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Las calaveras o calaveritas literarias son una manifestación emblemática de la cultura mexicana que se elabora durante las festividades de Día de Muertos, una tradición que se remonta a la época prehispánica, pero que ha sido entrelazada con influencias católicas a lo largo de los siglos. Aquí se presentan los aspectos más relevantes sobre sus orígenes, características y su relevancia en la cultura mexicana contemporánea.
El origen de las calaveras literarias, en tanto género lírico popular, se remonta al México decimonónico, momento en el que estos textos comienzan a publicarse en periódicos y otros medios impresos. Aunque sus principales antecedentes escritos se encuentran en La portentosa vida de la muerte (1972), del francisco Fray Joaquín de Bolaños, este tipo de composiciones adquirieron su forma característica al fusionar elementos y motivos propios de los epitafios y epigramas fúnebres en estrofas de cuatro versos de arte menor con rima consonante.
La muerte es el tópico principal de este género, pero su abordaje ostenta un tono satírico y burlesco —cuyos primeros desarrollos se encuentran en los textos de José Joaquín Fernández de Lizardi—, el cual permitía no solo denunciar las injusticias sociales de la época, sino también criticar las pretensiones de la élite local de querer parecerse a la élite europea. El mensaje era claro: la muerte hace iguales a los hombres, sean ricos o pobres, nobles o plebeyos.
Ahora bien, la evolución y popularización de este género no solo propició la inclusión de versos con carácter festivo frente a la muerte, sino también la utilización de las calaveras para acompañar ilustraciones, diseños y caricaturas, todos estos dirigidos a la crítica social y política a través de recursos gráficos. Si bien grandes caricaturistas —como es el caso de Constantino Escalante, el padre de la caricatura mexicana— ya habían tomado a la muerte como tema principal de sus obras para la sátira de personalidades de la política nacional, las calaveras llegaron incluso a inspirar grabados.
Uno de ellos —el más famoso— es la “calavera garbancera” del grabador José Guadalupe Posada. Este y otros de sus grabados fueron difundidos en medios impresos, entre los que destacaban, desde luego, los periódicos. Su propuesta, sobre todo estética y política —véanse sus publicaciones antes y durante la Revolución mexicana—, encontró, con prontitud, reconocimiento en los medios impresos y sus lectores. De hecho, esta calavera garbancera o calaca sería la que, años después, serviría de inspiración a Diego de Rivera para la creación de la “La Catrina”, representación de la muerte que hoy en día es una seña identitaria de México en el mundo.
Con el paso del tiempo, las calaveras literarias dejaron el lugar tan importante que antaño tenían en la crítica política, pero permanecieron en la cultura popular como una herramienta versátil de creación. No obstante, también ingresaron a otros contextos. Un claro ejemplo de esto es que comenzaron a escribirse —como parte de ejercicios creativos— en las escuelas de México para conmemorar el Día de Muertos.
También se utilizan en términos de celebración de este día, para dedicar rimas cortas a seres queridos, calaveras literarias para una amiga, para la maestra o incluso otras más originales como las calaveras literarias con nombres de mujer. En estas calaveras literarias cortas con nombres, se hace una dedicatoria especial a personas especiales. Es muy común hacer calaveritas literarias cortas para amigos, o ¡incluso calaveritas literarias para maestros de matemáticas! Lo
El potencial pedagógico de las calaveras literarias se demuestra en que permite comprender no solo la métrica y la composición lírica, sino también la rima a través de versos con terminaciones ABBA y ABAB. Veamos el siguiente ejemplo de calaveras literarias de 4 estrofas:
Pase por la primavera (A)
Y me llamó la atención (B)
El ver una calavera (B)
Que trajeron del panteón (A)
Daba pena y tentación, (A)
Mirar que pelaba el diente (B)
Era el dueño, el patrón: (A)
Oh sin duda el dependiente. (B)
Fuente: Calaveras del montón, número 2, 1910. Cuenta con una ilustración de Guadalupe Posada.
En estas actividades escolares, el motivo central es, desde luego, la muerte, pero se pueden incluir temas actuales más allá de la coyuntura política: las redes sociales, los deportes, los amigos, la familia, entre otros. El tono es, en todo momento, jocoso y amigable para el entretenimiento de los autores y sus lectores. Por su parte, universidades, periódicos o revistas fomentan concursos y publicaciones de calaveras literarias no solo para aprovechar su potencial expresivo, crítico y creativo, sino también para infundir vitalidad a una tradición tan propia de México.
Actualmente, las calaveras literarias encuentran lugar, sobre todo, en las redes sociales y medios digitales. Al publicarse en estas plataformas, los versos se acompañan con imágenes o elementos alusivos a la muerte, un aspecto que pervive a lo largo del tiempo. También es importante mencionar que, aunque la cantidad de estrofas es variable, es bastante común encontrar calaveras literarias que cuentan con, como máximo, cuatro o cinco.
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