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A lo largo de la historia, la arquitectura ha buscado, entre otras cosas, desafiar la percepción del espacio y los volúmenes. Una de las estrategias más usadas es el trampantojo en arquitectura, una técnica que emplea recursos visuales y plásticos para generar ilusiones ópticas capaces de alterar la forma en la que se perciben los edificios o sus detalles. Para ello se usan juegos de perspectiva, efectos de luz y sombra, o pinturas murales.
Estas técnicas han sido utilizadas en diversas épocas y estilos arquitectónicos diferentes para dar la sensación de espacios más amplios, imitar materiales nobles o, simplemente, para sorprender al espectador con escenas ficticias que parecen formar parte de la realidad. Su aplicación tiene fines estéticos, además de ser usado también como un recurso para integrar mejor los edificios en su entorno urbano o recuperar elementos perdidos con el paso del tiempo en fachadas históricas.
El trampantojo en arquitectura es una técnica visual que busca engañar a la vista. Esto se hace creando ilusiones ópticas que dan sensación de profundidad, relieve o imitan materiales sobre una superficie plana. A través del sombreado y otros efectos, consigue transformar la percepción del observador, haciéndole creer que está ante una estructura con volumen cuando, en realidad, es una representación bidimensional.
Esta técnica tiene su origen en el arte pictórico y se empleó con bastante frecuencia en la arquitectura barroca, donde las decoraciones murales buscaban generar la sensación de espacios más amplios y ornamentados. El término "trampantojo" proviene del francés trompe, que significa engaño, y hace referencia precisamente a esa capacidad de alterar la percepción de la realidad mediante el uso de perspectivas y juegos de luz y sombra.
En el siglo XIX, con los avances en materiales y técnicas de pintura, el trampantojo en arquitectura evolucionó, encontrando nuevas aplicaciones en fachadas urbanas y en la decoración de paramentos interiores. Durante este periodo, la combinación de pinturas murales con elementos arquitectónicos reales permitió que los diseños fueran aún más convincentes y con mayor sensación de autenticidad. La utilización de esta técnica se extendió por distintos estilos arquitectónicos, adaptándose a las necesidades de cada época.
El uso del trampantojo en arquitectura se lleva a cabo por diferentes necesidades y objetivos. Uno de los principales motivos es la necesidad de crear un impacto visual, que transforme la apariencia de un paramento sin necesidad de realizar trabajos de obra. Esta técnica permite engañar a la vista, dando a las fachadas o interiores de una riqueza visual que, de otra forma, tendría un precio elevado o sería difícil de conseguir.
En la arquitectura barroca, por ejemplo, los trampantojos eran empleados para representar cielos abiertos en techos abovedados, columnas falsas que daban sensación de profundidad o representaciones de esculturas que en realidad eran solo pinturas murales. Estos recursos ayudaban a reforzar el carácter teatral y escenográfico propio de ese periodo.
Otra razón por la que se recurre al trampantojo en arquitectura es la integración con el entorno urbano que rodea al edificio. En ciudades, especialmente en el siglo XIX, se comenzaron a utilizar murales con efectos de perspectiva. Se usaban para disimular medianeras, fachadas ciegas o embellecer el entorno de ventanas y puertas con falsas molduras o balcones inexistentes, dotando a los edificios de cohesión con el paisaje de alrededor. De este modo, esta técnica solucionaba problemas de integración estética.
En la actualidad, los trampantojos se siguen usando, sobre todo en la rehabilitación de edificios históricos. Muchas veces, los elementos arquitectónicos originales han desaparecido con el tiempo, y en lugar de reconstruirlos físicamente (lo que incurriría en un problema denominado “falso histórico”), se opta por recrearlos mediante pinturas murales. Así, se preserva la identidad del inmueble sin necesidad de intervenciones invasivas que falsifiquen su autenticidad.
A lo largo de los últimos siglos, han existido numerosos ejemplos de trampantojo en arquitectura, algunos de los cuales se han convertido en iconos de esta técnica. Uno de los más destacados se encuentra en la ciudad de Roma, en la iglesia de San Ignacio de Loyola, donde Andrea Pozzo pintó una impresionante falsa cúpula en el techo del templo. En este caso, el sombreado y otros efectos de perspectiva generaron la impresión de una cúpula de verdad, cuando en realidad este fresco fue pintado sobre una superficie plana.
No todos los trampantojos han sido realizados para perdurar en el tiempo. Algunos como el Arc Fontainebleau, terminado por el artista Richard Hass en 1986, deleitó durante 16 años a los habitantes y visitantes de la ciudad de Miami con su mural representando un gran arco, enmarcado por dos grandes columnas estilo Art Noveau y el hotel Fontainebleau al fondo.
Otro ejemplo es el mural del Boulevard des Canuts de Lyon creado en 1987 por el conjunto de pintores CitéCréation, el cual representa una calle con una escalinata ascendente y varios edificios a los lados, simulando ventanas, balcones y figuras humanas viviendo sus vidas cotidianas en el barrio de La Croix-Rousse. Este recurso ha permitido revitalizar zonas urbanas y convertir espacios comunes en arte al aire libre. También han surgido proyectos contemporáneos en los que el trampantojo se combina con técnicas digitales para generar ilusiones ópticas dinámicas que interactúan con el espectador según su punto de vista.
Por último, cabe mencionar las fachadas de los edificios situados en la Plaza de las Pasiegas en Granada (España), en las cuales se pueden observar cornisas, molduras y ornamentos totalmente ficticios en torno a las ventanas y balcones, generando la ilusión óptica de unas fachadas más ricas estéticamente y adornadas.
El trampantojo en arquitectura es un buen recurso estético que demuestra cómo la percepción del espacio y los volúmenes pueden ser manipuladas a través de la pintura y la perspectiva. Desde sus orígenes, esta técnica ha sido empleada para engañar a la vista y dotar a los espacios de una mayor riqueza visual.
Con el paso del tiempo, el uso de trampantojos ha evolucionado, encontrando nuevas formas de integrarse en las ciudades actuales. Desde pinturas murales en medianeras hasta intervenciones en edificios históricos, su uso sigue vigente hoy en día. El trampantojo en arquitectura sigue siendo una herramienta muy interesante para transformar el entorno urbano sin recurrir a grandes intervenciones y obras, jugando con esa falsa sensación de realidad.
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