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El virus de inmunodeficiencia humana (VIH) y el síndrome de inmunodeficiencia adquirida (SIDA) a menudo se confunden, pero es crucial entender que no son lo mismo. Aunque ambos términos están relacionados, existen diferencias significativas entre ellos. ¿Sabes cuál es la diferencia entre estar infectado con el VIH y tener SIDA? ¡Te lo contamos a continuación!
El VIH significa virus de inmunodeficiencia humana. Este virus ataca y destruye las células CD4, un tipo de glóbulo blanco crucial para el funcionamiento del sistema inmunitario. A medida que el VIH destruye estas células, el sistema inmunológico se debilita, lo que hace que el cuerpo sea más susceptible a infecciones y enfermedades.
El VIH se transmite principalmente a través de:
Relaciones sexuales sin protección (sexo vaginal, anal u oral).
Compartir agujas o jeringas contaminadas.
Transfusiones de sangre contaminada (aunque esto es raro en muchos países debido a los estrictos controles de seguridad).
De madre a hijo durante el embarazo, el parto o la lactancia.
Las personas infectadas con el VIH pueden vivir muchos años sin mostrar síntomas graves, gracias a los avances en los tratamientos antirretrovirales que ayudan a mantener la carga viral baja y a preservar el sistema inmunitario.
El SIDA es la etapa más avanzada de la infección por VIH. No todas las personas infectadas con el VIH desarrollarán SIDA. El SIDA se diagnostica cuando la carga viral del VIH ha destruido tantas células CD4 que el sistema inmunitario ya no puede defender al cuerpo contra infecciones y enfermedades oportunistas, que son aquellas que aprovechan la debilidad del sistema inmunológico.
Una persona es diagnosticada con SIDA si:
La cantidad de células CD4 cae por debajo de 200 células por milímetro cúbico de sangre (un rango normal es entre 500 y 1,600).
Desarrolla una o más infecciones oportunistas o ciertos tipos de cáncer asociados con el VIH.
VIH: Es el virus que se introduce en el cuerpo y comienza a atacar el sistema inmunitario. Una persona puede vivir con el VIH durante muchos años sin desarrollar SIDA, especialmente si recibe tratamiento adecuado.
SIDA: Es la etapa final del VIH no tratado. Indica un daño severo al sistema inmunitario y una alta vulnerabilidad a enfermedades graves.
VIH: Los tratamientos antirretrovirales (TAR) pueden controlar el virus, permitiendo que las personas vivan con VIH casi tanto como quienes no están infectados. Estos tratamientos reducen la carga viral a niveles indetectables, lo que disminuye significativamente el riesgo de transmisión del virus a otras personas.
SIDA: Aunque no hay cura para el SIDA, los tratamientos pueden ayudar a manejar los síntomas y las infecciones oportunistas. Sin embargo, la calidad de vida y la esperanza de vida suelen verse más afectadas que en las personas que solo tienen VIH.
VIH: Muchas personas no experimentan síntomas significativos durante años. Pueden presentarse síntomas similares a los de la gripe en las primeras semanas tras la infección, pero luego pueden no haber más síntomas hasta que el sistema inmunitario esté considerablemente debilitado.
SIDA: Las personas con SIDA son propensas a una amplia gama de infecciones y enfermedades. Estos pueden incluir tuberculosis, neumonía, infecciones fúngicas, y ciertos tipos de cáncer, como el sarcoma de Kaposi.
Convivir con el VIH puede parecer desafiante al principio, pero con el tratamiento y el apoyo adecuados, es posible llevar una vida saludable y plena. Es fundamental seguir un tratamiento antirretroviral que ayude a mantener el virus bajo control. Este tratamiento no solo reduce la cantidad de virus en el cuerpo, sino que también protege el sistema inmunológico, evitando que el VIH progrese a SIDA.
El tratamiento antirretroviral debe tomarse todos los días, exactamente como lo indique el médico. Saltarse dosis o no seguir el régimen puede permitir que el VIH se multiplique y se vuelva más difícil de tratar. Con una adherencia constante al tratamiento, la carga viral puede reducirse a niveles indetectables, lo que significa que el virus está presente en el cuerpo en cantidades tan bajas que no se detecta en las pruebas estándar. Esto no solo mejora la salud de la persona, sino que también reduce el riesgo de transmitir el virus a otros.
Llevar un estilo de vida saludable es clave para quienes viven con VIH. Esto incluye una dieta balanceada, ejercicio regular y evitar el consumo de alcohol y drogas. También es importante mantenerse al día con las vacunas y las revisiones médicas regulares. Mantener un sistema inmunitario fuerte ayuda a prevenir infecciones y enfermedades.
Entender la diferencia entre VIH y SIDA es crucial para reducir el estigma y fomentar un enfoque informado hacia la prevención y el tratamiento. El VIH es el virus que causa la infección, mientras que el SIDA se da cuando esta infección comienza a avanzar, caracterizada por un sistema inmunitario gravemente comprometido. Con tratamiento adecuado, muchas personas pueden vivir con el VIH durante muchos años sin desarrollar SIDA.
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