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En este Día Internacional de la Mujer queremos acercar la historia de esas mujeres que han cambiado la historia con esfuerzo y dedicación. Mujeres que defendieron que la formación debía ser la misma para hombres y para mujeres. Hoy hablaremos de Emma Willard, una reformadora educativa que abrió el camino para la educación femenina en Estados Unidos, desempeñando un papel fundamental que en la actualidad se sigue recordando.
El trabajo de Emma Willard no solo brindó oportunidades a las mujeres de su tiempo, sino que sentó las bases para la equidad educativa en el futuro. Su legado sigue siendo un pilar en la lucha por la educación igualitaria. En Euroinnova, trabajamos con las lecciones de grandes mujeres, como Emma Willard, muy presentes.
¿Quieres conocer su historia? ¡Sigue leyendo!
Emma Hart Willard nació en Berlín, Connecticut, el 23 de febrero de 1787. La época que le tocó vivir fue una época en la que las niñas no tenían una educación formal. La penúltima de 17 hermanos, tuvo la suerte de que su padre quiso que recibiese una educación más allá de lo común. Por ello, en 1802 se matriculó en su primera escuela, aunque progresó tan rápido que en 1804 ya estaba dando clases.
De esta manera, inició una trayectoria que cambiaría el panorama educativo para las mujeres. Y es que no tardó en hacerse directora de la escuela en el Seminario Femenino de Middlebury. Fue aquí donde conoció a su marido, John Willard. ¿Por qué fue importante este enlace? Porque Emma Willard pudo ver los libros del sobrino de su marido y comprobar las diferencias en el texto que había entre esos libros y los que ofrecían a las mujeres.
En ese momento, Emma Willard se dio cuenta de que las mujeres no disponían de posibilidades para ampliar su formación. En su cabeza nació la idea de que las mujeres también podían dominar en cualquier campo, lo que llevó a abrir su escuela para mujeres en 1814. ¿Y qué materias no se enseñaban a las mujeres? Materias como las matemáticas, ciencias, filosofía e historia, que estaban reservadas para los hombres.
Tras estos primeros años a cargo de su propia escuela para mujeres, Emma Willard presentó un documento titulado “A Plan for Improving Female Education” al gobierno de Nueva York. Esto sucedió en 1819, pasando a argumentar formalmente que las mujeres debían recibir la misma educación que los hombres. Aunque ahora parezca un aspecto lógico y normal, en aquel momento fue una propuesta revolucionaria, puesto que se consideraba que las mujeres solo necesitaban educación doméstica.
Este documento supuso un antes y un después, puesto que marcó el inicio de un movimiento para cambiar la percepción de la educación femenina. Emma Willard enfatizaba que las mujeres eran capaces de desarrollar un pensamiento crítico y contribuir activamente a la sociedad. Su plan, sin ninguna duda, influyó en otros estados y sirvió como base para la expansión de la educación femenina en Estados Unidos.
En 1821, Emma Willard fundó el Troy Female Seminary, la primera institución en EEUU que ofrecía educación superior a las mujeres, ¿Y qué materias se enseñaban? Las mismas que en otros colegios se censuraban a las mujeres: ciencias, literatura, matemáticas y filosofía. De esta manera, ofrecía un nivel educativo similar al de las academias para hombres.
El día que el Troy Female Seminary abrió, 61 estudiantes entraron en régimen de internado y 29 en régimen diurno. 10 años más tarde, contaba ya con más de 300 alumnas matriculadas. Como vemos, muchas mujeres accedieron por primera vez a una educación de calidad. Tras el Troy Female Seminary, se crearon otras muchas escuelas para mujeres en los Estados Unidos, generando un efecto dominó.
Emma Willard no solo creó escuelas, sino que también introdujo innovaciones en la metodología educativa y en los programas de enseñanza. Su modelo educativo se convirtió en un referente y sigue siendo estudiado por expertos en pedagogía. Sus aportes no se limitaron a crear una escuela, sino que acabó divulgando sus conocimientos por todo el mundo.
Emma Willard incorporó diferentes materias científicas y técnicas en la educación femenina, rompiendo con el hábito de enseñar únicamente habilidades domésticas a las mujeres. Por primera vez, muchas mujeres accedieron a un conocimiento en ingeniería, medicina y otras disciplinas avanzadas.
También se encargó de formar a multitud de mujeres como maestras, permitiéndoles obtener conocimientos avanzados para enseñar a nuevas generaciones. Por ello, creó un sistema de mentorías para que las docentes adquirieran habilidades pedagógicas eficaces.
Emma Willard y su labor inspiró a muchas otras mujeres que decidieron seguir sus pasos y expandir la educación femenina por todos los EEUU. Además, la labor de Emma no solo benefició a las mujeres de su tiempo, sino que sentó las bases para la futura creación de universidades femeninas.
Se encargó de escribir libros y manuales pedagógicos, en los que incluyó textos de historia y matemáticas, con el objetivo de mejorar la enseñanza en las escuelas. De esta manera, contribuyó directamente a la modernización de la educación.
Willard señalaba que la educación no tenía por qué pararse en la adolescencia, sino que tenía que ser un proceso continuo a lo largo de la vida. Por ello, creó programas educativos también para mujeres adultas, de manera que promoviesen su desarrollo profesional.
¿El impacto de Emma Willard sigue presente en la educación hoy en día? Por supuesto. Vamos a ver por qué sigue tan presente su nombre:
En este Día Internacional de la Mujer, la historia de Emma Willard nos recuerda que la educación es una herramienta de cambio, capaz de transformar vidas y construir un futuro más justo. Gracias a la labor de mujeres como Emma. la educación dejó de ser un privilegio masculino para convertirse en un derecho universal.
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