Máster de Director de Centros de Rehabilitación de Adicciones + Titulación Universitaria
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Tenemos tan interiorizado el uso de Internet que normalizamos su uso constante. No obstante, existen una adicción a Internet o ciberadicción, que lejos de comunicarnos con otras personas, nos hace desconectar de nuestras emociones, o incluso, de nuestra realidad. Conocer todo lo que rodea a esta adicción, nos ayuda a mantener una conducta preventiva para evitar estar enganchados a nuestro móvil todo el día y disfrutar de las buenas cosas que existen en el mundo más real.
Las adicciones del siglo XXI, como puede ser la ciberadicción o la adicción a Internet, suponen una lacra en el progreso o el desarrollo de sociedades sanas a nivel psicológico. En este sentido, se precisa de multitud de perfiles profesionales diferentes para lograrlo, siempre y cuando estén formados de la manera más cualificada posible para poder asumir esta responsabilidad.
Consecuentemente, en Euroinnova, queremos colaborar con esta labor, formándote en las competencias profesionales que especialicen tu perfil. Por ello, te recomendamos este post sobre el acoso, especialmente diseñado para que puedas afrontar todos tus retos profesionales de la mejor forma.
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La constitución de la nueva sociedad moderna es la que ha propiciado la existencia de la ciberadicción o el trastorno de adicción a Internet. Esto se debe a que la aparición de las nuevas tecnologías ha propiciado estos trastornos conductuales. Los síntomas y las consecuencias son muy parecidas a las de cualquier tipo de adicción; no obstante, la ya no tan reciente aparición de Internet causa dificultades a la hora de clasificarla y de definirla.
En términos científicos, la adicción hace referencia a un tipo de enfermedad crónica y reiterada en el cerebro que consiste en buscar alivio y placer inmediato por medio del consumo de sustancias o realizando conductas que satisfacen a cada persona. Así, los adictos, no pueden autocontrolarse o inhibirse de realizar esa conducta, lo que genera una situación de abstinencia.
Aplicado a la ciberadicción, la persona adicta se encuentra en un estado permanente de preocupación respecto a hacer algún tipo de actividad mediante el uso de Internet de manera compulsiva. Por lo tanto, existen 3 componentes característicos que definen a la ciberadicción:
En resumen, se puede categorizar la ciberadicción o el trastorno de acción a Internet cuando una persona lleva a cabo un uso anómalo de Internet, permanece conectada un tiempo excesivo, provocando un aislamiento de su entorno y dejando de priorizar otras obligaciones como son las laborales, académicas o su vida social.
El vórtice de la adicción a la tecnología nos arrastra con sutileza, casi sin que nos demos cuenta. Nace de la confluencia de factores socio-culturales, biológicos y psicológicos, tejiendo una red tan compleja como fascinante.
Primero, los factores socio-culturales son inevitables. Vivimos en la era digital, en una sociedad que valoriza y hasta exige la conectividad constante. Los dispositivos tecnológicos son instrumentos esenciales en nuestra vida cotidiana, en la educación, el trabajo, la comunicación y el ocio. En este escenario, el uso excesivo puede surgir naturalmente, fomentado por la presión para estar siempre "en línea".
Segundo, existen factores biológicos que intervienen en la adicción a la tecnología. Cuando interactuamos con la tecnología, especialmente con los juegos online o las redes sociales, nuestro cerebro libera dopamina, el neurotransmisor del placer. Este estímulo repetido puede crear un ciclo de recompensa y dependencia similar al que se observa en otras adicciones.
Finalmente, los factores psicológicos también juegan un papel fundamental. Las personas con baja autoestima, ansiedad, depresión o dificultades en las relaciones interpersonales pueden encontrar en la tecnología un refugio o un medio para satisfacer sus necesidades emocionales. Es una forma de evasión, de sentirse aceptado y conectado, aunque sea de manera virtual.
Si bien la tecnología trae consigo avances asombrosos y ventajas indiscutibles, su abuso puede desembocar en consecuencias graves y multifacéticas.
A nivel físico, el sedentarismo asociado a la adicción a la tecnología puede llevar a problemas de salud como obesidad, trastornos del sueño y dolencias musculoesqueléticas, por nombrar algunos. La luz azul emitida por las pantallas puede causar problemas oculares y alterar los ritmos circadianos, lo que a su vez puede afectar la salud mental.
En el plano psicológico, la adicción a la tecnología puede intensificar o precipitar trastornos como la ansiedad, la depresión, el estrés, la baja autoestima, entre otros. En particular, el uso excesivo de las redes sociales puede distorsionar la percepción de uno mismo y de los demás, creando una realidad virtual que puede causar insatisfacción y frustración.
Finalmente, las consecuencias sociales no pueden ser ignoradas. La adicción a la tecnología puede deteriorar las relaciones interpersonales, la comunicación cara a cara y la capacidad para participar y disfrutar de actividades no digitales. Además, puede interferir con el rendimiento académico y laboral, limitando las oportunidades de desarrollo personal y profesional.
Como has podido comprobar a lo largo de este post, la ciberadicción o el trastorno de adicción a Internet tiene sus particularidades, en muchos casos desconocidas, ya que, es un trastorno que surge de la digitalización o la sociedad de la información y no se tiene un conocimiento tan extenso. No obstante, son cada vez más los ciberadictos que buscan en profesionales especializados en un entorno que permita abordar todas estas características y llevar a cabo un tratamiento orientado a paliar las consecuencias de los trastornos que surgen del uso constante de Internet.
En Euroinnova somos conscientes de esta situación, y de la necesidad de especialización de muchos profesionales que proceden del mundo de la psicología, por ello, hemos diseñado, especialmente para ti, un extenso catálogo que te permita seleccionar la especialidad que mejor se adapta a tus necesidades profesionales.
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