Taxonomía de Bloom

Taxonomía de Bloom: definición, para qué sirve y ejemplo de aplicación

La taxonomía de Bloom es una herramienta indispensable en la planificación de clases y evaluaciones en los niveles básico y superior. A través de la comprensión y aplicación de sus objetivos, se puede mejorar el proceso de enseñanza-aprendizaje, ya que permite brindar los contenidos de manera progresiva y atendiendo a las necesidades de los estudiantes.

Además, se trata de una estructura jerárquica que permite implementar, de mejor manera, las nuevas tecnologías en el aula, como ocurre con el aula invertida o el aprendizaje en línea. Esto es así, puesto que permite distribuir, en estos casos, la información según su complejidad para luego ser discutida a través de sesiones sincrónicas o foros, por ejemplo.

¿Quieres saber un poco más sobre qué es la taxonomía de Bloom?

¡Sigue leyendo!

¿Qué es la taxonomía de Bloom? 

La taxonomía de Bloom consiste en un marco que permite clasificar los objetivos educativos, sea cual fuere el nivel de enseñanza, según el nivel de complejidad cognitiva que implica cada uno de los procesos asociados al aprendizaje. 

Se trata de una estructura jerárquica que cuenta con niveles de pensamiento, la cual parte desde lo más básico hasta lo más complejo. De esta manera, se establece una tabla en cuya base se encuentran el nivel más bajo en lo que concierne a la complejidad, como el conocimiento, mientras que en la cima se ubica el nivel más alto, como la evaluación. 

Esta jerarquía fue desarrolla por Benjamín Bloom –de ahí la denominación de la taxonomía– en la década de 1950 con el afán de no solo comprender la manera en la que se aprende, sino también de mejorar las propuestas pedagógicas para lograr el aprendizaje significativo. 

¿Para qué sirve la taxonomía de Bloom? 

Siguiendo lo anterior, la taxonomía de Bloom busca mejorar tanto la calidad como la eficacia de la educación. Esto se logra sobre la base de la elaboración de objetivos de aprendizaje adecuados según el nivel del estudiante. 

Esto es, los materiales y dinámicas de clase deben estar enfocados en la presentación clara y estructurada de sus contenidos, lo que implica, al mismo tiempo, adaptarlos según los logros, destrezas y competencias que se quieren alcanzar. 

Sumado a esto, esta taxonomía permite la formulación de mejores evaluaciones –sean escritas, orales, prácticas, individuales o grupales–, puesto que permite medir de manera más efectiva el progreso de los estudiantes. 

Así, puede decirse que la taxonomía de Bloom ayuda a los docentes y profesores a organizar los contenidos de manera progresiva, de modo tal que los estudiantes puedan alcanzar habilidades de pensamiento superior, lo que permite aplicar el conocimiento en situaciones reales y complejas.

Niveles de la taxonomía de Bloom 

Los niveles de la taxonomía de Bloom son los siguientes, donde evaluación es el nivel más alto y conocimiento el más bajo: 

• Evaluación (emitir juicios y criterios) 
• Síntesis (componer la información de manera coherente) 
• Análisis (identificar los componentes de la información) 
• Aplicación (utilizar la información en diferentes contextos) 
• Comprensión (interpretar y explicar lo aprendido) 
• Conocimiento (recordar hechos, conceptos y procedimientos) 

Taxonomía de Bloom revisada, ¿en qué consiste? 

Ahora bien, ¿existe una versión revisada de la taxonomía de Bloom? Así es. Esta –elaborada por Anderson y Krathwohl a inicios de los 2000– presenta los niveles de la taxonomía de otro modo. Aunque gran parte de las modificaciones ocurre en el nivel de la formulación de los objetivos (la versión revisada recurre a verbos en vez de sustantivos), la propuesta está centrada en brindar un nuevo y más amplio enfoque en torno al aprendizaje. Esto derivó no solo en la reorganización de los objetivos, sino también en la inclusión de un nuevo nivel incluso más complejo que la evaluación, es decir, la creación. Véanse los siguientes niveles, donde crear es el de mayor complejidad, mientras que recordar, el de menor: 

• Crear (utilizar todo lo aprendido para proponer) 
• Evaluar (emitir juicios de valor) 
• Analizar (reconocer las relaciones entre elementos) 
• Aplicar (usar los conceptos en situaciones reales) 
• Comprender (interpretación y pensamiento abstracto) 
• Recordar (enfocado en los hechos y conceptos)

Ejemplo de aplicación de la taxonomía de Bloom 

Considerando la versión revisada de la taxonomía de Bloom, se presenta el siguiente ejemplo de su aplicación al tema “Revolución Francesa” en la asignatura de Historia. Veamos: 

• Recordar. Los estudiantes comienzan listando hechos, fechas y figuras clave de la Revolución Francesa, como el 14 de julio de 1789 y la figura de Napoleón Bonaparte. 
• Entender. Luego, se les pide que describan en sus propias palabras el contexto y los eventos principales, como la caída de la Bastilla. 
• Aplicar. A continuación, los estudiantes utilizan su conocimiento para identificar las causas de la Revolución Francesa en un mapa conceptual en el que muestren cómo diferentes factores se interconectaron. 
• Analizar. Se les pide que examinen las diferentes fuentes históricas y testimonios sobre la Revolución, lo que implica reconocer los puntos de vista y motivaciones de los autores. 
• Evaluar. Los estudiantes discuten y valoran el impacto de la Revolución Francesa en la sociedad moderna, de ahí que pueden argumentar sobre su importancia en el desarrollo de la democracia contemporánea. 
• Crear. Por último, crean una presentación o un ensayo en el que proponen una comparación entre la Revolución Francesa y otra revolución histórica. En este ejercicio, al señalar similitudes y diferencias en sus causas y efectos, aplican todos los niveles incluidos en la taxonomía de Bloom.

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