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Es bien sabido que la educación es un factor imprescindible para el desarrollo social. En efecto, la base de esto se encuentra en la educación formal, la cual provee habilidades y conocimientos básicos para la autonomía individual. Esto incluye la conseción de objetivos personales, la superación de limitaciones de origen sistémico y la participación de relaciones interpersonales sanas. De ahí la importancia del trabajo social en educación. ¿Cómo interviene este? ¡Te lo contamos!
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El trabajo social en educación implementa medidas para abordar las necesidades específicas del alumnado, sobre todo, cuando se encuentra en situación de riesgo, pobreza, exclusión y otros problemas asociados a su bienestar. De esta manera, el trabajador social, en coordinación estrecha con las instituciones educativas y las familias, aboca sus esfuerzos a prevenir, evaluar, intervenir y seguir las condiciones en las que se encuentra cada estudiante.
De hecho, verifica si hay situaciones de violencia, inestabilidad familiar, brechas de aprendizaje, riesgo de deserción escolar, problemas de discriminación (lingüística, socioeconómica, racial, de origen, de género, de lengua, por diversidad funcional, entre otros). Así, la función principal de la intervención social en educación es eliminar barreras que puedan limitar el desarrollo integral de los niños y adolescentes durante su proceso formativo básico.
De ahí la importancia de integrar trabajadores sociales en las escuelas. Estos profesionales, por su formación y vocación de servicio, pueden contribuir a identificar limitaciones y desarrollar medidas para erradicar cualquier manifestación de desigualdad educativa. Comprenden que el desarrollo social depende no solo de la relación entre integridad y equidad en sociedad, sino también del acceso igualitario a una educación de calidad que considere las características singulares de los miembros de la comunidad.
El trabajo social en educación, a través de sus intervenciones, busca cumplir con los siguientes objetivos:
Los trabajadores sociales en educación pueden realizar intervenciones en los ámbitos formal y no formal. Veamos cuáles son sus funciones en cada uno de ellos:
En el contexto educativo formal, los trabajadores sociales cumplen un rol fundamental en el seguimiento y acompañamiento de los estudiantes que podrían tener dificultades para culminar con éxito su formación básica, que incluye los estudios primarios y secundarios (estudios medios). Pero ¿en qué consiste la intención en este contexto? El objetivo es atender a problemas familiares, conductuales, institucionales y formativos.
El trabajador social puede colaborar con la institución educativa para crear y fomentar planes educativos personalizados, así como el asesoramiento para el manejo óptimo de las necesidades individuales de los estudiantes. Asimismo, participan de planes de capacitación y sensibilización docente para que los profesores conozcan mecanismos de atención e intervención de casos desafiantes.
Fuera del entorno académico formal y tradicional, los trabajadores sociales se involucran en la promoción, implementación y gestión de planes formativos que atienden las necesidades de colectivos en riesgo de exclusión social, como los inmigrantes, las personas con adicciones, jóvenes y adultos en situación de desempleo, así como en la intervención en situaciones de violencia sexual, violencia intrafamiliar, trastornos alimentarios, entre otros.
El liderazgo, la comunicación y la resolución de conflictos son habilidades que los trabajadores sociales despliegan para mejorar la situación de las personas que requieren atención específica. De esta manera, la experiencia educativa no solo se circunscribe a las aulas, sino también al desarrollo de la sociedad en contextos en los que se ven involucrados más agentes sociales.
La función del trabajo social en educación se puede desglosar de la siguiente manera según los ámbitos de intervención:
Los trabajadores sociales en el ámbito educativo se centran en el bienestar y desarrollo integral de los estudiantes. Su función abarca la identificación y el apoyo a alumnos con dificultades socioemocionales, académicas o de comportamiento. Implementan estrategias de intervención individualizadas y facilitan grupos de apoyo, enfocándose en fortalecer habilidades de afrontamiento, autoestima y autonomía.
Estos profesionales colaboran estrechamente con los docentes para identificar y abordar las necesidades de los estudiantes. Proveen formación y asesoramiento en estrategias de intervención en el aula y en la identificación temprana de señales de alerta en los alumnos. Su contribución es imprescindible para crear un entorno de aprendizaje adaptativo y receptivo a las diversas necesidades de los estudiantes.
El trabajador social educa sobre la importancia de políticas inclusivas y prácticas educativas equitativas. Participa en la planificación y ejecución de políticas del centro educativo que promuevan el bienestar de todos los estudiantes. Su papel en la gestión y evaluación de programas de bienestar escolar es fundamental para garantizar una educación integral y accesible.
Esta función implica establecer una comunicación efectiva y colaborativa con las familias de los estudiantes. Los trabajadores sociales educativos ofrecen orientación y recursos para apoyar el desarrollo y la educación de los niños en el hogar. También trabajan en la mediación de conflictos y en la conexión de las familias con servicios comunitarios cuando es necesario.
Los trabajadores sociales también actúan como enlaces entre la escuela y la comunidad, de modo que fomentan la integración de recursos comunitarios en el entorno educativo formal y no formal. Desarrollan programas y proyectos en colaboración con organizaciones comunitarias, lo que amplía las oportunidades de aprendizaje y apoyo para los estudiantes fuera de los centros educativos.
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