Curso Experto en Delitos contra la Protección de Datos y la Identidad en Internet
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Internet es maravilloso. Es una fuente de información sin límites, es el fiel reflejo de la democracia, gracias a él nos comunicamos, las ideas fluyen, sabemos qué ocurre al otro lado del mundo, podemos participar en la vida política y social, protestar, opinar y como no, crear nuevos negocios que impulsan la economía mundial. Seguro que tiene muchas más ventajas que se nos escapan, pero, tristemente, en internet también es la herramienta perfecta para delinquir gracias a sus posibilidades y anonimato. En este post veremos los delitos más comunes en internet pare evitar que caigas en ellos.
Por cierto, si eres de los que piensa que a ti nunca te tocará, los datos nos alertan de que, en el último año, se destaparon un total de 305.477 de delitos informáticos, lo que supone un 6,1 por ciento más con respecto al año anterior.
Si eres consciente de la gran importancia de la seguridad en internet y el peligro que corre nuestra privacidad, estas formaciones recomendadas te darán los conocimientos que necesitas para dedicarte profesionalmente a combatir los delitos más comunes en internet.
Cada vez son más las actividades ilícitas que se extrapolan del mundo real al marco digital y a ellas también hay que sumar nuevos delitos nativos digitales. Es importante alertar a toda la sociedad de los más recurrentes con información veraz y detallada para velar por un uso y disfrute seguro y libre de internet. ¿Te interesa? ¡Sigue leyendo!
Estafa, Hackeo, extorsión… hasta ahora estos eran los delitos económicos más recurrentes, pero con la evolución de las redes sociales, los métodos de pago y el surgimiento de millones de ecommerce sin las medidas necesarias de seguridad, las estrategias para la violación de la privacidad y los robos se han vuelto aún más sofisticadas.
¡Atento! Vamos a destapar cuáles son los delitos informáticos que debemos detectar y evitar.
Diferentes tipos de estafas: a veces estos intentos suelen ser poco sutiles y los usuarios, sobre todo aquellos que ya estamos acostumbrados a manejar cierta tecnología, nos damos cuenta sin problema. Pero otras veces, los “anzuelos” son tan creíbles que no los detectamos a tiempo. Por ejemplo, los hackers diseñan y ejecutan con perfiles falsos una identidad, para acceder a datos personales. También se realiza spam o anuncios publicitarios falsos, páginas webs falsas, aplicaciones o software ilegales con el fin de robar información.
Algunos de los tipos de estafas más desarrollados que ya usan la última tecnología son el phishing y el pharming.
Aunque pueda parecer poco creativo y previsible, los tribunales están saturados de casos de este tipo.
Hackeo: aunque este ataque sea más difícil de evitar porque nos enfrentamos a criminales con grandes habilidades informáticas y profundos conocimientos sobre tecnología y programación, podemos evitar convertirnos en sus víctimas actualizando nuestros dispositivos y aplicaciones y escogiendo un buen antivirus con el asesoramiento de un profesional en ciberseguridad.
El objetivo de estos profesionales del lado oscuro es encontrar las fallas de internet y los puntos débiles en la seguridad de las empresas para infiltrarse en sus archivos y obtener datos confidenciales.
Extorsión: una vez hackeada una empresa, web o cualquier otro sitio digital con información sensible, en muchos casos, esta actividad acaba en la extorsión. A cambio de no revelar dicha información, los afectados ceden al chantaje.
Suplantación de identidades: este delito es muy común en el entorno de las redes sociales. No obstante, el objetivo fuera de ellas es diferente. Más que arruinar la reputación de alguien, se persigue realizar ciertas operaciones con su identidad, como firmar documentos, transferir dinero, clonar documentos, falsificar licencias o tomar tarjetas de crédito.
Pornografía infantil: sin duda, este es el delito más grave y perseguido de todos los que acabamos de mencionar, ya que el daño físico y psíquico que ocasiona a sus víctimas es indescriptible.
Acoso cibernético: aunque este tipo de acoso es muy dado en las aulas, los adultos también estamos expuestos a él. Basta con dar datos personales o de contacto e interactuar con desconocidos en redes para que esto suceda. Los casos más graves vienen cuando el acoso pasa de ser cibernético a físico. Por eso siempre hay que evitar dar información sobre el lugar de trabajo, de residencia o zonas de ocio.
La mejor manera de librarse de una estafa es tomando las medidas de prevención adecuadas, pero si estamos siendo víctimas de ello, sigue estos pasos: confirma que estás siendo estafado, contacta con el vendedor o intermediarios, recopila pruebas, denuncia.
Si finalmente acabamos cayendo en un delito cibernético, la Oficina de Seguridad en Internet (órgano del Instituto Nacional de Ciberseguridad) recomienda realizar una denuncia por estafa cibernética. En primer lugar, habrá que acudir a cualquier comisaría de la Policía Nacional (que cuenta con su propia Unidad de Investigación Tecnológica), o a un puesto de la Guardia Civil, que cuenta con el Grupo de delitos telemáticos para atender las estafas por Internet. Asegúrate de llevar siempre tu identificación y todas las pruebas posibles, como: capturas, correos, mensajes, llamadas, justificantes de pago…
También podrás hacerlo a través de la Oficina de Seguridad al Internauta.
Generalmente, esto no tan fácil, pero dependiendo del método de pago contarás con cierto respaldo.
Por ejemplo, PayPal cuenta con un sistema de protección frente al fraude y si no te llega el producto te devuelven el dinero. Si has pagado con tarjeta, el banco tiene la obligación de reembolsarte el importe retirado de tu cuenta y, si has hecho una transferencia, la devolución solo podrá conseguirse tras interponer la demanda contra el vendedor.
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