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La basura se ha convertido un problema mundial y su flujo se ha descontrolado de tal manera que, un país no tiene espacio para albergar sus propios residuos. El caso más cercano es el de España, que genera cada año más de 137 millones de toneladas de basura. Cada español genera casi 490 kilos de basura al año y, esta cifra, es la que cada uno desde su casa debe intentar minimizar, reduciendo el consumo, reutilizando y reutilizando. ¿Sabes qué se hace con la basura en España?
No todo son noticias negativas, según un informe de Ciclopast, representante de la industria de fabricación y transformación del plástico, los españoles hemos duplicado el reciclaje de plástico y también hemos reducido el consumo de bolsas, envases, pajitas… lo que significa que, como sociedad, estamos más concienciados.
Por otro lado, Catchment para Ecoembes, la entidad que gestiona en España los residuos de los contenedores de reciclaje de plástico y papel, confirma que ocho de cada diez españoles recicla en casa.
Otro segmento esencial dentro de los residuos que se generan en España, son los electrodomésticos, las pilas y todo tipo de tecnología. Estos contienen metales y sustancias muy tóxicas que se deben tratar correctamente para que no segreguen sustancias nocivas al suelo, el aire o el agua. Según la fundación Ecofimática se gestionaron 6.357 toneladas de aparatos ofimáticos y European Recyclin Platform reflejó que durante 2020 se recuperaron 2.069 toneladas de materiales valorizables de pilas y baterías.
En cuanto a los grandes electrodomésticos, supusieron 67.154.7 toneladas a las cifras de reciclaje, según datos aportados por Ecolec.
Los últimos datos del Instituto Nacional de Estadística muestran que España tiene todavía un largo camino por recorrer antes de lograr la circularidad total de sus residuos. Estudiando los nuevos métodos y gestión de residuos puedes hacer que esto cambie.
Del total de residuos tratados, el 48,3% terminaron en el vertedero, el 38,7% se recicló, el 10% que se reutilizó y el 3% se incineró. Esto son cifras de España, que, aunque métodos tan contaminantes como la incineración se hayan reducido, aún se debe aumentar mucho el porcentaje de reciclado.
Aunque en nuestro país se haya avanzado mucho en materia de reciclaje y concienciación en el consumo responsable. Es cierto que consumimos y desechamos a un ritmo mayor al que se recicla, lo que origina un problema, de hecho, solo el 30% de nuestros residuos tiene una segunda vida.
En España existen dos tipos de vertederos: los controlados y descontrolados (que son ilegales). Los vertederos controlados son lugares adaptados y acotados, con un suelo impermeable, en zonas lejanas a lugares protegidos o zonas urbanas y con límites para que no se genere un exceso de gases. Los vertederos descontrolados surgen espontáneamente y no se aplica ninguna medida de control, por eso son tan peligrosos.
Muchos de nuestros desechos acaban en plantas incineradoras, en donde se queman de forma controlada y se reducen a un 95% de su volumen.
Por otro lado, Las plantas de reciclaje están convirtiendo nuestra basura en nuevas materias primas. Pueden convertir envases ligeros como papel y plástico en nuevos productos. La materia orgánica se descompone mediante un proceso bioquímico para convertirse en compost, que se utiliza en agricultura y jardinería. El compost ayuda a mejorar la calidad del suelo para las plantas y también se ha utilizado para el control de la erosión y para la recuperación de suelos deteriorados.
Pero ¿existen alternativas al consumo de plásticos y materiales contaminantes? Lo cierto es que sí, pero se necesita de nuestro compromiso.
El mercado mundial del plástico ha dado un giro 360 grados y países como China ya no se ven en la necesidad de admitir residuos de Europa a cambio de dinero. Hace poco, China activó el protocolo de prohibición de basura extranjera, colapsando los vertederos españoles.
El mecanismo era el siguiente: en occidente se reciclaba a través de los contenedores y esas materias primas llegaban hasta empresas de gestión de residuos privadas de China que se lucraban produciendo otros elementos como tuberías o más botellas. El problema llega cuando se comenzó a enviar más plástico del que se demandaba, y materiales de baja calidad, generando un excedente que ha acabado desbordándose por océanos, zonas naturales e incluso vertederos incontrolados en muchas regiones rurales.
Estos límites impuestos por China han ocasionado dos problemas: uno, que todos esos plásticos que China ya no compra se están acumulando en vertederos del resto del mundo. Segundo, que la industria del reciclaje en Europa o Estados Unidos ha recibido un duro golpe al perder ese incentivo chino, y esto hace que los productores de plástico vuelvan a ver un futuro en el negocio.
¿La mejor solución?
El trabajo de concienciación sobre la disminución del uso de plástico y la reutilización en todas las escalas sociales.
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