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Juan de la Cosa fue el autor del mapa más antiguo que se conserva en donde aparece el continente americano. Esto supuso, como podéis imaginar, un gran avance en el conocimiento, así como una mayor facilidad para el movimiento de europeos hacia el “nuevo mundo”.
Los mapas han existido, prácticamente, desde el inicio de la civilización. Cualquier garabato o línea sobre la tierra para indicar referencias que te guíen o faciliten el trayecto puede ser considerado como un mapa. De estos, tuvo que existir desde siempre, aunque, como podemos suponer, no se ha conservado ninguno.
Nunca se han usado los mapas tanto como ahora. Nunca tanta gente era capaz de leer y orientarse con un mapa. En el siguiente artículo hablaré sobre los inicios y evolución de la cartografía que, como vamos a ver, está alcanzando un nivel de sofisticación y accesibilidad inimaginado.
La historia de la humanidad no se puede separar de la historia de la cartografía. Los primeros mapas de los que hay registro tienen miles de años. Dibujos grabados en piedra o arcilla, o pinturas en cuevas, son algunos ejemplos. Pero, claro, ¡cuántos se habrán perdido! Como se decía al principio, ¿qué nos hace pensar que no era algo común explicar a cualquier viajante cómo llegar a algún sitio mediante unas indicaciones en el suelo?
El más antiguo que se conserva parece ser el conocido “Papiro de las Minas”. Descubierto en Tebas, puede tener más de 3000 años, y se cree que tenía como función la de guiar hacia una zona para extraer materiales que se utilizarían para la construcción de las estatuas del faraón.
A este mapa hay quien lo considera como el primer Sistema de Información Geográfica, ya que, además de ser un mapa topográfico, también muestra geología y litología, y utiliza colores y letreros como leyenda.
Por otra parte, el “Imago Mundi”, que data del siglo VI a.C. Se trata de una tabla de arcilla que muestra parte del mundo conocido. Este se encontró (se encuentra) en la zona del creciente fértil, cuna de la civilización.
Anaximandro, filósofo griego, es considerado como uno de los fundadores de la geografía. Gran parte de culpa lo tuvo el estudio que hizo sobre el mundo y la manera de plasmarlo. El historiador Herodoto describía el mapa de Anaximandro como la representación del mundo conocido, en un plano circular y con la tierra rodeada por el océano.
Los romanos también tenían sus mapas. Quizás, el más antiguo del que se tienen referencias sea La Tabula Peutingeriana. Aunque no ha llegado hasta nuestros días (sí una réplica), mostraba la red de carreteras del imperio. Su guía Michelín.
La Edad Media y el Renacimiento marcaron un punto de inflexión en la historia de la cartografía. La invención de la imprenta en el siglo XV permitió la reproducción masiva de mapas, lo que contribuyó a su difusión y conocimiento. Además, el desarrollo de nuevos instrumentos de medición, como la brújula, el astrolabio y el sextante, permitió a los cartógrafos crear mapas más precisos y detallados.
Un hito fundamental fue la obra de Gerardus Mercator en el siglo XVI. Su proyección cartográfica cilíndrica, aún utilizada en la actualidad, facilitó la navegación marítima.
La cartografía científica también experimentó un gran avance durante este período. Figuras como Sebastián Münster y Abraham Ortelius crearon atlas completos que reunían información geográfica y cultural sobre diferentes regiones del mundo.
Aumentó la precisión de los mapas y los detalles, suministrando más información y de mayor calidad. Como consecuencia, se pudieron crear mapas más especializados. Para la navegación, exploración militar o planificación urbana. Todo esto, unido a la imprenta, como decía anteriormente, ayudó a una mayor difusión.
No podemos obviar el papel que tuvieron todos los exploradores, sobre todo en el Nuevo Mundo, y los navegantes, indicando nuevas rutas y lugares desconocidos.
Desde al-Idrisi o Martin de Behaim, hasta Juan de la Cosa o Abraham Ortelius, la cartografía fue sufriendo avances que permitieron pasar desde mapas relativamente “locales y simples”, a alcanzar atlas mundiales y de un detalle magnífico, que fueron esenciales para el movimiento de la población.
El desarrollo de la tecnología también influye, como podemos imaginar, sobre la cartografía. La teledetección, los Sistemas de Información Geográfica (SIG o GIS, por sus siglas en inglés) o las herramientas de cartografía web han revolucionado todo este mundo. Ya no creamos, utilizamos ni visualizamos los mapas de la misma manera. Tampoco la misma cantidad de veces ni el mismo público.
Como decía, los mapas digitales suponen una ventaja para los ciudadanos, independientemente del uso que le den. Se actualizan de forma rápida y efectiva, también, en muchas ocasiones, permite interactuar, explorando y analizando los datos. Se pueden hacer análisis complejos, detectando patrones o tendencias, por nombrar algunas de las posibilidades.
Pero, sobre todo, y lo más llamativo, es que en la actualidad nos encontramos en el momento en el que más gente está utilizando los mapas cartográficos. Para casi cualquier movimiento. Es muy habitual utilizar aplicaciones móviles para los desplazamientos y para buscar restaurantes.
No sabemos si Cristóbal Colón conocía la ruta que permitía cruzar el Atlántico, lo que sí que sabemos es que, después de 1492, acudió en tres ocasiones más. Todas cartografiadas.
La cartografía, tanto leerla como crearla, ofrece multitud de ventajas para los usuarios. Es cierto que pudo empezar con la única finalidad de orientar a las personas hacia un lugar determinado. Probablemente en la búsqueda de alimento u otros asentamientos. Pero en la actualidad, son infinitas las utilidades que tiene.
Ha ido evolucionando y no sabemos cuál puede ser el techo. Lo que está claro es que cada vez es más habitual que la población haga uso de los mapas y, por tanto, cualquier cosa que es usada, va a conllevar mejoras y avances.
El futuro es incierto, pero va a estar cartografiado, eso seguro.
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