Máster en Agricultura Ecológica + Titulación Universitaria en Sostenibilidad Medioambiental
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La agricultura contemporánea enfrenta desafíos significativos para aumentar la producción y facilitar el acceso a los alimentos, una evolución innegable. No obstante, ¿realmente todo brilla como el oro? ¿Cómo se está produciendo el desarrollo y la tecnología en agricultura actualmente?
La tecnología en la agricultura actual demanda ir más allá, integrando de manera más completa las herramientas tecnológicas para elevar no solo la eficiencia, sino también la sostenibilidad de nuestras prácticas.
A pesar de que la revolución en la agricultura marcó un hito significativo para todos, nos encontramos en la imperativa necesidad de abrazar métodos de producción más sostenibles y eficientes.
La agricultura moderna aboga por la incorporación de la tecnología más vanguardista, aspirando a obtener el rendimiento óptimo de los cultivos sin comprometer la salud humana y medioambiental, siempre con la mira puesta en la eficiencia de los procesos.
En la actualidad, podemos señalar con certeza a la automatización, el análisis de datos a gran escala y sumamos la Inteligencia artificial como una opción más para convertirse en poderosos aliados.
En ocasiones, la producción a gran escala no armoniza con la sostenibilidad, siendo crucial encontrar un equilibrio óptimo que evite superar los límites y provocar daños irreversibles.
Para garantizar el suministro de alimentos básicos a la población y sensibilizar a la sociedad sobre el consumo responsable, los profesionales de la agricultura moderna deben colaborar estrechamente para abordar desafíos fundamentales, entre los cuales destaca la sostenibilidad ambiental.
Para enfrentar este desafío se deben hallar métodos que incrementen la producción de alimentos sin agotar los recursos naturales, sin contaminar el entorno y sin degradar el suelo que sostiene la vida.
Este esfuerzo pretende asegurar la disponibilidad de alimentos a largo plazo, y como añadido, preservar la salud del ecosistema para las generaciones venideras, promoviendo un equilibrio armonioso entre la producción agrícola y la conservación ambiental.
Cuando la agricultura es intensa, esto produce un gran impacto en relación con el cambio climático, mientras que, al mismo tiempo, se ve afectada por las consecuencias del mismo. Los agricultores se enfrentan al desafío de adaptarse a las temperaturas extremas, sequías, inundaciones, heladas y más, al tiempo que se esfuerzan por mitigar su impacto ambiental.
En este delicado equilibrio, la innovación y la conciencia climática se vuelven fundamentales para forjar un camino hacia una agricultura más resiliente y sostenible.
Las plagas y enfermedades representan amenazas significativas para la producción agrícola, y el uso excesivo de pesticidas puede contribuir a la resistencia de estos agentes, complicando su control.
En esta lucha constante, los agricultores buscan estrategias más equilibradas que preserven la salud de los cultivos sin comprometer la efectividad a largo plazo, promoviendo prácticas agrícolas más sostenibles y respetuosas con el medio ambiente.
Entre estas preocupaciones, destaca la urgencia de abordar los desafíos vinculados a la agricultura, que se incluyen elementos como la seguridad alimentaria, el calentamiento global, y por supuesto, el creciente de la población.
En este contexto, la agricultura moderna se enfrenta a la imperiosa tarea de equilibrar la eficiencia productiva con la responsabilidad ambiental y la seguridad alimentaria mundial. Por suerte, la tecnología se une para cerrar esta brecha ofreciendo soluciones como:
Desde el suelo, hay aspectos que escapan a la percepción humana. Actualmente, los agricultores tienen la capacidad de gestionar de manera más eficiente la producción de cultivos a lo largo del año gracias a las imágenes aéreas multiespectrales.
Estas imágenes espectrales aéreas en agricultura posibilitan a los agricultores analizar el estrés hídrico, identificar plagas, y mejorar el uso o aplicación de los fertilizantes para los cultivos.
La agricultura sin labranza transforma la preparación de tierras prescindiendo de maquinaria mecánica. Este enfoque innovador ofrece diversas ventajas, entre ellas, una significativa reducción de la erosión del suelo y la escorrentía del agua.
Además de los beneficios ambientales, las operaciones agrícolas experimentan una disminución en la carga laboral y menores costos de combustible, destacando así la eficiencia y sostenibilidad asociadas a esta práctica agrícola avanzada.
Históricamente, los agricultores aplicaban fertilizantes manualmente a los cultivos. Una evolución moderna de este método se conoce como posicionamiento profundo de fertilizantes (FDP), diseñado para potenciar el rendimiento de los cultivos y reducir el consumo de fertilizantes.
La clave de esta técnica radica en colocar los fertilizantes a mayor profundidad, aproximadamente de 7 a 10 centímetros bajo la superficie del suelo, minimizando la pérdida de nitrógeno susceptible durante la escorrentía.
Al desplazar la aplicación de fertilizantes a niveles más profundos, se contribuye a una agricultura más sostenible, al tiempo que se optimiza el rendimiento de los cultivos y se reduce el impacto ambiental asociado con la escorrentía de nutrientes.
Con el aumento de las temperaturas y las consecuencias del calentamiento global, los campos y cultivos enfrentan desafíos crecientes debido a las olas de calor.
Ante esta realidad, los científicos agrícolas han respondido desarrollando características genéticas que no solo fortalecen la resistencia de los cultivos al estrés por calor, sino que también potencian su rendimiento, incluso en condiciones climáticas adversas.
Este avance tiene como objetivo mejorar la productividad agrícola en un contexto de cambio climático. Al dotar a los cultivos con características que les permiten prosperar en condiciones de calor extremo, se allana el camino para la seguridad alimentaria y la resiliencia de la agricultura frente a los desafíos climáticos actuales y futuros.
El cultivo en azoteas emerge como una excelente estrategia para maximizar el aprovechamiento de áreas abiertas subutilizadas. Estos cultivos elevados aportan beneficios ambientales inmediatos al hacer un uso eficiente del espacio limitado en entornos urbanos, abasteciendo de alimentos a una población en constante crecimiento.
Además de su contribución a la seguridad alimentaria, los cultivos en azoteas desempeñan un papel esencial en la mitigación de problemas potenciales de aguas residuales derivados de la escorrentía pluvial.
Asimismo, fomentan el control natural de plagas y la conservación de energía, consolidando su posición como una práctica agrícola sostenible que responde a las necesidades ambientales y alimentarias en las áreas urbanas.
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