede mejorar la legibilidad, la claridad y la estética de un diseño, mientras que una mala elección de la tipografía puede hacer que el diseño sea difícil de leer o que parezca poco profesional. Además, la tipografía puede ser utilizada para transmitir la personalidad y el tono del mensaje, y puede ayudar a crear una marca o identidad visual coherente. En resumen, la tipografía es fundamental para la comunicación visual efectiva y el conjunto visual cumpla el objetivo que se persigue.
Como sabes, hay infinidad de fuentes y estas, se agrupan en cuatro grandes grupos:
Con serifa: son las que se caracterizan por tener terminaciones en los extremos de las letras, se identifican con lo tradicional o lo clásico.
Sin serifa o de palo seco: no tienen esas terminaciones y se identifican por ser limpias de fácil legibilidad, funcionales. Se suelen relacionar con lo moderno, lo vanguardista, la elegancia o lo tecnológico.
Decorativa: su objetivo es aportar sensaciones al mensaje o ubicar al lector en el contexto histórico-cultural. Por lo general, no aportan buena legibilidad, por eso, solo se utilizan para momentos puntuales como los títulos o encabezados.
Manuscrita: simulan al lettering y aportan personalidad, exclusividad, sensaciones y todo tipo de valores intangibles. Su principal objetivo es apoyar al mensaje, pero no la legibilidad.
Existen otros dos tipos más menos habituales:
Para que la tipografía tenga la fuerza que queremos en el diseño y para que cumpla su función, hay ciertas claves que deberás grabarte a fuego como diseñador gráfico:
Mantén siempre la legibilidad del texto: nada de letras apelotonadas, fondos oscuros, colores que vibren…
Usa siempre grillas para distribuir el texto y ordenar los espacios. Conforme más práctica tengas, más complejas podrán ser estas grillas.
Evita las modas, porque estas pasan rápido de moda.
Juega con diferentes pesos y tamaños, los mayores para los conceptos protagonistas y a la inversa.
Para elegir una tipografía nunca pienses desde el punto de vista de tu gusto personal, sino desde el punto de vista funcional. La elección de una u otra tipografía no es cuestión de estética subjetiva, sino de objetivos realistas. Elegir la fuente tipográfica correcta implica considerar el contexto y el público objetivo. Por ejemplo, una revista de moda podría optar por fuentes elegantes y estilizadas, mientras que un documento legal se mantendría con clásicos como Times New Roman para utilizarse para textos formales.
Antes de decantarte por una fuente piensa esto:
¿Para qué la necesitas?: para un logotipo, un bloque de texto, un titular…
¿Quién es el lector?: jóvenes, personas mayores, escolares… qué nivel cultural tienen para reconocer referencias artísticas, gustos, intereses…
¿Qué quieres comunicar?: céntrate en el mensaje, valores y emociones que quieres transmitir.
¿Qué contextualiza al texto escrito?: la tipografía es un elemento más del diseño. Ten en cuenta, con las premisas anteriormente mencionadas, los colores, los pesos de la composición, los contrastes, la coherencia del diseño, el formato donde se publicará tu diseño…
La tipografía es una herramienta poderosa en diseño gráfico que va más allá de la simple selección de una fuente bonita. Es una forma de arte que, cuando se utiliza correctamente, puede mejorar significativamente la comunicación visual y emocional de un mensaje.
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