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Al contrario de lo que pensamos, el hambre sigue siendo un problema de primera orden mundial. Los informes de Naciones Unidas destapan que la desnutrición aumentó en 2020 y, Aunque esto no lo hayamos notado en los países desarrollados, en el resto del mundo se hace patente y se sufre por la imposibilidad de cubrir toda la demanda.
Un ejemplo claro de esto es que, productos tan básicos como los cereales, han subido de precio, y no solo los destinados a consumo humano, también los cultivados para alimentar al ganado.
Los expertos reafirman la idea de que llevar una dieta más sostenible ayudaría a erradicar el problema de la alimentación en el mundo y a rebajar los efectos del cambio climático. Además, la Biotecnología de los alimentos, también está realizando grandes avances.
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Refresquemos la memoria. La Biotecnología consiste en el uso de la tecnología como herramienta principal para intervenir en sistemas biológicos. El principal objetivo de este campo es realizar modificaciones en células vivas para la creación de productos específicos, como, por ejemplo, medicamentos, alimentos más saludables, materiales más resistentes e incluso fuentes de energía.
En este post nos centraremos en la Biotecnología alimentaria que, como hemos comentado, su principal función es la de mejorar las cualidades de los alimentos, conseguir que se conserven por más tiempo y de hacer más eficientes los cultivos, entre otras cosas que veremos a continuación.
Biotecnología en productos de origen animal y vegetal
Cultivo de transgénicos: aunque el concepto de transgénico tenga ciertas connotaciones negativas, lo que se consigue con ellos, es que los productos sean más resistentes a plagas, se conserven mejor y que toleren herbicidas. Por un lado, esta no es la manera más natural de cultivar, pero por otro, se hace más accesible el consumo de vegetales a la población.
Producción de proteínas: gracias a la investigación y a las inversiones en desarrollo, se ha conseguido mejorar los valores nutritivos de ciertos alimentos e incluso crear carne en los laboratorios cuyo índice de proteína es muy elevado.
Aumentar el tamaño de animales de criadero: alterando o inhibiendo ciertos genes, se consigue modificar sus características, como el tamaño o la rapidez en su crecimiento. Este tipo de prácticas tienen cada vez más controversias éticas.
Alteraciones en las producciones a escala: con el fin de que las producciones sean mayores, obtener resultados más rápidos, impulsar sus ventajas nutricionales y mejorar su resistencia a los traslados.
Biotecnología para el procesado y la conservación de alimentos
A través de las modificaciones de los alimentos se consigue que aumente su tiempo de consumo. Esto de hacer produciendo enzimas, aditivos y productos conservantes, cultivando probióticos, generando vitaminas o minerales o con fermentaciones.
Desde el punto de vista tecnológico y social, la Biotecnología ha hecho grandes aportaciones la industria alimentaria en cuanto a la mejora de su eficiencia se refiere.
El área dedicada a la conservación de los productos es una en las que más esfuerzos e inversiones se están depositando. Si conseguimos que los alimentos perecederos duren más y sean más resistentes a la climatología y a los traslados, se verán una reducción de pérdidas y el comercio se podrá expandir, abaratando el producto y democratizando la nutrición.
Los métodos bacteriógrafos consisten en la conservación de los alimentos mediante procedimientos biológicos, como la creación de virus que infectan a las bacterias y las destruyen. Los métodos bacteriógrafos se suelen usar para reducir las enfermedades entre el ganado, para higienizar o descontaminar productos frescos, para desinfectar superficies donde se manipulan alimentos, para limpiar equipos y cómo técnica de biocontrol.
Los alimentos funcionales son aquellos a los que se les ha potenciado alguna característica nutricional beneficiosa para las personas. Por ejemplo, aumento de proteínas o vitaminas. Para que un alimento sea funcional se debe conservar la forma original de este, nada de pastillas o formatos artificiales.
Los alimentos funcionales sustituyen los componentes nocivos por otros beneficiosos, por ejemplo, las grasas por proteínas. Los lácteos, las frutas y verduras o los cereales, son productos muy susceptibles de convertirse en alimentos funcionales, ya que parten de una base nutricional muy interesante.
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