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La inestable y recurrente actividad sísmica en muchas partes del mundo, ha puesto en relieve las deficiencias de los edificios a la hora de protegerse frente a sismos. No estamos lo suficientemente preparados, y eso es así... Por ello, es imprescindible empezar a preocuparnos por este aspecto e indagar más en los tipos de construcciones antisísmicas. ¡Vamos a ello!
Lo cierto, es que parece que ya las normativas de cada país van avanzando cada vez más en su regulación, siendo más conscientes de esta problemática y su pronta solución. Sin embargo, siguen existiendo construcciones antiguas por todo el mundo que no están preparadas frente a los movimientos de tierra.
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Las estructuras y construcciones antisísmicas son aquellas que nos permiten soportar movimientos sísmicos con mucha mayor superioridad de resistencia. Para ello, estudios de ingenieros sobre la construcción de la vivienda han tomado en cuenta algunos primordiales detalles para hacerlas más invulnerables a estas circunstancias.
En definitiva, la construcción antisísmica es aquella que comprende todas las edificaciones e infraestructuras construidas con el objetivo de soportar movimientos sísmicos sin desplomarse.
Por supuesto, existen varias técnicas, normas y pautas para llevar a cabo este tipo de construcciones, las cuales cambian dependiendo del país y del terreno. Lo que está claro, es que lo importante es contar con estas construcciones antisísmicas para prevenir o paliar posibles catástrofes sísmicas.
En Chile, por ejemplo, aún recuerdan el terrible terremoto de Valdivia en 1960, y desde entonces se ha puesto más el foco en el desarrollo y vigilancia de las medidas antisísmicas a la hora de edificar. Veamos estos elementos imprescindibles a tener en cuenta:
En primer lugar, debemos hablar de cómo construir edificaciones de este tipo.
En varios países de Sudamérica, por ejemplo, como Perú, Bolivia y Chile, llevan a cabo una técnica llamada quincha. Gracias a esta, se mejora la proporción de arena, arcilla y fibra vegetal para el barro de los muros con un espesor de 10 cm. El resultado es un comportamiento similar al ladrillo y hormigón de 20 cm de espesor.
Otra técnica es la del tapial. Consiste en rellenar un encofrado con capas de tierra de 10 a 15 cm compactando todas y cada una de ellas con un pisón (pedazo de madera en forma de cono truncado que se utiliza para compactar empedrados). Además, esta estructura está compuesta por dos tablones paralelos separados, unidos por un travesaño.
Por último, otro buen ejemplo de técnica es la desarrollada por el Instituto nacional de normalización de la vivienda en Perú. Se trata de un sistema de refuerzo interno para muros en el que hay dos tipos de adobes: unos tienen ranuras de 5 cm de diámetro en los extremos y otros son mitades de adobes con una sola ranura para obtener la traba. Después, por estas ranuras además se atraviesan varillas de caña.
Por otro lado, la ubicación de la vivienda es muy importante en áreas propensas a movimientos sísmicos.
Las construcciones antisísmicas no deben emplazarse en el corte de una pendiente, ya que los impactos horizontales de la tierra durante el terremoto pueden provocar el colapso del muro adyacente.
En segundo lugar, tampoco debe construirse la vivienda sobre una pendiente, para evitar el deslizamiento de la edificación. Y, en el caso de que sea inevitable, se debe crear una plataforma con suficiente distancia hacia los bordes de la pendiente.
Finalmente, hay que tener en cuenta que las construcciones deben ser simétricas y elásticas, ya que absorberán mejor las vibraciones del suelo.
Los materiales de construcción más utilizados en las construcciones antisísmicas son el hormigón, el acero y la madera. Y es que, deben tener una estructura de hormigón armado con columnas en las esquinas y en los bordes para hacer su cometido. Además, deben estar conectadas con el encadenado superior, así como con el cimiento.
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