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Es más que habitual que aspectos como la convivencia mermen las relaciones entre las personas que forman un núcleo familiar. En este sentido, analizar los diferentes tipos de conflictos familiares ayuda a conocer las causas que lo motivan y estar mas cerca de encontrar una solución que permita unas relaciones basadas en el respeto y la empatía. En efecto, para favorecer un buen clima dentro de los hogares, se requerirá de un esfuerzo por parte de sus miembros, para que conseguir un ambiente ausente de malas vibraciones.
Las dinámicas de familia requieren de una formación para evitar que escalen los conflictos como consecuencia de la convivencia y el deterioro que supone en las relaciones entre sus miembros. En este sentido, son muchos los profesionales que comienzan a especializarse en esta área en busca de una formación que mejore sus competencias profesionales.
Así que, en Euroinnova escuchamos las necesidades de estos profesionales y ponemos a tu disposición el Master en Terapia Familiar para abordes estos problemas desde la comunicación, la psicología y la negociación.
Resulta evidente que cada familia es como un pequeño ecosistema en la que existen unos roles, unas normas no escritas y una forma de convivencia muy dispar. En este sentido, sus componentes tienen diferentes edades y, por lo tanto, diferentes necesidades, inquietudes o preocupaciones. Así, las preocupaciones de la adolescencia nada tienen que ver con los de otras personas maduras que forman el núcleo familiar.
Consecuentemente, la actitud ante las posibles reticencias o fricciones que se puedan producir en las relaciones familiares debe ser activa. Es decir, evitar los conflictos es del todo contraproducente, ya que, las disputas familiares con algo natural y positivo en cuanto mejorar la convivencia y conocerse todos de una forma más profunda indagando en los pensamientos, emociones o formas de ver la vida de sus miembros.
No obstante, la implicación de estas personas dentro de las disputas familiares, requiere de una motivación para que todos colaboren y cooperen en la búsqueda de soluciones, ya que, de lo contrario, se generará una situación de inestabilidad que puede contribuir a la escalada del conflicto siendo del todo inmanejable.
Dejando a un lado, las particularidades de cada familia, es posible realizar una categorización de los conflictos familiares. Para ello, se deben de tomar como criterios clasificatorios los agentes implicados en estos conflictos o el origen de cada uno de los tipos de conflictos familiares. Por lo tanto, los conflictos familiares se pueden clasificar de la siguiente forma.
Los problemas familiares pueden categorizarse en base al tipo de parentesco entre sus miembros, pudiéndose así subclasificarse en conflictos de pareja, entre padre e hijos, entre hermanos o con personas de la tercera edad.
Situaciones como el confinamiento que se ha experimentado recientemente son muchas las parejas que se han visto a una convivencia más intensa que ha ocasionado roces o conflictos.
Dentro de los tipos de conflictos familiares, uno de los más recurrentes se origina entre estos miembros de la familia. La diferencia de edad, de inquietudes o de formas de ver la vida en la adolescencia y en la madurez suelen ser el origen de estos conflictos.
Es más que habitual encontrase con este tipo de conflictos familiares, ya que, con independencia de la edad de cada uno, pueden surgir. Aunque la intervención paterna haya sido una práctica habitual, la realidad es que, no se requiere de ella, ya que, puede suponer un aspecto positivo para estos como simulación de los conflictos que les pueden surgir en su etapa adulta.
El proceso de envejecimiento conlleva consigo problemas relacionados con la pérdida de seres queridos, amistades, deterioro a nivel biológico y otros aspectos que inciden en la forma de ver la vida y de comportarse de los miembros de la tercera edad.
Los motivos de los conflictos familiares marcan la posible solución a estos, ya que, se ahondará en su raíz, y se pondrán realizar estrategias y favorecer la comunicación entre sus miembros para mejorar su convivencia. En este aspecto, se pueden además subclasificar los conflictos familiares con base en el foco del problema en los siguientes tipos.
El progreso por las diferentes etapas vitales puede generar conflictos, como consecuencia de la aparición de nuevas responsabilidades, asumir roles diferentes a los que se venían siguiendo o pasar por acontecimientos trascendentales como el fallecimiento de seres queridos, el matrimonio o la jubilación, entre otros.
A diferencia con las crisis vitales, las crisis externas son conflictos familiares que surgen de una situación o circunstancia repentina como puede ser la pérdida de un empleo, el sufrimiento de algún tipo de accidente o la pérdida de personas cercanas. El comportamiento habitual ante estos conflictos es la búsqueda de responsables de su situación.
Son conflictos que surgen de dificultades repetidas en el tiempo que hacen revivir crisis o sucesos anteriores que hacen aflorar conflictos dentro del núcleo familiar.
La dependencia de algunas personas por presentar dificultades en cuanto a su autonomía, se ven privados de intimidad o abordados por sus cuidadores lo que genera este tipo de conflictos familiares.
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